bilbao - Los grandes campeones ciclistas nunca se van. Se les evoca tantas veces que en cada promesa belga hay un nuevo Merckx; en cada francés, un nuevo Hinault; en cada italiano, un nuevo Coppi, y en cada español, un nuevo Indurain. Robert Gesink fue un nuevo Zoetemelk, el holandés que ganó el Tour de 1980 y el Mundial de 1985. Con 23 años, Gesink acabó sexto la Vuelta de 2009, y un año después, quinto la Grande Boucle. Fue su cima. El nuevo Zoetemelk. Desde entonces no ha vuelto a mostrarse a ese nivel y este año, tras empezar bien en el Tour Down Under y en Oman, abandonó en Tirreno y, hace unos días, en la Vuelta al País Vasco en la que pasaba desapercibido. Su equipo, el Belkin, explicó ayer que todo se debe a una arritmia cardiaca que el corredor "ha estado sufriendo en esfuerzos físicos severos durante unos años", pero que es, desde el Giro de 2013 en el que naufragó, donde ha aflorado el miedo de Gesink a un problema físico que no le ha impedido correr hasta ahora, pero que le mantendrá apartado de la competición "hasta nuevo aviso". Según el equipo, Gesink ha tomado la decisión de parar y someterse a "un amplio reconocimiento médico" para buscar la causa del trastorno y ponerle una solución definitiva.
Por su parte, Bryan Coquard se impuso ayer al sprint en la París-Camembert tras superar a Samuel Dumoulin y a Laurent Pichon. En Flandes se celebra hoy la Flecha Brabançonne en la que figuran Gilbert, Gerrans, Bakelants, Dan Martin, Van den Broeck, Rebellin o el santurtziarra Iker Camaño. - I. G. V.