Síguenos en redes sociales:

Una deriva muy peligrosa

Su incapacidad para cerrar los partidos vuelve a lastrar al Gescrap Bizkaia, que tuvo el triunfo en sus manos a 21 segundos del final del tiempo reglamentario y perdió tras una prórroga horrible

Una deriva muy peligrosaREPORTAJE FOTOGRÁFICO: JOSE MARI MARTÍNEZ

BILBAO. Ese llamativo, precioso y atractivo papel de regalo que es el hecho de estar clasificado para el Top 16 de la Euroliga no sirve ya para disfrazar la errática trayectoria liguera del Gescrap Bizkaia. De nada vale la guinda si el pastel no hay quien se lo coma. Nadie aprecia los bises de regalo si el concierto es infumable. En esa complicada realidad se encuentra inmerso a día de hoy el equipo de Fotis Katsikaris por deméritos propios, por una serie de defectos cada vez más patentes que le convierten en una ONG en una competición repleta de tiburones prestos a lanzarse a la yugular del que duda. Y los hombres de negro dudan. Vaya si dudan. Lo hacen de principio a fin, atenazados por sus propios temores. De aquel equipo descarado y seguro de sí mismo no queda prácticamente nada. La osadía se ha convertido en descontrol, la seguridad ha dado paso a la vacilación y así resulta imposible cerrar los partidos. Las derrotas se suceden, los problemas crecen y urge un golpe de timón antes de que la herida se gangrene. Solo una carambola harto improbable acabaría con los bilbainos clasificados para la Copa, pero lo más preocupante es que la brecha con los puestos continentales es cada vez más grande y que el sótano del descenso está a un único triunfo.

La matinal de ayer aunó todos y cada uno de los males que asuelan a día de hoy al Gescrap Bizkaia, sobre todo esa incapacidad endémica para dar carpetazo a los partidos sin conceder segundas y terceras oportunidades al rival, algo que aprovechó el Lagun Aro GBC para llevarse el derbi del Bilbao Arena. A 21 segundos del final, Raúl López completó una certera penetración, pero falló el tiro libre adicional, quedando el marcador abierto pero bien encarrilado para los intereses locales (78-75), más aún cuando a 12 segundos de la bocina Jimmy Baron erró dos lanzamientos desde la línea de personal, algo insólito. Pero como todo lo que va mal es susceptible de ir a peor, Betts capturó el rebote ofensivo y dio la oportunidad Sergi Vidal de clavar el 78-78. Con 7,9 segundos en el reloj, Sito Alonso ordenó hacer falta, pero Banic, siguiendo con el cúmulo de despropósitos, no acertó ninguno de sus dos tiros libres y el Gescrap Bizkaia aún tuvo que agradecer que Javi Salgado no pudiera armar una última jugada de ataque y el choque, al igual que en el anterior curso, se marchó a la prórroga. El tiempo extra de los de Katsikaris fue, simple y llanamente, pésimo. Horrible. Ataques sin sentido, penetraciones suicidas, tiros que no tocaron ni el aro... Ante este panorama, los visitantes, jugando a favor de viento, se encomendaron a Vidal y Panko, superlativos ambos en los momentos de la verdad, y se llevaron una victoria que merecieron más que los anfitriones.

A ese final de ruleta rusa, en el que una vez más la bala acabó en la sien bilbaina, se llegó por otro paupérrimo partido de los anfitriones. Mientras que los de Sito Alonso siempre fueron capaces de fabricar situaciones ventajosas para sus pilares (Panko, Vidal y Baron), el juego ofensivo de los hombres de negro volvió a carecer de fundamento. Jackson sigue en horas bajas y sin su verticalidad la maquinaria se gripa, convirtiéndose los ataques en sucesiones de pases sin orden ni concierto que no hacen más que consumir el reloj de posesión. Al Gescrap Bizkaia le cuesta horrores surtir de balones a sus referentes, a los supuestos poseedores de galones, y cuando lo logra lo hace sin la continuidad necesaria, a rachas. No se explotó la superioridad de Banic sobre Panko en las cercanías del aro hasta bien entrado el segundo acto y, a pesar de dar resultado, ya no se volvió a explotar esa vía; y tampoco la jerarquía de Mumbrú sobre Vidal al poste. Tampoco se entiende que Katsikaris no activara a Raúl López hasta que faltó 1:13 para que concluyera el tiempo reglamentario cuando el base catalán estaba siendo, por mucho, el jugador más acertado en ataque. Y los Expedientes X no terminan ahí. Grimau estuvo pletórico en los triples pero seleccionó muy mal sus penetraciones (1 de 7 en tiros de dos), Vasileiadis estuvo sobresaliente yéndose hacia dentro pero falló como una escopeta de feria desde la larga distancia (1 de 10 desde los 6,75), Fischer acabó con solo un rebote y sus compañeros se siguen empeñando en darle pases picados en lugar de bolas por encima del aro... Vamos, un cúmulo de despropósitos que convierten los partidos en todo un galimatías y las situaciones ofensivas en complicadísimas ecuaciones imposibles de solucionar para un grupo humano que ha demostrado muchas veces que se mueve más cómodo en la improvisación que en la sobreelaboración.

Llueve sobre mojado Los eternos puntos débiles del Gescrap Bizkaia fueron evidentes desde el arranque del duelo, impidiendo una buena gestión del partido. Tras un primer cuarto igualado, la explosión anotadora de Baron en el segundo acto, con triples de más de ocho metros, puso en órbita al Lagun Aro GBC (30-38), obligando a Katsikaris a poner algo de orden en sus filas, a activar de una vez la clarividencia de Banic y lograr llegar así al ecuador del duelo sin que la sangre llegara del todo al río (40-42).

En la reanudación, con los árbitros ofreciendo un absurdo festival de errores y compensaciones -su labor perjudicó a ambos conjuntos-, el Gescrap Bizkaia cuajó sus mejores minutos. Con Blums ejerciendo de secante sobre Baron y López asumiendo la responsabilidad ofensiva, los de Katsikaris firmaron un parcial de 11-3 para lograr su máxima renta del partido (64-56), renta que los visitantes tiraron abajo en un abrir y cerrar de ojos con la contienda ya en sus diez minutos finales, colocando a su adversario contra las cuerdas. Con más fortuna que acierto, los anfitriones se las ingeniaron para llegar a esos 21 segundos finales del tiempo reglamentario en situación ventajosa, pero volvieron a dispararse en el pie, ampliando una deriva muy peligrosa que amenaza con echar por tierra sus objetivos si la vía de agua no se tapona de inmediato.