BILBAO. Mientras en el exterior la ola de frío siberiano hacía estragos y congelaba todo lo que cogía a su paso, el Bilbao Arena fue ayer más que nunca un infierno, el averno en el que el Gescrap Bizkaia, vigoroso hasta el límite, exaltado en la interpretación de su bullicioso baloncesto, atrapó en sus llamas al Real Madrid hasta reducirlo a cenizas y alargar este bendito sueño que está siendo la Euroliga. En una demostración sin parangón de amor propio, intensidad, fe y talento, los hombres de negro se enfundaron su mejor traje y, hermanados con una grada que desde el salto inicial entendió a la perfección lo que había en juego, exprimieron a los de Pablo Laso hasta sacarles todo el jugo, reduciéndoles durante gran parte de la contienda a harapos para ganar el duelo, recuperar el basket average (los blancos llegaban con un colchón de 16 puntos) y pasar a ser dueños de su destino para aterrizar en los cuartos de final. Ver para creer.
Lo visto ayer en Miribilla fue, simple y llanamente, la tormenta perfecta. Los de Fotis Katsikaris desplegaron sobre la pista rayos, truenos y centellas y el Madrid no tuvo donde resguardarse ante el huracán que se le vino encima. Y es que los anfitriones, eléctricos, soltaron chispas desde el salto inicial, desplegaron un juego repleto de perfección y el 34-14 del final del acto inicial no fue más que el preludio del glorioso tormentón que estaba por venir. El Gescrap Bizkaia de ayer fue una versión mejorada del equipo que asaltó el Palacio de los Deportes el pasado domingo. Los ataques fueron dinámicos, notablemente construidos y letales, la defensa dejó sin resuello al rival, sobre todo en las cercanías del aro, y el control de lo que acontecía en cancha siempre fue para los locales, que corrieron cuando debieron, ralentizaron cuando tocaba y tuvieron la clarividencia suficiente (y también la fortuna, por qué no decirlo) para poner siempre el balón en posiciones ventajosas. Soltadas las amarras de inicio, con el pedal del acelerador pisado a fondo, los de Katsikaris se desataron hasta llegar incluso a dominar por 31 puntos (68-37) en el tercer cuarto y cuando a partir de ahí los blancos empezaron a jugar por el average y el aire empezó a faltar en los pulmones locales siempre hubo alguien capaz de desactivar las alarmas, nunca faltó un tipo al timón que se encargara de que la nave llegara a buen puerto en perfecto estado de revista.
El trabajo coral fue extraordinario, dominando el duelo tanto física como mentalmente como si se llevara toda la vida jugando este tipo de citas continentales y el gigante del otro rincón del cuadrilátero fuera un novato. Aaron Jackson, crecidísimo tras la bronca final en Madrid, no tuvo rival en cancha a la hora de anotar y dirigir las andanadas (10 asistencias), Kostas Vasileiadis fusiló desde la lejanía como en las mejores noches (cinco dianas de seis tiros), Álex Mumbrú asumió el liderato en todas las facetas y de sus manos salieron con éxito las bolas que más quemaban, D'or Fischer volvió a ser una pesadilla para los interiores rivales, Hervelle y Mavroeidis, titánicos, impusieron su ley a la hora de colocar muy alto el listón de la intensidad cerca del aro, Raúl y Grimau dieron oxígeno y energía, Banic apareció cuando más se le necesitaba… y así hasta el último, hasta ese Janis Blums que ayer volvió a escena tras su lesión de muñeca. En definitiva, no faltaron primeros espadas siempre que hizo falta mientras que el rival, incómodo en todo momento, desorientado casi siempre, naufragaba huérfano de Ante Tomic. Mal asunto para los de Laso si el que tiene que ofrecer resistencia debe ser un Novica Velickovic utilizado como recurso desesperado ante la falta de otro tipo de baluartes. En ese desastre que fue el conjunto blanco mucho tuvo que ver la puesta en escena bilbaina.
A tope de revoluciones Ya desde el salto inicial quedó claro que el Gescrap Bizkaia no salía a hacer prisioneros, sino que comparecía con toda su maquinaria a pleno rendimiento y el cuchillo entre los dientes. Sus números en esos diez minutos iniciales lo dicen todo, pues el 34-14 se construyó a raíz de un baloncesto que rozó la perfección, tanto en defensa como en ataque. De hecho, en ese acto inicial los locales solo fallaron un lanzamiento, deleitando a su efervescente afición con un 9 de 10 en tiros de dos, un 4 de 4 en triples y otro tanto desde la línea de lanzamientos libres. A partir de ahí, los visitantes no pudieron reaccionar porque nunca recibieron un momento de paz para rearmarse. Katsikaris llenó de minas su pintura, con Mavroeidis ejerciendo su ley con su acostumbrada eficacia y entrega, y el Real Madrid fue enredándose cada vez más en la frondosa tela de araña tejida por el bando rival mientras los árbitros, lamentables para ambos equipos por su exceso de celo y sus desconcertantes decisiones, se empeñaban en ofrecer su particular y prescindible festival alternativo.
El 52-26 al descanso era una invitación a frotarse los ojos. Laso, desesperado, echó mano de Velickovic, pero en la reanudación los hombres de negro sacaron petróleo de la muñeca de Vasileiadis y de las tablas de los hipermotivados Mumbrú y Hervelle para que la brecha se abriera incluso hasta el 68-37. Con el Bilbao Arena absolutamente entregado a 13 minutos del final, los blancos, jugando ya a la ruleta rusa de la larga distancia, aprovecharon una rotación de Katsikaris y el cansancio en las tropas rivales para opositar a mantener el average, lo único que quedaba ya en juego. Entre el mencionado Velickovic y los triples de Singler, Carroll y Sergio Rodríguez, los visitantes fabricaron un parcial de 2-17 para limar su desventaja y entrar en el acto final con un inquietante 72-54.
Fischer y Jackson El Gescrap Bizkaia parecía titubear. Concedía demasiados rebotes ofensivos y tiros abiertos, pero los referentes no tardaron en poner las cosas en su sitio. Los tiros abiertos de Fischer abrieron un parcial de 10-3 y las aguas volvieron a su cauce. Cada acercamiento blanco encontró a partir de ahí respuesta en Mumbrú, Hervelle y Jackson y la fiesta acabó siendo completa, aunque posiblemente le sobró la trifulca final entre el base de Hartford y Sergio Llull, cuando el primero se revolvió después de que el segundo cometiera sobre él una flagrante falta fruto de la desesperación y la impotencia del momento. Y es que los blancos fueron ayer muñecos de trapo en manos de los hombres de negro, una tropa que ayer descargó sobre Miribilla la tormenta perfecta, el gran baloncesto que lleva en sus entrañas.
1Jackson opta a MVP Tras sus 28 puntos de valoración (15 puntos y 10 asistencias), el base de los 'hombres de negro' fue el mejor en esta faceta en los encuentros disputados ayer, por lo que opta a terminar la jornada como MVP.
2Otra bronca final Con tres segundos por disputarse, Llull, víctima de la impotencia, cometió una falta demasiado agresiva sobre Jackson, este se revolvió y se formó una tangana que acabó con el de Hartford y Singles expulsados.
3Ánimos para comas Los jugadores del Gescrap Bizkaia aprovecharon el calentamiento para lucir camisetas negras en apoyo a Manel Comas en su lucha contra el cáncer. "Sheriff, zurekin gaude", se leía en ellas.