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Andoni Gago resiste como campeón

El púgil de Otxarkoaga retiene su cinturón de campeón de España de los pesos pluma tras un combate agónico

Andoni Gago resiste como campeón

BILBAO - Andoni Gago puede seguir mostrando con orgullo el cinturón dorado de campeón de España del peso pluma (56-57 kilos), el mismo que consiguió en agosto pasado en Benalmádena, ante Antonio Rodríguez. El sábado por la noche, El Machito retuvo el título a costa de Marc, La Guerra, Vidal, un púgil estirado y huesudo que no se dio por vencido en ningún momento y que puso en aprietos al de Otxarkoaga. Tras diez asaltos agónicos, Gago se impuso por unanimidad; los jueces se decantaron a su favor de forma clara: 94-92; 94-92 y 98-92.

Pero los puntos, fríos y contundentes, apenas pueden explicar la intensidad que se vivió en la lona, la atmósfera épica que flotaba en el aire, la electricidad que sentían los más de dos mil aficionados que se arremolinaron en torno a la hoguera, espacio reducido donde los miedos se matan a guantazos, donde se busca un cielo efímero, un trocito de eternidad a cambio de un pedazo de uno mismo, que se queda para siempre en el ring. No, Marc Vidal no fue un pelele, uno de esos sacos con coquilla que de cuando en cuando vemos gravitar por los cuadriláteros. El catalán vino a Bilbao con la lección aprendida: llevaba semanas entrenando con Kiko Amarillo, un hombre que conoce bien a Gago (se ha enfrentado a él en dos ocasiones, logrando dos combates nulos), y demostró que está bien forjado.

Sabía que el de Otxarkoaga le iba a apretar hasta el final, que iba a empujarle hasta el borde de la extenuación, y su táctica fue esperar y lanzar contragolpes efectivos. Los ganchos, uppers y directos de derecha del catalán -lanzados de arriba abajo- frenaron en más de una ocasión el ímpetu de Gago, que no cejó en su empeño de vaciar del todo los pulmones de su rival. Los dos trastabillaron, retrocedieron, encajaron puñetazos narcóticos, lucharon, padecieron, se fundieron en uno solo,? Pero la mayoría de las veces era Gago quien acababa las series, era él quien embestía, por no hablar del dominio que ejerció el vigente campeón en el centro del ring. Para otra ocasión quedó el boxeo, la esgrima de los puños, el arte de pegar sin que te peguen. El sábado había otras prioridades: había un cinturón que defender.

El boxeador de Otxarkoaga dominó con claridad al menos seis de los diez asaltos, y en los otros cuatro supo defender la plaza ante un puncheur que bien merece otra corona, aunque no sea dorada. “Ha sido muy duro, pero he sacado la raza, he sacado el corazón, y a eso no me gana nadie. Este cinturón es mío, y lo he vuelto a demostrar”, dijo ante los medios Andoni Gago nada más concluir el combate, justo antes de desaparecer en la habitación blanca de la enfermería.

CAPITAL DEL BOXEO

La Casilla volvió a respirar el ambiente de las grandes noches pugilísticas de los años 70 y 80, con las gradas abarrotadas y la afición animando de forma incansable. Asomados a las cuerdas, una docena de fotógrafos se agolpaban en el borde de la lona, allí donde huele a primera sangre, y en las primeras filas, a pie de cancha, nombres ilustres ligados al noble arte disfrutaron de una noche emotiva. Acudieron boxeadores como el gran Andoni Amaña o Toni, los campeones Nacho Mendoza, José Molinillo e Israel Carrillo, el asturiano Príncipe Punky, el vigente campeón del mundo junior WBO, Sandor Martín; la internacional Cristina Gómez Babio o los históricos mánagers y promotores Ricardo Sánchez Atocha, Enrique Soria y Javier Gallego.

El ring de La Casilla, mitad altar mitad patíbulo, acogió también otros combates meritorios. En la segunda contienda profesional de la noche, disputada a cara de perro, Javitxin y Saúl Tejada dejaron las espadas en alto: combate áspero, limitado casi al cuerpo a cuerpo, que los jueces proclamaron nulo.

En la categoría olímpica, en peso ligero, destacó Jon Fernández, El Niño, que desplegó todas sus armas ante Cristóbal Lorente. Más que un combate fue un safari, donde el de Bilbao era el cazador y Lorente el cazado. Jonfer sigue imparable y sus guantes continúan sumando calidad y prestigio. Por su parte, Ugaitz Cascales regresó a La Casilla con derrota, aunque Álex Tacuri tuvo que sufrir para imponerse a los puntos. Kevin Baldospino derrotó también a los puntos a un Ibon Larrinaga batallador aunque menos centrado que en otras ocasiones. En los pesados, Miguel Gabarri ametralló a Guiller Fernández, que aguantó todas las embestidas del tigre gasteiztarra, que tiene dos mazas pegadas a sus muñecas.

La velada se completó con tres peleas de kick boxing. En la primera, Haritz López de Lacalle ganó a los puntos a Rafael Valle. La contienda resultó violenta y dura, y Haritz doblegó la resistencia de su rival con repetidos golpes de rodilla sobre las costillas de su adversario, que aguantó de pie con dificultades. En el combate entre Aratz Garmendia y Arie van den Bos, el holandés se llevó la victoria por abandono de su rival; Garmendia se rajó la pierna tras un golpe de tibia y tuvo que retirarse. En el último combate de kick Nerea Pascual doblegó a los puntos a Gina Gerónimo. Ambas exprimieron sus fuerzas y dieron espectáculo.