Bilbao - En la salida de Campos, Juanmari Guajardo, speaker de la Challenge de Mallorca, se acerca a Igor Antón y recuerda a los que le escuchan que el escalador vizcaino está a punto de debutar con el Movistar, el segundo equipo de su vida. Bien sabe Antón lo que pesa, porque le acongoja el pasado, ese estreno que es como un nuevo comienzo, un viaje que tiene para él el hermoso aliciente de asomarse a lo desconocido.

¿Qué ha sentido al meter el taco en el pedal y empujar la bici?

-Que al fin arrancaba. Ha sido un proceso largo desde la caída de Euskaltel, la búsqueda de equipo, el fichaje... Según salía en la etapa he visto más claro que nunca antes que Euskaltel se había acabado, que aquel sueño era pasado y que estaba metido en otra historia. Pienso que ahora me toca pensar un poco en eso. En el presente. En ser uno más del Movistar, en integrarme cuanto antes y en que todo empiece a ser lo más normal posible. Debutar ha sido como desprenderme de ese pasado.

¿No le ha costado? ¿No le ha traicionado el subconsciente en carrera y ha buscado un maillot naranja amigo?

-Cuando he pasado al lado del coche del Euskadi le he pedido a Gerri un botellín y luego me he disculpado en bromas, diciéndole que se me había olvidado que ya no estamos en el mismo equipo. Pero sí, se hace raro no ver naranjas en el pelotón y me resulta un poco más difícil encontrar a mis compañeros. Pero me acostumbraré.

E irá enterrando su pasado.

-No, no, olvidar no se olvida. Ese pasado es mi vida. Sé que tengo que estar centrado en el presente, pero eso no quita para que sienta nostalgia. Lo que he vivido he de recordarlo y tenerlo bien guardado en la memoria porque es lo más importante que he hecho hasta ahora.

Cuando Euskaltel iba desapareciendo pareció en un momento que el final del equipo sería el suyo propio, como si sus destinos estuviesen unidos de alguna manera.

-Es cierto que en algún momento se me pasó por la cabeza que existía la posibilidad de no seguir siendo ciclista porque sé que a todos nos llegará un día el final y eso hay que asumirlo.

Pero con 30 años y su calidad...

-En el fondo siempre supe que acabaría encontrando un equipo.

Cuando le fichó, Eusebio Unzue dijo que era un sinsentido que usted se quedase sin equipo. ¿Se sintió despreciado sin una buena oferta antes de la del Movistar?

-No he sido mucho de reparar en las críticas hacia mí ni de pensar que no me quieren por algo en concreto.

¿Por qué cree que le ha fichado Unzue?

-Cuando he estado con él he sentido que me valora y me aprecia. En el pasado siempre había dicho cosas buenas de mí, pero ahora me ha demostrado que lo que decía era realmente lo que pensaba. Para Eusebio aún tengo cosas que ofrecer al ciclismo. Reconozco que los dos últimos años no han sido buenos y en esta vida tan exigente, cuando uno no da lo que se espera de él, se le aparta con rapidez. Es así de duro y de real. Pero las cosas que he ido haciendo estos años son mi mejor aval. Yo sigo teniendo confianza en que puedo ser útil en la montaña.

¿Eso es lo que espera Unzue de usted?

-Sí, por un lado eso, y por otro, cree que un cambio de papel dentro del equipo me puede venir bien.

¿Lo ve así, como un nuevo principio?

-Tengo ganas de ver si existe un Antón diferente. Eso es lo bonito; descubrir qué otras cosas puede ofrecer uno. Al final, la llegada al Movistar la veo como un paso más a nivel de exigencia, pero al dar ese paso voy a desempeñar una función diferente.

En el Movistar no será el líder que lleva siendo desde 2006, ¿le asusta?

-Lo analizo desde el lado positivo. La vida tiene sus etapas y ahora me toca esta. Quizás más adelante pase a otra, quién sabe cuál, pero ahora estoy en esta fase y quiero desempeñar mi labor lo mejor posible.

Se asoma a un mundo nuevo. ¿Descubrir qué hay detrás de la siguiente curva le motiva?

-Lo nuevo motiva, es cierto, pero también infunde el respeto de no saber si uno podrá responder ante lo que se le pide. Por eso tengo que abrir bien los ojos y aprender. Soy un gregario principiante y me tengo que fijar en Lastras, Iván Gutiérrez, José Herrada...

¿Necesitaba algo así?

Sí, quizás necesitaba salir de casa y ver cosas diferentes.

¿Porque estaba perdiendo la ilusión?

-Hablando con Smyzd, un chico muy majo con el que ya tenía relación, me decía que cada cierto tiempo él le pide a su mánager que le busque un nuevo equipo. No porque esté mal en el que está, sino porque quiere ver cosas distintas que le enriquezcan. Yo estaba muy bien en Euskaltel, no tenía ninguna queja y me quedaba un año más durante el que estoy seguro que habría estado muy a gusto. No me faltaba ilusión, pero a veces cualquiera necesita un estímulo.

En el Movistar se reencuentra con Intxausti, Castroviejo, los Izagirre y Artetxe. Es como seguir en casa.

-Uno de los detalles que más me ha agradado es volver a coincidir con Xabier. Es una persona joven bien preparada que ha evolucionado muchísimo en el ciclismo. Estando él será todo mucho más fácil.

¿Costará volver a juntar a un grupo de ciclistas como ustedes cinco? De otra forma: ¿Habrá una nueva generación de ciclistas vascos de su nivel?

Será complicado. Creo que la habrá, pero no a corto plazo. Con el tiempo sí que llegará, pero tiene que haber un vuelco. Todo pasa porque vuelva a haber un equipo que sea referente en Euskadi. Y por cuidar la base, que es lo que más atención necesita.