"Bastantes bocas habrán callado"
Jon Ander Albisu se refugia en el caserío de Ataun donde vive con su familia
ataun
DE pequeño era un guindilla", reconoce Jon Ander Albisu (Ataun, 6-V-1990). "¡Pero que conste que era formal cuando tenía que serlo!". Habla el guipuzcoano de cuando iba con la bicicleta, siempre corriendo, acelerado. No escatimaba en esfuerzos, no es lo suyo. "Siempre estaba haciendo algo, de arriba para abajo todo el día", analiza. Está sentado Albisu al pie de un pino enorme que corona la plaza de San Gregorio, el barrio en el que vive. Solo dos hombres juntos podrían abarcar su tronco de tan extenso que es. A su espalda, el frontón cubierto. No lo ve Jon Ander en ese momento. Se acerca tranquilo al pie de la carretera que separa el barrio, da dos pasos hacia la izquierda y dice: "Mira, ves, ahí, detrás de la iglesia". Arriba se ve un caserío. "Es mi casa", relata. En lo alto del segundo barrio de Ataun -que se divide en San Martín, San Gregorio y Aia- duerme a pierna suelta el guipuzcoano. Vive con su familia y, además, dos perros, dos spaniel bretón, padre e hijo. "El mayor tiene ya 8 años", cuenta Albisu. Son con quienes se va a dar paseos por el cielo verde que es el pueblo. "Nos vamos, caminamos y cogemos un poco de aire", concreta Jon Ander. Momentos tranquilos, de quietud y soñar al viento. Foguea a los perros porque es cazador. "Me gusta", espeta y agrega que "suelo ir a palomas y jabalíes".
Cuenta el ataundarra que allí, en el caserío, fue donde "empecé a darle a la pelota". "Tuvo que ser ahí, no lo recuerdo bien, pero sí", comenta mientras a su espalda aún reposa la cancha blanca de San Gregorio. Eran los tiempos de pantalón corto e ilusión a raudales, amarillos ya en el retrovisor. "En la escuela, en el recreo o donde fuera, estábamos cuatro o cinco siempre jugando a pelota. Sin parar", evoca Albisu, quien agrega entre risas que "estudiar estudiaba, pero casi obligado. Mejor ir a jugar con la pelota. ¡Anda que no habré pasado tiempo aquí!". Y tanto le dio que salió pelotari en una familia a la que siempre le ha gustado la mano: "Mi padre jugaba de joven con los amigos. Tenía afición, lo normal. A mi hermano y a mí desde pequeños nos ha gustado". Después, comenzó y terminó el módulo superior de Mecanizado, para acabar por sacar todo lo que tenía dentro del frontón. Características las tenía todas: un físico privilegiado, pura fibra, dos brazos impresionantemente largos y potentes, palanca y dos manos bonitas. Era su momento. Era su camino. Sacó a muchos a garrotazos del frontón, debutó y deslumbró. Recuerda, de su época como aficionado, a pelotaris que ahora están arriba como "Jaunarena, Zabaleta, Idoate...". Pero también se le atragantaba un menudo delantero vizcaino que apenas estuvo un año en la disciplina de Aspe, Ibai Pérez, un efectista que no disfrutó como profesional.
Beloki, un sueño Empezaba julio de 2010 cuando debutó Jon Ander en Tolosa. 20 añitos en sus barbas. Entonces, el sueño tenía nombre y era navarro. "De jovencito el que más me gustaba era Rubén Beloki, me fijaba en él. Cuando entrené con él...", manifiesta y añade, "...se cumplió un sueño". Él era su zaguero fetiche. Creció Albisu entre los Manomanistas de Beloki, sus partidos de verano, sus latigazos y sus momentos de enormidad. Ahora, el de Burlata es su faro. De hecho, ayer mismo el ahora técnico de Asegarce estuvo centrado en el trabajo del ataundarra, de quien solo tiene bonitas palabras. "Es el futuro", comenta siempre Rubén.
Vuelta a San Gregorio. Albisu mastica las horas incómodo: "Lo de las entrevistas, los medios, es engorroso, pero hay que hacerlo". Su ambiente se mueve entre la enormidad de la naturaleza y la particularidad del frontón. Serio y tranquilo, la procesión va por dentro. "Empezarán poco a poco a sentirse los nervios", espeta. Aun así, su semblante está relajado. Más en las distancias cortas que en las lejanas de los partidos, las elecciones de material, entrenamientos y demás parafernalia que rodea a la final. No olvidemos que es un chaval, que suma solo 22 abriles y que tiene un brillo de juventud en sus ojos que le delata. "Tendremos que estar más tranquilos para poder hacer nuestro juego", concreta. Y es que en anteriores fases del torneo esa ha sido su tumba: "El partido de Xala y Barriola igual fue el más complicado de todo el Parejas. Si perdíamos, teníamos opciones de quedarnos fuera. Salimos nerviosos, con mucha presión, pero al final salió bastante bien. Por ejemplo, contra Titín y Merino en Bilbao jugamos bastante bien, con confianza. Pero el encuentro de Xala era diferente. Salimos mal y solo cuando nos dijo Goros que habían ganado, nos relajamos y pudimos hacer nuestro juego. ¡Y casi ganamos!".
descanso y enseñanza Aquel fue el descanso del guerrero, el respiro tras afrontar cuatro meses de dudas y problemas. Empezó Albisu bien el Parejas, pero Pablo, no. Después ocurrió lo contrario, una media de errores enormes por encuentro; nervios, dudas, críticas y tembleques. "Ha sido bastante raro: empezamos bastante mal, perdiendo los cuatro primeros encuentros, pero hemos logrado llegar hasta aquí y ahora toca disfrutar de ello", analiza el de Ataun. El camino de baldosas amarillas que fue el primer torneo de Parejas como titular junto a Pablo -cuando llegaron a semifinales entre elogios- derivó en unos días de incertidumbre tan negra como el infinito. Pero "dimos con la tecla en el momento justo".
Aunque muchas veces se le han achacado nervios, para Jon Ander solamente ha habido un problema. Es tajante. "Las manos". "Mis problemas en este campeonato han sido las manos. Salía con miedo a la cancha y si pierdes tres o cuatro pelotas, le das más vueltas a la cabeza. Aunque estés bien de manos, intentas hacer buena o darle un poco menos. Han sido las manos las que me han mermado, las que me han dejado sin confianza", declara Albisu, quien agrega que "nos dejaron fuera desde el principio, pero hemos luchado para estar aquí, para hacer nuestro juego, para demostrar que valemos bastante más de lo que hablaban".
Parte del problema de Jon Ander fue lo que se movió a su alrededor. Todos los palos que ha recibido, titulares inflamados y palabras de desaliento. "Ha habido momentos duros, pero ahora me toca disfrutar", cavila. "Intento no hacer mucho caso a las críticas, aunque siempre te afectan algo, no se puede evitar. Intento dejarlas a un lado. No obstante, hay mucha gente que me ayuda y por ellos hemos afrontado bastante bien los días más difíciles", dice Jon Ander. En Ataun no se mueve ni un alma, apenas rueda la brisa que hace crujir las ramas. Él no lo ha pasado nada bien. "Este campeonato nos ha ayudado a aprender a gestionar la presión por parte de todos. Ha sido un campeonato duro psicológicamente, pero hemos luchado por estar aquí, para hacerlo lo mejor posible", relata el zaguero.
Al final, la novedad ya había desaparecido y la maquinaria quería carne fresca: "El año pasado no tenía esta presión, esos ojos puestos en mí". Son las expectativas. La senda de Albisu se volvió negra a la velocidad del rayo después de haber sido reluciente. "Debutas y juegas partidos, aprendes a jugar con los profesionales, pero no a afrontar campeonatos a este nivel de exigencia. Al final, este Parejas se volvió todo finales para nosotros, nos dejaron fuera y seguimos trabajando a pesar de todo. Y lo logramos. Aunque el objetivo sea ahora la txapela, porque siempre se quiere más, no tenemos nada que perder. Esto es un gran regalo", determina el zaguero guipuzcoano. Y remata: "Bastantes bocas se habrán callado. No sé si algunos se lo tomarán mejor o peor, pero hemos llegado hasta aquí".
El partido contra Olaizola II e Ibai Zabala fue la confirmación de los destellos presentados contra Titín III-Merino II en la liguilla. Fue el día en el que Albisu se desencadenó, sacó el martillo y se puso a mandar. "Aquí estoy". "En ese encuentro dimos con la tecla. Al final, en la liguilla hicimos un par de partidos buenos, pero la regularidad no llegaba. Contra Aimar e Ibai jugamos mejor, yo recuperé las manos y estuve con confianza", sostiene el de Ataun. Después, contra Irujo y Zabaleta, le salió "un partido redondo". "Yo quedé muy a gusto, salí con la moral muy alta y Pablo, también. Para ellos, igual fue un palo porque han andado muy fuertes. Andamos con confianza, con moral, con ganas", agrega. "Con Irujo y Zabaleta hemos ganado dos veces y hemos perdido una. El partido de Eibar, que vencimos 22-20, fue malo, un partido muy raro. En el Labrit hicimos un gran partido Pablo y yo y nos sube la moral", analiza.
la importancia de Pablo Por supuesto, uno de los pilares de Albisu, como el pino de San Gregorio, ha sido durante estos meses Pablo Berasaluze. El vizcaino, con quince años a sus espaldas en el ruedo profesional, salió al paso de las críticas para controlar a los medios, defendiendo públicamente a su compañero y amigo. También llevó al diván al manista guipuzcoano, serenándole en sus momentos mas tensos y quitando hierro a cualquier error. "Con las críticas me ha ayudado mucho a olvidarme de ello y a atajarlas", dice Albisu, quien prosigue: "Pablo lleva quince años y tiene mucha experiencia. Me ayuda muchísimo tanto dentro de la pelota como fuera". Además, "me quita las pelotas difíciles".
A una mirada desde detrás de la iglesia de su barrio, Albisu contempla el frontón, le queda poco para la final, los nervios apenas aparecen. Es la paz del guerrero antes de la batalla. Una vez acabados los problemas con las manos, solamente queda esperar. "Me toca disfrutar". No será fácil. Previsiblemente, le bombardeen atrás Irujo y Zabaleta. Sus armas residen ahí. Muchos dicen que la llave estará en él, otros que él es el termómetro, la mayoría espetan que sus adversarios son favoritos. "Saldremos a por todas y luego ya veremos". No le quita el sueño. "Pase lo que pase, dormiré como un tronco", finaliza.