El Real Madrid no quiere soltar la Copa
Una canasta de Sergio Rodríguez a siete segundos del final sentencia una final en la que el barcelona no aprovechó sus minutos de dominio
F. C. Barcelona71
Real Madrid77
F. C. BARCELONA: Satoransky (11), Oleson (4), Hezonja (0), Doellman (11), Tomic (25) -cinco inicial-, Thomas (7), Lampe (0), Nachbar (0), Pleiss (0), Huertas (0), Abrines (7) y Navarro (6).
REAL MADRID: Llull (0), Carroll (5), Fernández (16), Reyes (8) y Ayón (10) -cinco inicial-, Rivers (2), Nocioni (10), Campazzo (0), Maciulis (8), Rodríguez (10), Bourousis (4) y Slaughter (4).
Parciales: 21-18, 42-41 (descanso); 57-64 y 71-77.
Árbitros: Hierrezuelo, Pérez Pérez y Pérez Pizarro. Sin eliminados.
Incidencias: 9.870 espectadores en el Gran Canaria Arena.
bilbao - La Copa de 2015 terminó de la misma manera que la de 2014. El Real Madrid se proclamó campeón del torneo por vigesimoquinta vez en su historia y repitió con el trofeo en la mano después de 29 años. Hace un año fue Sergio Llull el que sentenció al Barcelona en el último segundo. Ayer fue el otro Sergio, Rodríguez, quien metió una bandeja a siete segundos del final que sentenció después de Navarro hubiera errado otra penetración a medio minuto de la conclusión de un choque muy igualado y lleno de alternativas.
Si Xavi Pascual fue alabado por sus decisiones tácticas que cambiaron el rumbo de la semifinal ante el Unicaja, ahora deberá explicar qué le llevó a jugar el tramo final del partido con Juan Carlos Navarro en la posición de base. Hasta entonces la defensa azulgrana había logrado incomodar a los dos creadores del Madrid, que se vieron más liberados. Pero el problema estuvo en el ataque donde el Barcelona dejó de sentirse cómodo. Quizás el técnico culé buscaba la amenaza que siempre supone su estrella, esos puntos que su equipo echó en falta, pero ahora mismo la Bomba está desactivada por una pura cuestión de condición física.
El caso es que el partido entre los dos grandes desveló de nuevo las escasas diferencias que debe haber entre ellos en un partido a cara o cruz. Curiosamente, tras una Copa en la que se han batido récords de triples anotados los pésimos porcentajes tras la línea de 6,75 metros (8 de 45 entre los dos) rebajó los guarismos del marcador y forzó a que los jugadores tuvieran que buscar los puntos muy cerca del aro. En esta labor, Ante Tomic hizo una labor tremenda que le habría dado el MVP en caso de victoria de su equipo. El croata firmó 25 puntos y 11 rebotes y con 40 de valoración batió el récord que tenía Pau Gasol desde 2001. Pero tuvo escasa compañía.
Rudy Fernández también puso de su parte con cinco robos de balón que rescataron a los madridistas antes del descanso y dejaron al Barcelona con el mal cuerpo de no haber sabido explotar su dominio. Intercambiando golpes, en el recuento final el Real Madrid encontró oro en los nueve tapones que colocó y que impidieron otras tantas canastas sencillas del Barça, de esas que tanta importancia tienen en una final.
Enorme nocioni
Cuatro de ellos fueron del Chapu Nocioni, que pese a tener un tobillo completamente hinchado, insufló el carácter por el que ha sido contratado. Un triple suyo empató el partido (53-53) a 2.56 del final del tercer cuarto y cortó las alas al Barcelona. De hecho, los azulgranas no volvieron a estar nunca más por delante en el marcador y el Real Madrid construyó un parcial de 5-17, con tres de sus cuatro triples, para llegar al último cuarto con la iniciativa de su lado.
El Barcelona reaccionó con otro parcial de 6-0 y el partido, sumando como mucho de dos en dos, quedó en manos del azar, de los detalles individuales que engrandecen el baloncesto. Pascual quitó a sus bases, Pablo Laso puso a los dos a la vez, siquiera para distraer porque Llull tuvo un día horrible, y el Real Madrid demostró tener más frescura para sentenciar su segundo título consecutivo. Su técnico, después de haber sido discutido, podrá presumir de que a la hora de la verdad su equipo ha vuelto a estar preparado. Xavi Pascual, a quien se creía infalible en estas lides, será criticado tras la derrota. Es lo que queda después de tantas batallas de esta rivalidad estrecha y eterna bajo la que se quiere ocultar a todo el baloncesto de la ACB.