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El fin justifica los medios

Pese a desperdiciar una renta de 13 puntos a 12 minutos del final por encajar un adverso 20-4, el Gescrap Bizkaia firma su primer triunfo como visitante en un desenlace de infarto que debió evitar

El fin justifica los mediosEFE

BILBAO. Llevaba el Gescrap Bizkaia un par de semanas postrado en el diván de las dudas y las inseguridades, atormentado por su crisis de resultados y por la sucesión de cornadas recibidas en los segundos finales de los partidos. Su panorama liguero se había llenado de nubarrones oscuros, el infierno aparecía ya más cerca que el cielo y la losa que cargaba a sus espaldas ganaba en tonelaje con cada derrota cosechada. Esa funesta lápida, o al menos gran parte de ella, descansa ahora en Zaragoza, donde los hombres de negro fulminaron ayer muchos de sus gafes, sobre todo aquel que les impedía ganar fuera de casa y el que hacía que en la ruleta rusa de los agónicos segundos finales la bala siempre acabara impactando en su sien. Ganaron los de Fotis Katsikaris, se quitaron mucha presión de encima y cogieron moral para ese quimérico intento de jugar la Copa que les obligará a ganar en Valladolid y Santiago y esperar, además, a una rocambolesca carambola, pero lo hicieron por el camino más revirado por deméritos propios, fieles a esa manía tan peligrosa se complicarse la vida.

En un duelo en el que ambos bandos protagonizaron más errores que aciertos -los porcentajes de acierto, paupérrimos, así lo evidencian-, el Gescrap Bizkaia tuvo en su mano vivir un plácido último cuarto, pero lo desaprovechó. Llueve sobre mojado. Un parcial de 0-14 en el arranque del tercer acto, tras 20 minutos iniciales en los que la igualdad fue absoluta, le permitió mandar por 34-47 a 12 minutos del bocinazo final, pero a este equipo le sigue faltando el temple necesario para gestionar las situaciones favorables. Así, a partir de ese instante, en lugar de jugar con los nervios y las prisas del rival, los de Katsikaris cayeron en una espiral de despropósitos que sirvieron para que el CAI encontrara para su intento de remontada una alfombra roja en lugar de un campo de minas. En diez minutos los visitantes totalizaron tres faltas en ataque, una personal de tres tiros, cinco pérdidas de balón, un ataque en el que consumieron los 24 segundos sin tirar y un puñado de triples sin sentido que desembocaron en un doloroso 20-4 que no solo echaba por tierra todo el trabajo realizado con anterioridad, sino que permitía a los anfitriones entrar en los cuatro minutos finales con un 54-51 favorable a sus intereses. Otro desenlace de infarto, otro cara y cruz. Los fantasmas de los últimos enfrentamientos ante Caja Laboral Baskonia y Lagun Aro GBC volvían a aparecerse.

Una sencilla bandeja de Bracey Wright colocaba el empate a 58 puntos a 35 segundos del final y en la siguiente jugada, embarullada, el Gescrap Bizkaia se la tuvo que jugar en un uno contra uno de Aaron Jackson. El base de Hartford soltó una bombita que impactó en el aro, pero tuvo el acierto necesario para arrebatar el rebote de las manos a Pablo Aguilar y anotar una canasta vital. Con 58-60 a nueve segundos del final, Katsikaris ordenó hacer falta ante cualquier atisbo de que un jugador del cuadro maño pudiera lanzar un triple -el recuerdo de San Emeterio silenciando Miribilla sobre la bocina pesó lo suyo- y Roger Grimau, con tino, envió a la línea a Wright. El estadounidense metió el primero, falló el segundo y Mumbrú capturó un rebote que valía por una victoria. El CAI hizo un par de faltas tras saque de banda pues aún no estaba en bonus, pero finalmente Álex pudo contactar con Marko Banic para que el croata acabara estableciendo el definitivo 59-62.

El bocinazo final fue un grito liberador para un grupo humano atenazado por la situación de las últimas semanas, pero el choque de ayer volvió a evidenciar una serie de carencias para las que aún no se ha encontrado solución. Es poco saludable que una plantilla con tanta calidad y experiencia se empeñe en que sus partidos se conviertan en un cara o cruz. Dejar escapar una renta de 13 puntos en un partido de tanteador tan bajo no deja de ser una invitación a que el rival dé la vuelta al luminoso, como así llegó a hacer un CAI que de no haber fallado tantos lanzamientos abiertos quizás podría haberse paseado incluso en los momentos finales. También sigue existiendo un importante margen de mejora en la gestión de las jugadas ofensivas, pues las veces en las que se consiguen tiros liberados o resoluciones en franca ventaja siguen siendo escasísimas. Eso sí, en lo referente a la agresividad defensiva se dio un importante paso al frente, con Jackson robando cinco balones y sus compañeros entorpeciendo líneas de pase, aunque ello desembocara a veces en tiros fáciles del CAI.

Individualidades A falta de claridad de ideas en el juego colectivo, el Gescrap Bizkaia se encomendó a varios de sus puntales que ayer sí que dieron un paso al frente. Aaron Jackson tenía muchos focos sobre su persona y solventó la papeleta con una notable aportación. Sus diez lanzamientos quizás fueron demasiados, pero estuvo muy acertado en los minutos de la verdad y, además, acabó el choque con cinco asistencias y otros tantos robos sin perder ningún balón. También Marko Banic regresó a guarismos más propios de su calidad. El croata volvió a demostrar que cuando se le busca -arranque del tercer cuarto- siempre responde y a pesar de fallar varios lanzamientos abiertos volvió a ser la fuente de anotación más fiable del equipo. Además, D'or Fischer dio mucho aplomo a los sistemas defensivos, Janis Blums se desvivió para no dejar jugar tranquilo a Wright, Mumbrú brilló haciendo el trabajo oscuro... Aunque fuera por el camino más complicado, esta vez el fin justifica los medios. El Gescrap Bizkaia necesitaba ganar y ganó, pero todavía queda mucho trabajo por hacer para que las máquinas funcionen a pleno rendimiento.