loiu - Con gesto cansado, pero con la sonrisa en el rostro. Así salió ayer Alex Txikon de la terminal de Loiu tras un maratoniano viaje desde las faldas del Kangchenjunga hasta Bizkaia. Eran evidentes los estragos que la aventura ha hecho en su cuerpo, pero quiso dejar claro que sus planes no paran pese a no haber podido alcanzar la cima de la montaña nepalí. "Ya he vuelto a casa después de mes y medio de expedición. Aspirábamos a mucho y al final nos hemos quedado ahí. El equipo ha conseguido el objetivo, que era llegar a la cumbre. La nueva ruta fue muy peligrosa y además me vuelvo con una pequeña congelación". Era el balance improvisado de lo que vivido en las últimas semanas.
Si algo caracteriza al montañero de Lemoa es su acierto en la toma de decisiones en los momentos complicados. Una vez más acertó al optar por preservar su salud antes que arriesgarse a intentar hacer cumbre. Sus secuelas físicas ahí están para recordárselo: "Tengo el dedo gordo del pie izquierdo necrosado, bastante negro, pero espero que no sea nada. En un par de noches estará recuperado". A falta de pasar una revisión médica, Txikon se muestra optimista y no cree que su pie le impida seguir con sus planes para el presente año: "No creo que lo del dedo influya en mis planes. Marcharé a Pakistán a mediados de julio. Soy optimista. Todavía tengo que consultar con los médicos, pero creo que podré seguir con el plan. El tratamiento para una congelación básicamente es hacer todos los días dos o tres baños de agua caliente, tener el pie en alto, tomar aspirinas, vasodilatadores y, poco a poco, ese tejido que está congelado y necrosado se va deteriorando y secando".
sus tres peores días Pero el Kangchenjunga le ha dejado más secuelas que las que se ven a primera vista: "Vengo un poquito tocado. Han sido tres días de ataque a cumbre muy duros. Podíamos haber alcanzado la cumbre. Yo creo que aspirábamos a mucho. Quizás fue la ambición de querer hacer la primera travesía integral a la montaña la que nos pudo. Íbamos muy cargados, con mucho material, y al final nos tuvimos que dar la vuelta a 8.450 metros, cuando ya estábamos muy alto".
Repasando su intento de abrir una vía nueva por la cara norte del Kangchenjunga, el vizcaino recordaba las penurias que ha pasado junto a sus compañeros de expedición: "Salimos del campo base a un campo 1 bastante alejado, a unos 6.000 metros. De ahí fuimos al collado norte y desde el collado norte estuvimos dos jornadas completas escalando doce y catorce horas. Apenas tuvimos tiempo para descansar. En una montaña tan alta como es el Kangchenjunga y su vertiente norte no se puede perdonar. Sabíamos que intentar la cumbre no era lo recomendado, pero teníamos el parte del tiempo, estábamos muy alto y decidimos atacar la cumbre. Las condiciones eran superduras, estaba toda la montaña muy peligrosa. Para empezar, hay que tener en cuenta que se trataba de la vertiente norte, que es muy vertical en todo momento y estaba completamente cubierta de hielo vivo, hielo cristal. Tuvimos que emplearnos a fondo. Cuando uno llega a 8.450 metros y son las 4.00 de la tarde, pues o le toca cascar un vivac allí o le toca darse la vuelta. Yo creo que hicimos lo correcto: darnos la vuelta".
Las penurias sufridas, sobre todo en el descenso, hacen que Txikon no dude en catalogarlo como su momento más crítico en la alta montaña: "Ha sido mi escalada más peligrosa. Creo que han sido los tres días más duros de mi vida. Nos hemos tenido que emplear a tope. Uno de nuestros compañeros, Adam Bielecki, se sentó un segundo en el descenso y se patinó. No sé cómo salió ileso de ese altercado, porque se paró en unas circunstancias extraordinariamente milagrosas y fueron las cuatro o cinco horas más difíciles de supervivencia que he tenido hasta ahora".
En 2009 Alex Txikon se quedó muy cerca de la cumbre del Kangchenjunga, pero en aquella ocasión su misión era escoltar a Edurne Pasaban. Por lo tanto, es la segunda vez que el de Lemoa se queda a un paso de esta cumbre: "No sé si habrá una tercera visita al Kangchenjunga, todavía estoy llegando a casa de la segunda. Ahora quiero disfrutar un poquito del verano de aquí, aunque no me ha recibido con buenos ojos, porque está lloviendo como casi siempre. Pero sí espero volver al Kangchenjunga, cómo no. Te queda un regusto amargo porque en 2009 me quedé muy alto, a los 8.500 metros y ahora me he quedado a 8.450 por la otra vertiente. Bajas con una sensación tristona, pero el equipo, gracias a Denis Urubko, hizo la cumbre y yo creo que el objetivo, salvo la nueva ruta, se cumplió".
Txikon quiso destacar que en esta aventura fueron los únicos inquilinos del campo base: "Lo poco o lo mucho que hemos conseguido lo hemos conseguido nosotros cinco. Eso es lo importante".