Venía de hacer historia con el rock y el glam de Ziggy Stardust, envuelto en una debacle de alienación y drogas, cuando David Bowie dio uno de los grandes y recurrentes virajes de su carrera para abrazar el soul. La música negra, sus saxos, sus bases rítmicas potentes y la guitarra de Carlos Alomar regurgitan todavía en Young Americans (Parlophone. Warner), medio siglo después. El disco, que incluía su himno Fame, cumple medio siglo esta semana y se reedita en curiosos formatos de vinilo mejorados en sonido. 

Para celebrar el 50º aniversario de Young Americans, editado el 7 de marzo de 2075 en Gran Bretaña y un mes después en Estados Unidos se publican dos nuevos formatos en vinilo del álbum con el que Bowie logró su primer n.º 1 en EE.UU.: en vinilo picture disc -con un póster impreso- y vinilo negro, ambos prensados a mitad de velocidad para mejorar la calidad del audio del que fuera el noveno disco de estudio del mito británico fallecido el 10 de enero de 1916.

Young Americans es consecuencia de un viaje de su autor a Estados Unidos, el país que había lanzado a sus héroes entregados a los sonidos afroamericanos, de Aretha Franklin a Marvin Gaye, pasando por The Temptations y hasta The Jackson Five. A algunos de ellos incluso pudo disfrutar en directo en la sala neoyorquina Apollo tras descubrir los estudios Sigma Sound de Filadelfia y caer rendido ante el Philly Sound.

A caballo entre los citados estudios y los posteriores de Record Plant, ya en Nueva York, Bowie, que vivía un estado personal marcado por la fatiga, la paranoia y el consumo excesivo de drogas, dejó atrás las guitarras eléctricas de Mick Ronson, las plataformas, las lentejuelas y los slips mínimos, para abrazar el r&b y el soul vestido con trajes elegantes, tirantes incluidos, y con el apoyo de la guitarra de Carlos Alomar y los coros del cantante Luther Vandross. 

La banda, que se nutrió con varios miembros del antiguo grupo de Bowie, se acopló durante varios días en el estudio de Filadelfia. “No había nada organizado y los ensayos no dejaban de ser una enorme jam session”, explicó Vandross, fallecido hace casi 20 años. Corría agosto de 1974 y realizó otra sesión allí en noviembre, ya con el productor Tony Visconti como apoyo. Juntos grabaron un disco mítico, poblado de bajos groove, coros omnipresentes, elegantes cuerdas y fogosos saxos bajo el liderazgo de un Bowie siempre pálido y demacrado tras el fin de su matrimonio con su primera esposa, la modelo y actriz Angie Barnett. 

Abriendo un nuevo horizonte a su corpus musical, con lo que denominó “plastic soul”, el autor de Heroes, que en aquel tiempo solía apoyarse en un bastón, nos entregó clásicos de elegancia sensual y bailable como el tema titular, y baladas de una emotividad estratosférica como la melancólica Win, que sirvió de inspiración a Beck y Prince e incluía un guiño incluido a Otis Reading, además de un saxo heterodoxo de David Sanbourn.

El disco incluía también un Fascination de groove funk liderado por la Gibson de Alomar; la balada funk Right, que podría haber firmado Isaac Hayes y en la que Bowie realiza una simbiosis perfecta con sus seis coristas, o Can You Hear Me, que provenía de las sesiones del disco anterior pero elevó su estatus con una orquestación a lo Barry White y una sentida declaración de amor, al parecer, a Ava Cherry, una de las coristas con las que Bowie coqueteó.

Apareció John Lennon

Claro, el disco contenía Fame, el único tema del álbum que resistió el paso del tiempo, el que se convirtió en uno de los himnos de su autor y el que logró, hace 50 años, su primer n.º 1 en EE.UU. Lo curioso es que la canción llegó a última hora, cuando el repertorio estaba grabado. 

Y llegó, como la versión de Across The Universe, de The Beatles, en clave de balada rockera y algo fuera de contexto por el contenido del álbum, tras un encuentro de Bowie con John Lennon en Nueva York. Este aportó tenues coros y piano en Fame, ese clásico que hablaba de los peligros de la fama, algo que el dúo conocía de primera mano. Aunque si la canción es hoy historia, se debe a su cálido groove y el duelo de la guitarra funk de Alomar y la rockera de Earl Slick. Las últimas incorporaciones dejaron fuera buenas canciones: la perla soul Who Can I Be Now, el r&b con cuerdas It’s Gonna Be Me y la maquetera Aftwer Today. Y otra versión grabada en aquellas sesiones, el It’s Hard To Be A Saint In The City, de un lampiño Springsteen, rockero y con cuerdas.

El álbum vio a Bowie ampliar sus horizontes musicales una vez más, abrazando lo que él llamaba “Plastic Soul” y le daría a Bowie su primer sencillo número uno en los EE.UU., Fame, coescrito con John Lennon y el entonces guitarrista de Bowie, Carlos Alomar. Estuvo parcialmente influenciado por el Philly Sound y fue grabado en Filadelfia durante un descanso de la gira Diamond Dogs con una banda que incluía, entre otros, al incondicional de Bowie, Mike Garson en los teclados, junto con el fallecido Luther Vandross en la voz y David Sanborn en el saxofón.

Bowie se sumergió en la música soul y creó un nuevo personaje llamado The Gouster, un término del argot para un personaje callejero moderno. Una primera versión del álbum con este título se publicó en el boxset Who can I be now? (1974-1976).

Cuando la gira se reanudó, Bowie reelaboró ​​radicalmente la lista de canciones para incorporar el nuevo material y despojó la elaborada producción de la gira para reflejar una dirección musical radicalmente nueva. Al final de la gira en diciembre de 1974, las sesiones continuaron en The Record Plant y, mientras grababan en Nueva York, Bowie se conectó con John Lennon, donde grabaron una versión de Across the universe de The Beatles y una nueva composición colaborativa, Fame en Electric Lady Studios. Las sesiones de Nueva York fueron coproducidas por David y el ingeniero de Record Plant, Harry Maslin.

Bowie optó por no hacer una gira después del lanzamiento de Young Americans, y en nueve meses, había seguido adelante nuevamente, lanzando su siguiente álbum, Station to station, y reinventándose una vez más en la personalidad de The Thin White Duke (El Duque Blanco)