Kneecap, un tiro a la rodilla generacional
Kneecap, tiro en la rodilla. Un nombre que implica toda una declaración de intenciones de un grupo musical de Belfast. El kneecap era el castigo con el que el IRA marcaba a aquellos miembros de la comunidad que rompían las reglas. Un brutal castigo que cientos de jóvenes sufrirían por robar, transgredir normas o traficar con drogas. Un término que se ha vuelto a poner de moda en la Irlanda del Norte posterior a los Troubles, el período de violencia que asoló aquella región desde finales de los 60 hasta 1998; gracias a un trío musical que hace rap en irlandés, al mismo tiempo que rompe en añicos con todos los estereotipos y normas de conducta de la sociedad norirlandesa. Un auténtico tiro en la rodilla generacional que visitará Kobetamendi mañana viernes.
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Pero Kneecap es algo más que música. Su alma y esencia es la reivindicación, y la más clara, el idioma que utilizan para sus letras, el gaélico. Kneecap logró su primer triunfo al convertirse en la primera banda de rap en llegar a conectar con el público mainstream en irlandés. Un idioma que hablan habitualmente en la isla unas 80.000 personas y que comparte la oficialidad con el inglés en ambos lados de la frontera. El trío de Belfast no solo ha logrado poner en las emisoras de radio de medio mundo el irlandés, también ha conseguido conectar el gaélico moderno con las nuevas generaciones de irlandeses de toda la isla.
La banda, con sus estrofas transgresoras y directas, ha demostrado que una lengua minorizada puede llegar a ser un idioma universal y que sus letras pueden tararearlas jóvenes de todas las naciones. Esta ruptura de estereotipos no se queda únicamente en el idioma. Mo Chara, Móglai Bap y DJ Próvai van más allá rompiendo todos los moldes de la sociedad católica irlandesa. El mayor ejemplo, su película Kneecap. Un biopic, mezcla del Trainspotting de Danny Boyle, En el nombre del padre de Jim Sheridan y las 8 millas de Eminem. Un giro de tuerca a las películas sobre el conflicto irlandés que, desde el mundo del republicanismo, pone patas arribas todos nuestros prejuicios acerca de lo que la Irlanda del Norte post-troubles es. La misma presentación del film en Sundance, subidos sobre el típico coche policial de Irlanda del Norte, con bombas de humo en las manos, deja claro cómo el trío de Belfast sabe utilizar los símbolos políticos del Ulster para llamar la atención.
El film utiliza el mismo truco, contando de manera ficticia el inicio del grupo, mientras que enlaza una crítica y una broma continuas a lo que rodea la vida de un joven católico en la Irlanda del Norte actual. No deja títere con cabeza. Todos los símbolos tradicionales de los republicanos irlandeses, su catolicismo y el papel de la Iglesia, el IRA, las relaciones con la comunidad protestante, las drogas o la violencia de los paramilitares disidentes, todos son puestos en paréntesis y, en cierta medida, transgredidos.
Como uno de los miembros de la banda explica en una secuencia, los miembros de Kneecap son parte de la generación que surgió de la paz. Y, como Kneecap enseña, ha llegado la hora de que esa generación escriba su historia. A partir de ahí, el grupo de Belfast reescribe los códigos de conducta de los nuevos jóvenes norirlandeses. Lo primero son las drogas. El trío rompe un tabú en una sociedad en la que el consumo y el tráfico de drogas se pagaban con un tiro en la rodilla o, en caso de reincidir, hasta con la muerte. De ahí que su reivindicación del consumo de estupefacientes vaya más allá de un alegato a favor de la libertad personal o simple hedonismo juvenil. La persecución por parte de un grupo paramilitar disidente autoencargado de erradicar el consumo de drogas contra el trío muestra bien a las claras que todavía existen grupos armados que siguen creyéndose vigilantes de su comunidad.
Republicanismo tradicional
Pero, a pesar de cierta ridiculización del activismo del IRA, en la película encarnado en el personaje de Michael Fassbender, y del mensaje contrario a la vuelta de las armas y la violencia, Kneecap no deja de recurrir a elementos del republicanismo tradicional y a su contenido político. El más claro, el pasamontañas con la bandera irlandesa de Dj Próvai, nombre este que es la traducción al gaélico de Provo, término por el que se les conocía a los militantes del IRA Provisional. El grupo no desdeña la escenificación de la simbología del republicanismo para ser utilizada como medio de provocación y llamada de atención.
Al mismo tiempo, Kneecap se ríe del papel de la Iglesia católica, de las marchas orangistas que durante décadas elevaron la tensión entre ambas comunidades, e incluso de las relaciones amorosas entre ambas comunidades, con un romance intenso entre uno de los componentes del grupo con la hija unionista de una policía norirlandesa. Pero todo ello sin renunciar a un republicanismo irlandés, que, hoy en día, se identifica más con el idioma, la música, o los problemas generacionales de la juventud, y ya no con la violencia, el sectarismo y la política radical, como lo hacía en tiempos de sus padres. Todo ello hace de Kneecap un auténtico tiro en la rodilla de una nueva generación que no conoció la violencia y que tampoco quiere conocerla, pero que se reafirma en su republicanismo, aunque de otra manera, superando un pasado al que no quiere volver.
Sin embargo, este pasado no parece del todo superado, de ahí que el momento en el que una banda que profana la historia como Kneecap haya surgido ahora no sea de ninguna manera una coincidencia, pues Irlanda del Norte vive uno de los momentos más decisivos de las últimas décadas. El Nuevo IRA reagrupó a partir de 2015 a los restos del IRA Auténtico con otros grupos armados republicanos con el fin de retomar la violencia, que se hizo realidad en 2019 con el asesinato de la periodista Lyra Mckee. Cuatro años después, intentó asesinar al detective jefe John Caldwell, tiroteándolo delante de su hijo y dejando claro la intención de los activistas de volver a reactivar la violencia en las calles del Ulster. Una amenaza que aún continúa, a pesar de los rumores de una posible negociación para el abandono de las armas. Pero la violencia no solo acecha por el bando republicano, como reflejan los recientes disturbios raciales en Ballymena, de mayoría protestante.
Kneecap supone un tiro a ese pasado de violencia que la mayoría de los jóvenes quieren dejar atrás y también a esa nueva ideología tóxica de ultraderecha que recorre Europa. Con sus banderas palestinas y su provocación política, Kneecap ataca a las conciencias y a lo establecido. Sin negar sus raíces republicanas, pero dejando atrás aquello que incendió el pasado reciente, Kneecap apoya a los gazatíes y la causa palestina en sus conciertos. Recientemente, uno de los integrantes del grupo ha tenido que enfrentarse al juez por haber enarbolado una bandera de Hezbolá. Kneecap no solo hace rap en irlandés, Kneecap es un disparo al pasado de Irlanda del Norte. Kneecap es el grito de una generación que rechaza la violencia como otras herencias del pasado, al mismo tiempo que apunta hacia nuestras rodillas y nuestras conciencias, para que paremos la violencia, por ejemplo, en Gaza.