uNA llamada de teléfono con el nombre de Rubén Beloki en la pantalla sorprendió el lunes a Diego Iturriaga. Eran las 14.30 horas. El técnico de Burlata, que se desempeña dentro de la disciplina de Asegarce como uno de los pescadores dentro del caladero aficionado, comunicó al zaguero de Sartaguda que la empresa quería darle una oportunidad, que había muchas bajas entre los guardaespaldas y que si quería dar el salto, quizás de modo acelerado, este mismo sábado, es decir hoy, en el Labrit de Iruñea, en un partido de hombres, en el Parejas de Segunda. Sin artificios, sin más. Apenas dos horas después ya estaba en Orio firmando su vinculación profesional con la operadora. "Se me hizo corto el viaje", desvela. Recorrió junto a su primo los 190 kilómetros que separan la localidad navarra del pueblo costero guipuzcoano para estampar su nueva condición con un garabato en un papel, estableciendo su nombre en negro sobre blanco. "Fue a todo correr, pero la verdad que estoy muy contento", relata Iturriaga. Y es que, aunque se especulaba que este guardaespaldas de corte trotón y no demasiada envergadura haría su aparición en el campo profesional cuando el verano anunciaba guerra, las cosas se han precipitado por las circunstancias.
La llamada de Beloki le pilló a Diego de "sorpresa". "Me puse muy nervioso. La gente empezó a llamarme y el lunes y el martes fueron días tensos", revela. Lo cierto es que las bajas en los cuadros largos han sido las culpables del desembarco en febrero de un pelotari que se veía para verano. "Me ha salido todo rápido", espeta el debutante. "En dos días prácticamente". Y es que, Iturriaga había firmado un precontrato con la operadora bilbaina hacía veinte días y apenas llevaba mes y medio entrenando con los pelotaris de la misma. "Ahora ya estoy más tranquilo, pero cuando se vaya acercando la hora del partido supongo que me entrarán los nervios. Ha sido todo muy rápido. Cuando empiece a jugar estaré más nervioso, pero cuando le dé un par de pelotazos ya se me pasará", analiza. No obstante, Iturriaga, quien estuvo en la disciplina del Centro Titín III, aterriza con una padrino con el que ha compartido horas de vuelo: Víctor Esteban, frente a Gorka-Larrinaga. "He jugado bastantes veces con Víctor de pareja. Mejor jugar con una persona conocida, porque ayuda más", revela y apostilla que "jugaré además contra gente de casa. Porque les conozco y tengo bastante trato con ellos".
El de Sartaguda es un zaguero atípico con respecto a las últimas incorporaciones de las empresas. Supera en edad la veintena, una barrera que parece suficiente para cortar la progresión de los chavales con la actual política de debuts y fichajes, no llega al 1,80 metros y su mejor arma es la fiabilidad por encima de la potencia. " Soy de darle bastantes veces, por lo general no suelo fallar mucho. No tengo ese pelotazo para poner las pelotas en el nueve, pero sí que cubro cancha. Yo creo que los zagueros tienen que darle, pero también ser seguros y fallar poco. Ahora hay muchos zagueros que dan mucho a la pelota y fallan diez pelotas y así es difícil ganar", manifiesta Iturriaga. Encuadrado en el perfil de los Barriola o Beroiz, se siente entusiasmado con el juego del veterano zaguero de Leitza, puro pulmón. "Siempre me ha gustado", explica. "Aunque siempre me ha encantado Aimar, además yo jugaba de delantero hasta cadete y es un fuera de serie", admite el de Sartaguda. Diego aún no ha tenido la oportunidad de encontrarse con el campeón goizuetarra en un vestuario y en la cancha, pero sí con Pablo Berasaluze, el mago de Berriz. "Es un máquina", define. "Me dejó alucinado. Pablo se pone a entrar de aire y te mete una desde el cuatro perfecta. Eso viene en el ADN".
Radiografía del pasado El salpicadero de la vida de Diego Iturriaga viene marcado por un par de eventos que hacen su debut algo especial. Aun siendo navarro, Iturriaga se fajó en el Centro Titín III de Logroño tras su paso por el club de Pradejón. "Empecé a entrenar en La Rioja por cercanía. Después, por tema de estudios pasé a entrenar en el club Oberena", explica. Entonces, conoció a los hermanos Merino, a los Esteban, a Titín y a los componentes de la gran familia riojana de la pelota. Sin embargo, con 19 años y creciendo su nivel, una lesión muy grave de rodilla sesgó su progresión. "Me rompí el ligamento cruzado anterior y menisco interno de la derecha. Fue un jarro de agua fría. Además tenía solo 19 años y andaba jugando bastante bien", desvela. El de Sartaguda tuvo que esperar casi dos años para regresar a las canchas. "Tuve que esperar año y cuatro meses a la operación y otros seis de rehabilitación hasta poder salir. Estuve casi dos años sin jugar a pelota. Fue duro", espeta Iturriaga.
"Fue mala edad, porque por entonces la gente estaba debutando muy joven y uno se lleva un buen golpe", declara el guardaespaldas, quien agrega que "ni me imaginaba que yo podría debutar. Cuando volví ni pensaba en esto. Llevaba dos años sin jugar y ya era mayor en comparación con los que estaban saliendo. Veía a todo el mundo debutar joven y veía que para mí ya era algo imposible. Solo piensas en seguir jugando y tuve suerte", revela. Aun así, su edad puede haber sido una de las virtudes por las que ha sido escogido por la operadora bilbaina, "igual no me vino mal. Quizás al ser más mayor y más maduro empecé a hacer gimnasio y a coger más fuerza. Quizás en otros momentos no lo hubiera aprovechado. Cada uno tiene su edad de llegar a un rendimiento máximo: unos antes, otros más tarde". La llamada de Beloki fue un tren Sartaguda-Orio para Iturriaga hacia el territorio de los sueños, hacia el Olimpo. Más tarde o más temprano, pero un tren. "Y pasa solo una vez. Si no lo coges, ahí te quedas". En el andén.