bilbao - Rafa Nadal sumó ayer en la Caja Mágica de Madrid su tercer título del año y el vigésimo séptimo Masters 1000, pero acabó con una sensación agridulce. El número 1 del mundo logró el triunfo que necesitaba tras sus fiascos en Montecarlo y Barcelona y afronta el torneo de Roma de esta semana con menos presión. Sin embargo, no pasó desapercibido que durante un set y medio Kei Nishikori fue netamente superior al balear ("me estaba pegando una paliza", reconoció) y los problemas físicos que sufrió el japonés y que le llevaron a la retirada ponen un asterisco de duda sobre la victoria de Nadal, a quien favoreció lo que él mismo sufrió en la final del Abierto de Australia ante Stanislas Wawrinka.

Nishikori está, a los 24 años, en el mejor momento de su carrera, ahora que le guía Michael Chang, el hombre que logró sacar de sus casillas a Ivan Lendl antes de ganar Roland Garros en 1989. Pues ayer el tenista de Shimane pareció desquiciar a Rafa Nadal, superado por los palos de Nishikori y arrinconado lejos de la línea de fondo donde su derecha se mostraba inocua. Kei Nishikori, que hoy será el primer jugador de su país en ingresar en el Top 10 mundial y el primer asiático desde 2004, estaba lanzado. Se apuntó el primer set por un incontestable y justísimo 6-2 mientras el de Manacor trataba de descifrar el juego de su rival, con el que suele entrenarse en ocasiones.

Pero el nipón pegaba y pegaba muy metido en la pista, lo que le llevó a salvar un 0-40 en el segundo juego del segundo set y a colocarse a dos juegos de la victoria con 4-2 y servicio. En ese momento, reaparecieron los problemas físicos en la zona lumbar que ya habían afectado a Nishikori en cuartos de final y semifinal. Totalmente bloqueado, reclamó en dos ocasiones la atención del fisioterapeuta y tras ceder cuatro juegos seguidos y el segundo set, entró en los vestuarios. No pudo solucionar el problema y tuvo que rendirse a la evidencia de que se le escapaba la posibilidad de anotarse su primer Masters 1000 y su primer triunfo ante Nadal.

rendición El jugador balear tuvo paciencia, más que un público que ya advertía el desenlace y protestó, y esperó la rendición de su rival al que consoló en la red después de anotarse el 3-0 en el tercer set al cabo de hora y media. "Son situaciones difíciles para todos, lo siento mucho por él", expresó Nadal poco antes de alzar su cuarto trofeo del Mutua Madrid Open, lo que le permitirá llegar como número 1 a Roland Garros, pase lo que pase en el Masters 1000 de Roma.

Esta victoria devuelve las sensaciones a Rafa Nadal, que no estaba dominando en la tierra como viene siendo costumbre. Sus derrotas ante Ferrer en Montecarlo y Almagro en Barcelona habían sorprendido y le habían hecho perder muchos puntos y en Madrid sus principales rivales estaban fuera de la circulación. Federer acaba de ser padre de nuevo de gemelos y Djokovic apura la recuperación de su lesión en el brazo izquierdo. Pero en el Foto Itálico estarán todos de nuevo en el último gran ensayo para Roland Garros. Rafa Nadal, restañada la confianza, tiene que mejorar bastante porque desde ayer sabe que le ha salido otro enemigo de cuidado. Si se recupera, hay que contar en estas próximas semanas con Kei Nishikori.