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Los hermanos inolvidables

Punta Galea homenajea a los Otxoa y edita un álbum de fotos en Facebook al cumplirse el aniversario del trágico accidente en el que murió Ricardo

Los hermanos inolvidablesSociedad Deportiva Punta Galea

eL viento de febrero se lleva estos días la nostalgia hasta Italia, al hotel de Rimini donde hace una década (14 de febrero de 2004) murió de sobredosis Marco Pantani. Como cruel metáfora de su vida ciclista, donde se abrazaba a algo que debía parecerse mucho a la felicidad escalando solitario las montañas, estaba solo en la habitación donde se escapó de la vida que debía sufrir como un castigo. El hombre que se paseaba por las cumbres hermoso sobre su bicicleta vivía arrullado y tembloroso en las honduras de un pozo oscuro donde no le alcanzaba la luz. La paradoja del genio atormentado.

Hace unos días que Armstrong dijo que si él había sido un artesano de la bicicleta Pantani fue un artista. Era su homenaje al hombre que, sin embargo, quiso humillar dejándole ganar en el Ventoux en el verano de aquel Tour. Si viviera, seguro que Ricardo Otxoa estaría con Armstrong en eso de que Pantani era un artista, un ciclista como los de antes que ya no quedan. Lo decía su hermano Javier hace cuatro veranos, cuando regresó a Hautacam diez años después de su gesta del Tour bajo la lluvia, entre la niebla, ante Armstrong. Evocaba a los grandes genios de la montaña, a Chiappucci, al pirata, a esos que corrían como rebeldes seguramente porque al bajarse de la bicicleta sentían que la vida les confinaba en una jaula. Javier les echaba de menos en un ciclismo más calculado que seguía viendo sin que le gustara y era como si en realidad echara en falta otra época, a su hermano, los años felices que recuerda ahora Punta Galea, la sociedad donde se hicieron ciclistas, con una emotiva recopilación de viejas fotos de ambos en sus diferentes etapas ciclistas.

Chinchonera y cuadro de acero

Las colgó ayer en el perfil Facebook de la sociedad Iker Fernández, excorredor y vicepresidente de Punta Galea, con un escueto mensaje en el que recordaba la fecha, 15 de febrero, trece años después del trágico accidente de Málaga en el que Ricardo perdió la vida al instante y Javi la fue perdiendo entubado en la habitación del hospital hasta que un milagro más grande que el de Hautacam le hizo volver. Regresó solo, sin su hermano, su otra mitad, y sin comprender muy bien cómo era posible que esa ecuación indivisible que les unía se hubiese podido romper.

Un homenaje, escribe Fernández como única y humilde explicación de la galería de fotos que son un viaje emocionante y feliz a un pasado de chinchoneras y cuadros de acero con palancas de cambio en su diagonal. Lo cuentan todo esas imágenes. Si se pone el oído se puede escuchar a Chatarra gritando, maldiciendo, en una crono por equipos. Hay a quien le gustaría explicar lo que fueron los Otxoa para Punta Galea. Diría que eran unos hermanos increíbles. Rebeldes y divertidos, despreocupados, unos viva la vida que, sin embargo, eran los primeros en ponerse a trabajar, serios y concienzudos, porque sabían que su futuro estaba en la bicicleta. A Punta Galea se le inflama el orgullo al recordar que la de Javier fue la primera de las dos etapas del Tour de Francia que ha ganado un corredor criado en su escuela. La otra es la de Laiseka.

Otros como Mikel Guinea no recuerdan tanto aquella etapa de Hautacam ni ninguna otra que ganaron o que corrieron durante su carrera. Simplemente, mira las fotos, ve a los dos hermanos y siente que echa de menos a sus amigos.