RAFA Nadal cayó la semana pasada en las semifinales de Rio de Janeiro ante Fabio Fognini, el italiano visceral e irregular al que siempre había ganado. Con esta derrota, el tenista de Manacor perdió una posición en el ranking de la ATP y ahora es el cuarto. “Y más que caeré en las próximas semanas”, se resignó, consciente de que de aquí a junio debe defender 4.515 puntos. Pero con todo no fue esta la declaración más llamativa de Nadal. “No sé si volveré a mi mejor nivel”, comentó en un repaso crudo a su actual momento deportivo. Inmediatamente, cundió la preocupación entre los analistas porque no es habitual, sino lo contrario, que el jugador balear pierda un partido sobre tierra batida. De hecho, solo ha cedido 25 en toda su carrera y, además, llevaba doce años sin perder en semifinales de un torneo sobre su superficie favorita.
Aunque Nadal recupere esta semana el tercer puesto de la lista mundial en detrimento de Andy Murray -necesita para ello ganar el torneo de Buenos Aires, cuya final jugará hoy ante su amigo Juan Mónaco-, la lucha en la que está metido ahora mismo no es contra sus rivales, ni en busca de una mejor clasificación, sino contra él mismo. Rafa Nadal persigue a Rafa Nadal, a la mejor versión de sí mismo, o una cercana a ella, que se quedó en la final de Roland Garros hace nueve meses. La espalda, la muñeca y, al final, una apendicitis lastraron al mallorquín todo el año y ahora precisa sumar partidos, minutos sobre la pista para recuperar sensaciones y, con ellas, el espíritu competitivo del que siempre ha hecho gala. Porque desde que Nick Kyrgios le eliminó en dieciseisavos de final de Wimbledon, a finales de junio de 2014, Nadal solo ha podido jugar veinte partidos, muy pocos para quien en un año normal puede pasar de los ochenta.
De ahí su decisión de encadenar, incluso tomando parte en los dobles, los torneos de Rio de Janeiro y de Buenos Aires que se disputan en tierra, la superficie en la que su físico sufre menos y puede acumular las horas de juego que necesita para “seguir subiendo la escalera”, según sus propias palabras. Allí debe alcanzar el punto de forma que le permita afrontar en las mejores condiciones posibles los Masters 1000 de Indian Wells y Miami de marzo y, sobre todo, la gira europea de tierra de abril y mayo que le debe colocar de nuevo como máximo favorito en Roland Garros, que sigue siendo su máximo objetivo en cada temporada.
dura readaptación La gran duda ahora mismo es si Rafa Nadal recuperará su mejor condición física, que es al fin y al cabo lo que le ha propulsado a ser el tenista que es. Su capacidad de sufrimiento y de trabajo no está a prueba, pero el cuerpo del tenista de Manacor aún no ha logrado readaptarse a la enorme exigencia del circuito y eso lo acusa su juego. Los problemas que sufrió ante Fognini en Rio, donde sufrió “calambres que no he sentido nunca en mi carrera”, fueron otro signo de alerta, tanto como su menor eficacia a la hora de cerrar los puntos en situaciones de máximo estrés mental, que revelan dudas y falta de confianza.
Quizás todo sea cuestión de tiempo, de paciencia. Su carrera ha estado llena de contratiempos, sometida a un gran desgaste y ahora Nadal, camino de los 29 años, nota que su capacidad de recuperación es menor, lógicamente. La motivación está intacta, pero superar un largo periodo de lesión es complicado porque en el tenis muchas veces eso no depende solo de uno mismo, pero también hay quien se acuerda de 2013 y cree que si entonces el de Manacor volvió tras siete meses parado por culpa de la rodilla y levantó diez trofeos, entre ellos Roland Garros y el US Open, puede hacerlo una segunda vez. “Quiero ir partido a partido porque si solo piensas en ganar te puede crear una ansiedad que no es buena”, comentó antes de iniciar el torneo argentino.
En la persecución de sí mismo está Rafa Nadal mientras Novak Djokovic y Roger Federer, que ahora le quedan muy lejos, se enfrentaron ayer en la final de Dubai con victoria del suizo, que logró su 84º título en la ATP. Los dos esperan de vuelta a su mayor enemigo. “Es un gran competidor”, coinciden.