bilbao. Cambió la pelota de fútbol por la bicicleta, una Marotías flaca y legendaria, porque le sedujeron aquellos locos rebeldes del KAS -Fuente, Ocaña, López Carril, Perurena...- que no claudicaban ante Merckx, un puño en bicicleta. Eusebio Unzue (Orkoien, 1955) corrió solo tres años, los tres de juveniles, en el club de Irurtzun y desde entonces siente una enorme adoración por los ciclistas, su vida agónica, su heroísmo. En 1974 se bajó de la bicicleta y cogió el volante del Reynolds aficionado. Ahí sigue. Dice que por rebeldía. Lo ha visto todo pasar: el Tour, el Reynolds, el Banesto, la década dorada de los 90, el infierno del 98... Ha visto a todos pasar: José Miguel Echavarri, Arroyo, Perico, Indurain... Ha intuido su propia retirada: "Después del último Tour me vi fuera del ciclismo porque nadie respondía a mi llamada de auxilio". Hasta que Movistar descolgó el teléfono.
Hace 40 años...
...yo corría en bicicleta. Tenía una grandísima Marotías, que en aquel momento era el artesano de moda. Recuerdo aquel cacharro con mucho cariño.
¿En quién se fijaba?
Eran los años de Merckx y Ocaña, pero, sobre todo, era la época del KAS. Yo soy una consecuencia de ese equipo. Mis héroes eran todos los que luchaban contra Merckx. Perurena, Carril, Fuente, Ocaña... fueron los que mi hicieron desviarme del fútbol.
Corrió tres años en juveniles, 1971, 72 y 73.
Y fue suficiente. Me sirvieron para darme cuenta de lo mucho que había que sufrir encima de una bicicleta. Aquello me hizo adquirir una especie de adoración hacia los chavales y la gente que estaba en este deporte tan agónico. No quería seguir corriendo, pero me encantaba el ciclismo, me quedaba tiempo y empecé a colaborar con los hermanos Legarra, que llevaban el equipo juvenil y habían montado una estructura aficionada.
Con Reynolds como patrocinador.
1974 fue su primer año. Entonces todavía no conocía a José Miguel Echavarri. El primer encuentro con él fue en 1979, en el hotelito que su familia tenía a las afueras de Iruñea. En aquel lugar empezamos a plantear, junto a la gente de Irurtzun, la posibilidad de pasar al profesionalismo. Reynolds llevaba ya siete años en las categorías inferiores. Tenía una amplia percepción de lo que era aquello y Juan García Barberena, director de la factoría, nos preguntó cuánto costaría hacer un equipo profesional. Lo hicimos con 12 millones de pesetas. Salimos con aquellos chavales del equipo amateur y algún refuerzo como José Luis Laguía o Greciano del Alamo. Fuimos osados.
¿Con qué se encontraron?
Con el ciclismo.
Claro.
Me refiero a que aquello que vivimos hace 31 años tiene poco que ver con lo de ahora, principalmente porque nosotros ya no somos aquellos jóvenes ilusionados y aventureros, pero el elemento común sigue siendo el mismo: el ciclismo gira en torno a la bicicleta y los ciclistas.
Pero el ciclismo sí ha evolucionado.
Sí, eso sí, claro. Entonces todo era más básico. Teníamos menos medios. Pero suplíamos esas carencias con ilusión. Éramos un grupo de chavales que debutaba en la categoría, que no tenía experiencia. Para nosotros todo era nuevo. Fue una gran aventura.
¿Aquellos ciclistas eran diferentes?
El ciclismo sí era diferente por los coches, el material, los métodos de preparación... pero los chavales... ay, los chavales. Yo veo ahora mismo a los jóvenes que pasan y salvo que son de la generación de los móviles, las blacberry, los iPhones y esas cosas, siguen siendo para mí como aquellos de los 80, chavales impacientes que necesitan aprender.
A Echavarri le conoció en el 79.
José Miguel fue un hombre novedoso. Aportó originalidad a este deporte. Fue consiguiendo poco a poco todo lo que se propuso porque era un hombre muy tozudo. No paraba hasta llegar a donde quería. Yo fui afortunado de crecer a su lado.
Fue por tozudez que fueron al Tour del 83 cuando ningún equipo estatal quería ir.
José Miguel fue un inconformista. El hecho de haber compartido experiencia profesional con Anquetil en el Bic le marcó. Su mentalidad era bastante afrancesada. Por eso convirtió el Tour en un gran objetivo del equipo en el momento en el que este país los equipos no querían ir.
Y allí se presentaron ustedes.
Sí, con aquel grupo de chavales inexpertos: Perico, Arroyo, Laguía... Éramos todos unos críos: José Miguel, yo, Francis -Lafargue-. Y resulta que si hubiesemos sabido entonces lo que sabemos ahora habríamos ganado aquel Tour. Nos conformamos con el segundo puesto de Arroyo y el desparpajo de Perico en la montaña, pero descubrimos la magia y la grandeza del Tour. Aquello condicionó nuestra vida
Para siempre.
Sí, para siempre. El Tour nos marcó. Ya se sabe lo que vino después: Perico en el 88, la era Indurain, Olano, Zulle, Valverde, Óscar -Pereiro-...
Ha pasado usted la vida creando equipos. ¿No se cansa?
Me canso pero me recupero. Cada inicio de año soy una persona nueva e ilusionada.
¿Qué le impulsa a seguir?
Ahora mismo, el propio ciclismo. Que siga es un acto de rebeldía. Me rebelo contra esta pérdida de imagen que padecemos. Es cierto que somos víctimas de nuestros propios errores, pero no admito que seamos tratados de esta manera tan desproporcionadamente injusta.
¿Qué es lo que le parece injusto?
Que la totalidad del ciclismo sufra los errores de unos pocos.
¿Quién trata injustamente al ciclismo?
Un poco todos. Nosotros mismos damos motivos con nuestros fallos, es cierto, pero no sé... Mira este año: en el Tour se han hecho casi dos mil controles y solo ha habido un problema. Pero claro, fíjate de qué envergadura. Eso hace que se hable del ciclismo de manera global, generalizando, lo que nos hace un daño enorme a todos. Estas cosas nos desacreditan. Y así, los patrocinadores no llegan o huyen despavoridos.
¿Hay motivos para seguir creyendo en este deporte?
A mí me basta uno solo: ver a esos chavales cómo luchan, cómo se preparan, de todo lo que se privan, el sacrificio que esta profesión les exige.
¿Se ha visto fuera del ciclismo?
Me he visto tan fuera del ciclismo que más que de continuidad tenemos que hablar de que Movistar es un parto. Nunca perdí la esperanza, pero cuando terminó el Tour y no habíamos conseguido atar nada pensé que en el caso de conseguir algo iba a ser un equipo para tratar de sobrevivir. No pensaba en sacar algo en la línea de lo que habitualmente teníamos.
Luis Abril, secretario general de la presidencia de Telefónica, le llamó tarde, después del Tour, para decirle que Movistar desembarcaba en el ciclismo.
Tuve dudas de si aquello era verdad. Me quedé pensativo, incrédulo. Llegué a temer que fuese una broma. Tardé tiempo en reaccionar y en darme cuenta de que no estaba soñando, de que aquello era verdad. Ese momento quedará marcado en mi vida como uno de los más especiales y emotivos.
¿El Movistar tiene algo de sus equipos anteriores, Reynolds, Banesto, Illes Balears y Caisse d"Epargne?
Cada proyecto tiene su espíritu porque hay un espacio de tiempo que los hace diferentes. Pero es verdad que siempre ha habido un hilo de continuidad entre ellos. Se fueron dando relevos unos a otros. Esta vez empezamos de cero, o casi. Sigue habiendo una pequeña unión, pero el punto de partida es diferente.
¿En qué?
Partimos con mucha más fuerza. Y con más variables de los que haya podido haber en los tres cambios que hemos vivido desde que comenzamos con Reynolds.
"Ahora se corre para cuidar la imagen". Lo dijo usted no hace mucho.
Es así. "Honrad la marca" es uno de los grandes mensajes que dio el otro día, durante la presentación del equipo en Madrid, Luis Abril. Corremos para respetar la imagen, la marca de un patrocinador. Ahora mismo en el ciclismo eso es tan importante o más que las victorias. Actualmente rendimos culto al escrupuloso cuidado de la imagen.
¿Por eso debuta el Movistar en el ciclismo con un equipo que no aspira, en principio, a ganar ninguna grande?
Tampoco es eso. Lo importante es lograr el equilibrio entre el aspecto deportivo y el de la imagen. Este año no partimos con un ciclista del que podamos decir: "Vale, este nos va a llevar al podio del Tour". Pero con la plantilla que tenemos tampoco descarto que alguno de nuestros corredores pueda dar un salto de calidad puntual que nos haga estar en la foto final de alguna de las grandes. De todas maneras, no es algo que me preocupa. Ni a mí ni al patrocinador porque podemos ir a cualquier carrera con opciones de ganar.
¿A la espera de Valverde, que puede volver a correr en 2012?
Yo estaría encantado de ello. Sigo teniendo toda la fe en él. La idea es que esté con nosotros.