BILBAO. Solo había transcurrido un cuarto de hora desde el final del partido y Miribilla ya era trending topic en Twitter. El Gescrap Bizkaia, diabólico y desatado, superlativo, acababa de conquistar el infierno turco, ese Sinan Erdem Arena que arrancó la velada rumboso para acabarla congelado, y su hinchada, esa volcánica marea negra, preparaba ya, desatada, el averno en el que se convertirá el Bilbao Arena el próximo jueves, cuando albergue la madre de todas las batallas deportivas, ese duelo al sol contra el Baskonia que tiene todos los ingredientes para convertirse en el encuentro más importante de la historia del club bilbaino, pues una victoria, imperativa eso sí, daría prórroga a ese sueño que es disputar el Top 16 de la Euroliga y podría dejar en la cuneta al vecino alavés. Los hombres de negro se ganaron ayer el derecho a mantener viva la ilusión de dar un paso más en su imparable progresión y entrar en ese exclusivo club que forman las mejores franquicias del continente merced a otro ejercicio hermanado con el más difícil todavía. Debían salir victoriosos de territorio otomano y lo lograron, demostrando que a este grupo humano le va la marcha, lo complicado, que este colectivo da lo mejor de sí mismo en las citas más efervescentes, cuando parece encontrarse entre la espada y la pared sin posibilidad de error.

Los pupilos de Fotis Katsikaris dieron continuidad a esa inmejorable rampa de despegue que supuso el triunfo ante el Valencia el pasado sábado y jugaron un encuentro digno de quitarse el sombrero, inmaculado, extraordinario de principio a fin. Dominaron en todo momento el marcador y el ritmo del partido, llevaron al rival por la senda que más convenía a sus intereses y el Fenerbahce, abrumado, se descompuso como un castillo de naipes. La intensidad bilbaina fundió a los de Spahija, en cuyas tropas solo James Gist (hasta el descanso) y el todoterreno Emir Preldzic jugaron al nivel que la ocasión requería. Escasos recursos para frenar a un Gescrap Bizkaia que funcionó con la precisión de un reloj suizo y con la contundencia de un martillo pilón. Fiel a su ADN, los visitantes hicieron acto de presencia impregnados de osadía y ardor guerrero, comparecieron con el cuchillo entre los dientes en labores defensivas y su propuesta no encontró adversario capaz de frenarla. Aaron Jackson exprimió sus poderosas piernas para rajar de par en par la retaguardia otomana, D'or Fischer activó sus muelles para convertirse en el dominador de los tableros y a la pareja estadounidense no le faltaron compinches gustosos de sumarse a la fiesta. El 6-15 de mediados del acto inicial no fue más que una declaración de intenciones, ya que a partir de entonces el Fenerbahce nunca bajó de los seis puntos su desventaja, una brecha que los visitantes llegaron a colocar en 22 puntos (52-74) en el amanecer del último cuarto.

Tras una complicada y dura travesía por el desierto, algo que ya ocurrió el pasado curso, el Gescrap Bizkaia parece saber ya a qué debe atenerse en cancha si quiere salir victorioso. Electricidad y baloncesto con filo, esos son sus mejores compañeros de viaje. Juego veloz y defensa asfixiante, esas son sus señas de identidad. Ayer supo aplicar a la perfección todos estos rasgos para completar su mejor actuación del presente curso. Ya desde el salto inicial, los de Katsikaris tejieron una frondosa tela de araña alrededor de su aro y consiguieron enfangar las ofensivas turcas mientras que acometían contra la canasta rival con extremada facilidad. El base de Hartford, renacido en las últimas comparecencias, fulminó a velocidad de vértigo a todos sus pares y no solo engordó su casillero de puntos, sino que facilitó el lucimiento de sus compañeros, sobre todo de un Fischer que volvió a convertirse en señor feudal de la pintura, jugando por encima del aro en lugar de perder efectividad lejos de él. Además, como perfectos lugartenientes, Roger Grimau ofreció soluciones ofensivas desde el banquillo, ya fuera jugando al poste, penetrando o anotando desde el perímetro, Marko Banic dio un paso al frente tras el descanso (ocho de sus diez puntos llegaron en los últimos 20 minutos) y Janis Blums volvió a ametrallar desde los 6,75. El resto de la tropa no brilló en el capítulo individual, pero hizo lo necesario para que la rueda nunca dejara de girar.

En progresión Tras ese 6-15 con el que arrancó la contienda, el Fenerbahce intentó aferrarse al marcador de la mano de Gist, pero un parcial de 1-15, con tres triples incluidos, entre el final del segundo acto y el arranque del tercero, colocó un apabullante 34-54 que allanó sobremanera el camino a recorrer por el Gescrap Bizkaia. Intentó reaccionar el Fenerbahce de la mano del Preldzic, pero los visitantes estaban ya desatados e incluso la suerte se enfundó los colores negros, como en un triple casi desde el medio campo, y a la media vuelta, de Grimau sobre la bocina. Tras el 52-74 en el último cuarto tras triple de Vasileiadis, los de Katsikaris se sintieron ya ganadores. Ni siquiera una sequía anotadora de más de cinco minutos y un 10-0 adverso les hizo flaquear. El averno turco era ya territorio conquistado por un grupo humano que tiene su hogar en ese infierno llamado Bilbao Arena, que el próximo jueves ante el Baskonia volverá a entrar en ebullición para convertirse en juez del pasaporte continental en la madre de todas las batallas deportivas.