Bilbao
dE pequeño me gustaban mucho las espadas". Lo desvela Josu Sevilla, un espabilado tirador de 12 años, de cara pícara y dicharachero carácter. Es campeón de España de esgrima en la categoría M-12. Es uno de los chavales que casi todos los días de la semana se pasa por el polideportivo de Artxanda para entrenar, para batirse en duelo, como le gustaba hacer cuando era un niño y fantaseaba con la espada de juguete. Ahora, de blanco inmaculado, se oculta tras la careta, máscara de anonimato, con un guante desafiante y un arma que concentra el poder. Es un mosquetero del siglo XXI. El juego se esfumó en el pasado. "Tienes que tener muchos reflejos, tienes que pensar mucho, pensar lo que va a hacer el rival y poder engañarle. Es un deporte mental", observa Josu. Él es uno de los vizcainos que practica esgrima. Hay más de 150 licencias en este Territorio Histórico repartidas entre los tres equipos que se esparcen por Bilbao y Leioa. Allí están los dos clubes Sala de Armas, en los polideportivos de Artxanda y de Sakoneta, respectivamente. En el colegio de La Salle de Deusto está el tercero, el club Maestro Suñé. "En Bizkaia estamos siempre en progresión, en quince o veinte años se ha triplicado el número de tiradores de esgrima. El Sala de Armas de Bilbao es el más importante de Bizkaia porque estamos en la Primera División de este deporte. Es mucho nivel, más grande que nuestras infraestructuras y horas de entrenamiento", expone José Ignacio Anguísola, técnico tanto en Artxanda como en Sakoneta.
Las cinco pistas abarrotadas por el ruido del cruzar de las espadas y los pitidos que musicalizan cada combate son testigos de la calidad del club de la capital vizcaina. Tres campeones de España tiene en sus filas: David Rámila, en espada masculina individual (2002), Laura Vicario, en florete femenino individual (2003) y Mercedes Orbea, en veteranos (2002 y 2003). "Compitiendo hay un grupo de 20 tiradores de nivel nacional, y unos 40 practicantes a nivel autonómico", señala Anguísola. Precisamente él fue la primera persona que compitió en el Estado en los años noventa representando a Euskadi después de 30 años de anonimato vasco. "Yo llevo desde 1985 en este mundo. Empecé como un alumno del maestro Suñé, que viene de una saga de maestros desde finales del siglo XIX. Ellos han mantenido la esgrima siempre en Bilbao. Así como en Donostia o Gasteiz ha habido una época en la que no había esgrima, aquí sí y además, como tradición familiar", indica el maestro del Club Sala de Armas.
Pero ahora soplan nuevos aires para la esgrima, este deporte se viste de un tono lúdico, se suma al divertimento y por eso incrementa el número de adeptos. "La gente está cambiando de mentalidad; personas que están llegando a este deporte que hace diez años ni se les ocurría. El nivel de ocio y recreación es cada vez mayor. Cada vez la gente viene a hacer esgrima simplemente como otro deporte, para sudar, como quien va al gimnasio. Siempre ha habido una idea del esgrima como una cosa apartada. Pero cada vez más la gente se quita el miedo, es más atrevida, lo prueba y le gusta. En esta sala del polideportivo de Artxanda habrá unas sesenta o setenta personas a la semana. Se entrena todos los días, menos miércoles, desde las 18.00 hasta las 22.00", afirma Anguísola.
TRES DISCIPLINAS Con aires melancólicos, la esgrima es el único deporte de origen español que ya estuvo presente en los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna. En Atenas, en 1896, bajo la iniciativa de Pierre de Coubertin. Él mismo era esgrimista. Esa primera cita olímpica incluyó las competiciones de florete y sable, ambos en categoría masculina individual. La espada se introduciría en los Juegos siguientes, en los de París, de 1900. "El florete es un arma de estudio, se enseña siempre a los niños, es el arma de base con la que se aprende la técnica, es el arma menos pesada", explica Anguísola, quien aclara que una de las diferencias entre las tres modalidades es el "blanco válido". "En el florete es el tronco; en la espada, todo el cuerpo y en el sable, de cintura para arriba".
Habla el maestro de las virtudes de este práctica, de las cualidades que sirven de atracción, de las que enganchan. "Es una lucha de ideas, es un deporte muy táctico, muy psicológico y también muy técnico, tienes que manejar la mano muy bien y hay que tener buenas piernas". Además, añade Anguísola un matiz más: "Para la gente que es muy nerviosa, la esgrima te hace frenarte. A la gente muy temperamental le sirve para eso. Y a los que son al revés, el hecho de ponerse una careta les da alas, se olvidan de su timidez". Y descubre el técnico una vertiente: la esgrima escénica. Muchos actores de teatro dan clases porque "este deporte les da coordinación, y mejora todo lo que es la expresión física".