bilbao. Al acabar el día Joaquim Rodríguez dice que la gente lo recordará durante mucho tiempo. Puede que se refiera a otro resplandor de talento de Peter Sagan, el fenómeno, que vuelve a ganar con una facilidad insultante bajo la lluvia que riega esta semana la Tirreno-Adriático. O que hable de Nibali, el tiburón, que acaba de darle un mordisco tremendo en la chepa a Chris Froome para quitarle el liderato y destronar al ciclismo británico, el modelo analítico del Sky, la organización y el sistema, para reivindicar la anarquía sentimental de la inspiración como guionista apasionado. Puede ser eso. O puede ser que se refiera a lo que narra Taylor Phinney cuando su día acaba más de media hora después que el de Sagan, Nibali y Purito, los mejores ayer.

Taylor es hijo de Davis, el primer yanqui que ganó una etapa del Tour -en 1984, con el Seven Eleven- y al que apodaban Thor por lo exagerado de los músculos de sus brazos y la robustez de sus muslos. Es también hijo de Connie Carpenter, oro en ruta en los Juegos de Los Ángeles'84 y cuatro veces medallista en los mundiales. La historia de los padres de Phinney habla de superación. Connie explicaba que corría tan rápido en bicicleta porque su madre, Darcy Carpenter, no pudo hacerlo al tener que luchar contra la esclerosis múltiple mientras criaba a cuatro hijos. "Cuando tus padres sufren alguna enfermedad, eso se te mete dentro y te cambia de manera subliminal", cuenta Taylor, marcado por la realidad del Parkinson que conquista ahora a su padre, el poderoso Thor. Ayer, cuando se quedó solo a 130 kilómetros de meta y un trazado de carreteras estrechas y muros imposibles de hasta el 30% que sobrecogió a muchos -Acquarone reconoció que quizás en esta ocasión habían traspasado el límite-, pensó en su padre cada vez que estuvo a punto de bajarse. "Me acordaba de mi padre porque sabía que si él pudiese ser yo este día estaría también 6,5 horas luchando por acabar". Es lo que tardó Phinney. 37 minutos más, fuera de control, que Sagan, Nibali y Purito, que se jugaron la victoria mientras Contador o Froome trataban de salir vivos del infierno. El madrileño, abrumado por los porcentajes, dijo que con mantenerse en pie ya había hecho suficiente, que casi se cae. El inglés, destronado, que cometió varios errores, como no vestirse bien cuando arreció la lluvia y llegó el frío. Se quedó helado. Tieso. En ese paisaje lució Intxausti en su camino hacia el Giro, pero fue arrollado por Nibali cuando este arrancó la moto en los últimos 15 kilómetros y se llevó con él a Sagan y Purito. También asomó Samuel Sánchez, que va entrando en forma y acabó quinto.

Una crono de 9 kilómetros cierra hoy la prueba italiana.

Jalabert, arrollado por un coche Tras ser arrollado por un coche que iba en dirección contraria mientras entrenaba, Laurent Jalabert, exciclista y seleccionador francés, sufrió una fractura de tibia y peroné de su pierna izquierda y, posiblemente, del brazo y la clavícula.