Bilbao - Agotado después del esfuerzo, con las heridas de guerra todavía latentes en el cuerpo y el hielo como única panacea para todos los males, Julián Sanz reposa después de haber logrado superar el récord Guinness de mayor distancia recorrida en rodillo durante seis días. 2.738 kilómetros que el ugaotarra superó en cinco jornadas. 24 horas menos de las necesarias para fijar el listón en 2.800. Una cifra redonda que no pudo ser mayor debido a una herida en el glúteo que desde el primer día se convirtió en la peor compañera de viaje.

¿Qué tal se encuentra?

-Cansado, pero contento. Al cambiarme de ropa me molestó la herida que tengo en el glúteo pero por lo demás me encuentro bien. Con respecto a la fatiga, como la noche anterior descansé bien porque el récord estaba bastante controlado, ayer no sufrí una fatiga que me obligase a parar porque no pudiese más. Hemos calculado muy bien los tres primeros días y gracias a eso estuvo todo controlado.

El récord lo consiguió un día antes de tiempo y tras descansar la jornada anterior. ¿Cómo vivió los últimos kilómetros?

-A la mañana, después del descanso, sí que fue costoso arrancar; pero luego metimos unos kilómetros, vimos que todo iba danzando y ya nos tranquilizamos. A falta de cien kilómetros siempre queda esa incertidumbre de que alguna lesión o la herida vaya a más y eso nos obligase a quedarnos ahí. Todavía quedaban días para recuperar, pero sí tenia ese miedo.

Un miedo que superó al llegar a los 2.738 kilómetros.

-En ese momento empecé a recapitular. Al ser tan lineal, las sensaciones fueron diferentes a la de una carrera. Aquí, al hacer la parada de la noche anterior, lo vi todo más frío. Es muy gratificante ver cómo toda la planificación y los entrenamientos de la temporada han dado estos resultados.

¿En qué ha consistido exactamente esa preparación?

-La planificación que hacemos está centrada en la temporada, que suele ser en agosto. Lo que hemos hecho es alargar el curso, pero todo el trabajo gordo, el difícil, ya lo teníamos.

Aun así, habrá vivido momentos duros.

-Así es. Desde el primer día ya se hizo herida en el glúteo. Habíamos tenido en cuenta la deshidratación, pero no el efecto de la sudoración sobre la piel. Intentamos hacer soluciones sobre la marcha. El primer día y el segundo, pensaba que así iba a ser demasiado duro, pero lo conseguimos superar bien.

¿Qué otros problemas físicos ha sufrido?

-El cuello, las manos, espalda... pensaba que me iban a doler más, pero con los descansos han acabado bastante bien. Habíamos hecho varios test de seis horas y vimos que el esfuerzo era bastante asumible, pero al trasladarlo a los seis días, la cosa cambia. Cuando estaba encima de la bici, el ritmo era muy bueno y eso era motivante, además, el esfuerzo era lineal, no hay puertos, y eso afecta menos a la musculatura.

¿Qué hacía para superar los malos momentos?

-Volver a concentrarme. Cuando veo que todavía queda mucho, trato de ver lo bueno que he hecho antes y mirar la tabla de datos para darme cuenta de que no estoy tan mal. Es todo el rato un juego de cabeza entre el bien y el mal. Ahora estoy bien, perfecto; si estoy mal, pensar en cuando estaba bien. Siempre para ser positivo, que eso pese más que lo negativo.

¿Qué valoración hace después de haber superado el récord?

-Al principio me parecía una locura y ahora lo veo hasta positivo, como un test de cara a la temporada. El cuerpo no se fastidia tanto y hemos conseguido un montón de datos. Es algo que nunca nos lo habíamos planteado, pero viéndolo ahora tampoco es tan descabellado.

¿Es más exigente el ultrafondo en la carretera o en el rodillo?

-Mi conclusión es que a la larga, después de haberlo hecho, veo menos negativo el rodillo. Seis días en carretera es peor para el cuerpo. Por ejemplo, en la Race Across America, en el segundo días hay que atravesar Arizona; con la nariz quemada, los labios mal, puedes sufrir cualquier caída... y estuve cinco días y no tuve ninguna cosas de esas. Sí que es verdad que a la gente le cuesta subirse una hora al rodillo porque es más aburrido que la calle, pero en realidad te exprimes menos.

Su escenario para lograr la marca fue la BIBE, ¿cuáles fueron sus sensaciones rodeado de tanta gente dándole ánimos?.

-Para avanzar a buen ritmo hay que concentrarse en el pedaleo, pero si hay gente que, con toda la buena intención, pregunta cosas, es más difícil centrarse. Al bajar a la feria, cuando yo quería hacer una tirada de tres horas concentrado, me ponía los cascos y estaba las tres horas mirando al suelo. Aun así, ha estado genial el apoyo recibido. Me leían lo que salía en la prensa o en las redes sociales y eso me motivó muchísimo. Luego, el equipo también ha estado muy bien, hicieron relevos para que no estuviera nunca solo, todo lo que hacía falta se llevaba, el tratamiento de fisioterapia fue perfecto... no puedo pedir más.

¿Cuáles son sus próximos retos?

-Buscar el presupuesto y entrenar para la Race Across America. Siempre buscamos ese objetivo, unos años sale y otros no; pero no podemos dejar de entrenar si no hay ese presupuesto porque hasta mayo no sabremos si podremos ir o no. Así es cómo funcionan las cosas en el ultrafondo.

¿Cuándo volverá a subirse a la bicicleta para volver a entrenar?

-Primero tenemos que resolver la herida del glúteo. Estuvimos con el médico y nos dijo que tendríamos que dar puntos y hacer algo de cirugía. Eso lo haremos cuanto antes para así poder empezar en la segunda semana de diciembre a hacer algo. Normalmente, para estar al cien por cien suelo tardar tres semanas en estar mejor, ya que al subir a la bici es todo muy raro y no estás cómodo debido a la falta de sensibilidad en las manos y pies. Pero en este caso, como fue un esfuerzo muy lineal, estoy bastante bien. No creo que tarde en recuperarme.