El 26 de abril de 1937, la Legión Cóndor alemana y algunos aviones italianos bombardearon Gernika, destruyéndola en su casi totalidad. Durante más detres horas, la villa fue sometida a un ataque masivo de bombas explosivas y al ametrallamiento de sus habitantes. Este sábado en la localidad vasca no sonaban las bombas, sino la música que salía de un violín que también había sobrevivido a uno de los actos más devastadores de la historia: la bomba atómica de Hiroshima. El instrumento se ha convertido en un símbolo de la esperanza y la resistencia ante la tragedia.
Como avance a los actos conmemorativos del bombardeo que se celebran en la villa foral, el Árbol de Gernika ha sido testigo hoy de un recital muy especial. impactó en la ciudad de Hiroshima. La presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui Biteri, el responsable de la ONG Kids´ Guernica Minoru Watanabe e integrantes de la Mesa de la Cámara vizcaina, han escuchado los dos temas bajo la sombra del emblemático roble. Se trata de la popular The Song of the Birds /El Cant dels Ocells y uno de los himnos antibelicistas más famosos de Japón como es el What the dead man left behind.
Un violín con una historia muy peculiar
La joven violinista japonesa, con solo 21 años de edad, ha cautivado al público de todo el mundo desde su precoz debut en solitario en 2019 en el Carnegie Hall de Nueva York y en el Musikverein de Viena. Con un amplísimo y sorprendente repertorio ya ha actuado con orquestas en Japón, Austria, Bulgaria, Grecia, Estados Unidos e Italia.
Hoy, lo ha hecho en Gernika bajo la tutela de la organización Kids’ Guernica, nacida en Japón hace treinta años con motivo del 50 aniversario de la bomba de Hiroshima, y con el instrumento de sello ucraniano que sobrevivió al bombardeo de la ciudad nipona. El instrumento que ha tocado fue propiedad de un maestro ruso que sobrevivió al brutal ataque con la primera bomba atómica y había sido construido por un luthier ucraniano en 1920.
Sergei Palchikoff, que pertenecía a una familia aristócrata, luchó contra la Revolución Rusa antes de huir y se estableció en 1922 en Hiroshima con su esposa y sus tres hijos. Encontró trabajo tocando el violín en un cine que proyectaba películas mudas. Más tarde daría clases de música en una escuela solo para mujeres, que contaba con una reconocida orquesta femenina, algo inusual en aquella época. El 6 de agosto de 1945, a las 8:15 a. m., cayó una bomba atómica sobre Hiroshima. Palchikoff y su familia se encontraban en casa a unos 2,5 kilómetros de la zona cero. “Mi abuelo buscó repetidamente en la casa destruida y finalmente encontró el violín. El violín era algo especial para él. Le ayudó a ganarse la vida en el extranjero. Lo llevó consigo cuando salió de Rusia”, explicó su nieto.

Kid's Guernica
Kids’ Guernica, un proyecto artístico cultural que fomenta la cultura de la paz entre la población infantil de todo el mundo, se presentó el miércoles en Azkuna Zentroa - Alhóndiga Bilbao. Organizada por el Ayuntamiento de Bilbao y Juntas Generales de Bizkaia, la muestra se compone de dos murales pintados por niñas y niños de Ucrania y Japón y se enmarca en la conmemoración del bombardeo de Gernika.
Kids’ Guernica fomenta el arte como herramienta de expresión y reconciliación. La inspiración para estos murales por la paz nace del Guernica, el universal cuadro de Picasso, concebido como testimonio del horror que acarrean las guerras. Partiendo de este legado artístico, niños y niñas de todo el mundo crean estas obras colectivas, en las que trasladan un mensaje de paz y solidaridad global.
En Bilbao se muestran hasta mañana dos de estas obras que conectan dos comunidades que saben bien lo que es sufrir una guerra como son Japón y Ucrania.