bilbao. Por primera vez en un año, los cuatro grandes del circuito, que han ganado 32 de los últimos 33 Grand Slams, vuelven a coincidir en una de las citas señaladas del calendario, una vez que las lesiones lo permiten. Rafa Nadal aparece en Wimbledon con el título de Roland Garros, Novak Djokovic con el de Australia y el número 1 del mundo bien protegido, mientras que Roger Federer y Andy Murray se han puesto al día antes de la cita londinense, como si al olor de la hierba hubieran revivido y, sobre todo, recuperado su mejor tenis.

Los dos finalistas del año pasado llegan al Grand Slam más especial después de haber ganado en el torneo anterior. El suizo, vigente campeón, rompió una sequía de diez meses sin títulos en Halle ante Tommy Haas y se ha cargado de confianza justo cuando se cumple una década de su primera victoria en Wimbledon. Si Rafa Nadal hizo historia en Roland Garros al lograr su octavo triunfo en el mismo torneo grande, Federer busca idéntico registro en el verde del All England Club cuando está cerca de cumplir los 32 años, con lo que, de paso, desempataría en la lista histórica con Pete Sampras y Bill Renshaw. Probablemente, será su reto más importante ya que para ganar de nuevo en Londres el de Basilea tendrá que tumbar sucesivamente a partir de cuartos de final, si la lógica se impone, a Nadal, Murray y Djokovic. Cualquiera de esos duelos podría haber sido una final, pero el ranking tiene estas cosas.

Andy Murray, que se perdió la cita parisina por lesión, derrotó al especialista Marin Cilic en la final de Queen's y también se siente preparado para demostrar que lo del año pasado, su final en Wimbledon y su oro olímpico en el mismo escenario, no fueron una casualidad. Al margen de la tierra, la campaña del tenista de Dunblane está siendo bastante buena, con tres títulos, incluido el Masters 1000 de Indian Wells, y la final del Abierto de Australia en su haber, pero su objetivo ahora es convertirse en el primer británico que gana el Grand Slam londinense desde que Fred Perry lo hizo en 1936.

sin torneos en hierba Al otro lado, están Rafa Nadal y Novak Djokovic, que no han competido desde París y se han saltado los torneos preparatorios. Pero a estas alturas la transición al verde césped no debería suponer mayor problema para tenistas de este calibre. En todo caso, el serbio, que fracasó en lo que él consideró su gran objetivo del año, debe demostrar que sigue motivado, que la posibilidad de ganar su segundo Wimbledon es más poderosa que la decepción vivida en Roland Garros. En todo caso, Djokovic solo ha jugado una final en Londres, un bagaje que parece escaso para un animal competitivo como él.

En esta ocasión, el de Belgrado, ganador en Wimbledon en 2011, viaja por la parte, a priori, más cómoda del cuadro que le lleva a una semifinal ante David Ferrer o Juan Martín Del Potro, si antes no sorprende algún especialista como Tommy Haas, Milos Raonic o Philip Kohlschreiber.

Nadal, con dos títulos y tres finales en Londres, no tiene nada que demostrar y acude sin presión. El balear se ha dedicado estas semanas a cuidar sus rodillas y ya ha advertido de que lleva dos años sin jugar en las debidas condiciones sobre hierba "y no sé cómo voy a responder". "Tienes que entender la superficie, aprender a saber cómo jugar los puntos, la manera de conseguirlos y cómo enfocar las situaciones", afirma como si fuera un novato y, por ello, lleva ya cuatro días entrenándose en la capital británica. Con esas dudas, cree que jugar la segunda semana sería un buen resultado. En realidad, lo sería cualquiera que mejore la segunda ronda del año pasado, esa derrota ante el checo Lukas Rosol antes de que empezara su calvario de siete meses.