“Un concierto dramatizado”. Esa es la propuesta para hoy de Loraldia Festibala con el espectáculo Aztia, que se desarrollará hoy en el Kafe Antzokia de Bilbao, a partir de las 19.30 horas y con entradas a 12 euros. Al frente aparece el grupo euskaldun de pop rock Don Inorrez, nacido de las cenizas de Bide Ertzean, que presentará sus últimas canciones con la ayuda de Metrokoadroka, en una propuesta que aúna música, danza y teatro en el contexto de “un seminario sobre la felicidad”.
La música del cantante Imanol Ubeda y el batería Karlos Arancegui, las letras y la dramaturgia de Oier Guillen y la danza butoh de Ainhoa Alberdi que remite al desastre nuclear de Japón, bajo la dirección artística de Idoia Beratarbide, confluyen en Aztia, un espectáculo colaborativo, a modo de “concierto dramatizado”, entre el grupo Don Inorrez y el laboratorio creativo Metrokoadroka.
El espectáculo toma cuerpo a través de un supuesto “seminario sobre la felicidad” en el que el protagonista, Patrika Zabalegi, “especialista en todas las terapias del mundo” y el hechicero del título –y del disco homónimo editado por Don Inorrez– habla de “autoayuda, provocador” en unos tiempos abonados para el desencanto y la desesperación. El protagonista reivindicará que “la felicidad es solo el principio”, con la esperanza de que todo comienzo puede ser el fin de algo.
Entre bailes y la dramaturgia discurrirá la música del grupo guipuzcoano, liderado por los ex Bide Erztean Imanol Ubeda y Arancegui, y las letras de Oier Guillan, que surgieron de un monólogo y que cobraron vida en Aztia, el disco grabado en Cádiz, en los estudios del productor Paco Loco, ex Australian Blonde. Ellos son la base del espectáculo de Loraldia, que pivota sobre una decena de canciones cortas que abre Nire istorioa y cierra Hil egingo zara.
Vida y muerte
Un tránsito de la vida a la muerte –"la flor es hermosa porque se marchita", canta Ubeda– a través de un mayoritario regreso a los pasajes más power pop de los inicios del grupo, como constatan cortes directos y a la mandíbula como Patrika Zabalegi nauzue o Nire loreak, con su encanto melódico, los 'parapapas' de los coros, las batería contundentes y las guitarras eléctricas afiladas y punzantes. El espectáculo ofrece también espacio para las baladas con notas de piano clásico y melancólico; tiempos medios con la distorsión acechando en segundo plano o claramente pop en Autolaguntzaren aztia y Konstelazioak, y pasajes más oscuros como Munduko min gehienak, que remite a Tom Waits.
Los textos de Guillan se refieren a un hechicero que disecciona este presente oscuro y desencantado, lo que nos ocurre entre la vida y la muerte: la política, la soledad, la necesidad de compartir y la felicidad, ya que, como canta Imanol, “la felicidad es solo el principio” si se tiene esperanza, y “la mayoría de los sufrimientos del mundo se alivian si alguien se percata de ellos”.