Las cenizas del akelarre
Pablo Berasaluze y Aritz Begino vencen a Irujo y Beroiz tras un mal partido
Duración 67 minutos.
Saques 1 de Pablo Berasaluze.
Pelotazos 502 pelotazos a buena.
Tantos en juego 12 de Irujo, 8 de Berasaluze y 4 de Begino.
Errores 3 de Irujo, 5 de Beroiz, 4 de Berasaluze y 4 de Begino.
Marcador 7-0, 7-3, 8-3, 8-5, 9-5, 9-9, 13-9, 13-11, 14-11, 14-13, 15-13, 15-14, 18-14, 18-17, 19-17, 19-21, 20-21 y 20-22.
Incidencias Buena entrada en el Labrit de Iruñea.
bilbao. La cancha del Labrit es un suelo especial, mágico. Con conexiones místicas, como tantos rincones de la sierra de Aralar, donde sorginas y demás personajes danzaban alrededor de una fogata e invocaban a sus dioses oscuros. En esa tierra pagana ya triunfaron en verano, bajo la vigilancia de San Fermín, Pablo Berasaluze y Aritz Begino. Salieron de Iruña aclamados como héroes. Pero ayer llegaban bajo el influjo de una constelación de estrellas y una alineación de planetas muy diferentes: Tenían que vencer a Irujo, el imbatido ídolo local.
La cosa empezó mal...de hecho, no podía empezar peor. Los trucos y las pólvoras del de Ibero cegaron a la pareja de Asegarce en los primeros tantos. El brillo de la hoguera, la misma belleza del akelarre dejó fuera de sitio a Pablo y Aritz. La puntería del delantero se perdía entre los aullidos del graderío y la potencia del gigante de Auza parecía no valer para arrugar a Beroiz. Tras siete sonrojantes tantos, un giro de muñeca imposible de Berasaluze anuló el vértigo que produce quedarse en el cartón cero. A partir de ahí comenzó una lucha titánica. Tanto en la delantera como en el fondo de la cancha la pelea se fue igualando: 9-9. El partido creció entre errores de los cuatro pelotaris. Los azules perdían el alma por sobrepasar a Irujo y castigar a Beroiz, quien con el paso de los minutos se fue viniendo abajo, adormeciendo con el calor de la fogata. Entre tanto desastre, Irujo mantenía el tipo e hizo engordar el marcador hasta un 18-14 que parecía encaminarle a las sexta victoria consecutiva y, para colmo, Pablo se consumía. Sus piernas no le obedecían y flotaba entre los vapores del fuego.
Pero si alguien sabe de akelarres, de ritos frente a un frontis, es Roberto García Ariño. El botillero de Asegarce supo parar aquella locura a tiempo. Ante la mirada de Etxaniz, revolvió entre las cenizas de la fogata y rescató el alma de Pablo Berasaluze. Ariño sabía que el partido lo ganaría Begino, pero necesitaba que Pablo no se lo hiciese perder.
Sus palabras mágicas surtieron efecto. Del 18-14 se pasó a 19-20. Begino se convirtió en el dueño y señor de la cancha, ayudado por un Berasaluze que llegó a tiempo del limbo para contrarrestar las estocadas de cirujano de Irujo. El 20-22 final se firmó con el enésimo bombardeo a Mikel Beroiz, quien abandonó el Labrit enfadado consigo mismo y escuchando las palabras de consuelo de un Irujo que asimilaba esa sensación extraña que dejan las derrotas. Ya no se acordaba de lo que es perder. Con tres puntos Pablo y Begino se meten en la pomada por las semifinales. Vuelven justo a tiempo, renaciendo de las cenizas, de los rescoldos de una hoguera. Esa que supo remover con atino García Ariño para salvar sus almas de la vorágine del akelarre.