Duración 39 minutos. 15 reales.
Saques 4 de Irujo.
Pelotazos 334 pelotazos a buena.
Tantos en juego 6 de Irujo, 2 de Barriola y 3 de Xala.
Errores 3 de Irujo, 1 de Barriola, 3 de Xala y 7 de Begino.
Marcador 1-0, 7-1, 8-2, 11-3, 12-3, 16-4, 17-4, 18-5 y 19-7.
Incidencias Buena entrada en el Santi Brouard de Lekeitio.
Lekeitio. Rugía el Santi Brouard en una algazara incomprensible. El público bramaba. Los aullidos no llegaban a la cancha. Abel Barriola haciendo oídos sordos a las palabras del público, que vitoreaban un duelo que, a priori, tenía vitola de alta alcurnia, se centraba en su propio ritmo: veloz como un rock, suave como un valls, pausado como una ópera, contundente como un rap y corrosivo como el punk. Una manera de moverse que recuerda a los púgiles, un movimiento de piernas que hipnotiza bajo el parpadeo de sus zapatillas, que suben, que bajan, que nunca se arrastran por el suelo, que se mueven raudas por el frío suelo del frontón. Y es el leitzarra consciente de su capacidad pulmonar, culpable en buena medida de sus movimientos rítmicos, elegantes pero duros. Un binomio complicado, como el que forma con Juan Martínez de Irujo, que barrió de la cancha a Xala y Begino.
Así, con Barriola danzando, el delantero de Ibero se dedicó a aportar pegada. Yves y Aritz, desdibujados, se afanaron en una propuesta más estática. El de Lekuine, demostrando que tiene la rodilla mejor, se colocó entre el cuadro cuatro y el cinco para aprovechar su volea en pos de quitar pelota al de Auza, más retrasado. No funcionó. No encontraban el ritmo.
El diapasón era Barriola, que, en su trabajo de zaguero, afinó las cuerdas a su compañero en los cuadros alegres y éste lo recompensó rellenando su hoja de servicios con seis tantos marca de la casa. Con la táctica contraria anulada, los colorados no hicieron prisioneros. No debían. No sería ético. De este modo, la nota adecuada resonaba en el frontis mientras, perplejos, los azules eran incapaces de hacer sangre en el bando adversario.
Fue en el cénit del encuentro, ya había muerto toda esperanza azul, cuando el concierto de Barriola dio el bis esperado. Fue en el último tanto. Xala e Irujo en el frente. Atrás, los cuadros largos parecía una estepa: ancha y desolada, de clima extremo; el leitzarra no estaba. Con el cuero a ras de suelo, los dos delanteros buscaban coronar un duelo de diferente canción. A punto de besar el suelo, Abel cruzó el cuero, acabó con el recital y guardó el diapasón entre el griterío.