Seguro que resultaría exagerado hablar de renacimiento, pero no de un nuevo punto de vista. La compositora y cantante estadounidense Sharon van Etten, artista que partió del folk emocional y cuya música ha ido mutando con las enseñanzas de Nick Cave, Pj Harvey, Nine Inch Nails, Beth Gibbons o Liz Phair, ha dejado su faceta de autora para sustituirla por la de líder de una banda, su trío de acompañamiento, al que ahora denomina The Attachment Theory.

Con él ha publicado el séptimo álbum de su carrera, repleto de sintetizadores, letras de amor, vida y mortalidad, y tonadas melancólicas y de ambiente afterpunk. 

Al igual que Cat Power, Van Etten no es la misma artista ni persona -maternidad incluida- de hace década y media, cuando debutó con Because I Was In Love. Su proceso de cambio, advertible desde Are We There, se consolidó con sus dos trabajos más recientes: Remind Me Tomorrow, el de la adictiva Seventeen, y We’ve Going About All This Wrong, donde los teclados y sintetizadores le comieron terreno a las guitarras entre cierta oscuridad y texturas sintéticas.

Portada del álbum DEIA

Sharon Van Etten & The Attachment Theory (Jagjaguwar. Popstock), su disco actual, lleva más allá esa nueva visión artística de la estadounidense, que ahora se presenta como líder de una banda, no como artista en solitario.

Y comparte título, portada e imagen, bastante oscura y gótica, por cierto, con un trío formado por Jorge Balbi, Devra Hoff y su principal lugarteniente, el teclista Tenny Lieberson.

Van Etten, que sufrió depresión y ansiedad durante la pandemia, ha compuesto y grabado su decena de canciones en colaboración total con su banda por vez primera, proceso que asegura que le ha ofrecido “la libertad” para dejarse llevar.

Diferente

Sin hacer caso al temor, consiguió “la liberación”, asegura. “A veces es emocionante, a veces da miedo, a veces te sientes estancada. Es como si cada día fuera un poco diferente, simplemente estar en paz con lo que sea que estés sintiendo y con quién seas y cómo te relacionas con la gente en ese momento”, asegura. 

Vida y mortalidad

Su lucha por “mantener una sensación de apertura” y consciente de que “mis sentimientos cambian todos los días”, Van Etten vuelve a cuestionarse -y a sus oyentes- como ser humano, mujer y madre con otro disco en el que se tumba en el diván para reflexionar sobre la vida y la muerte, y lo que nos sucede en su entretiempo: las dudas, el dolor, el amor, la tiranía de los media, antiguos y de nueva generación, el respeto, la incomprensión, la ocultación de los sentimientos, la compasión…

Sharon Van Etten & The Attachment Theory se abre con Live Forever y su sonido -un mar de sintetizadores, bajos profundos y una percusión electrónica marcada que va progresando en épica- de corte sintético, con una voz que emula a la de Annie Lennox.

Éxitos

No en vano, estas canciones se grabaron en los estudios The Church, donde ella y Dave Stewart grabaron buena parte de los éxitos de The Eurythmics. Al contrario que hacían Oasis en su canción homónima, a ella, ante la posibilidad de la vida eterna, le entran la dudas y nos lanza la pregunta: ¿te apuntarías, tomarías la sustancia que te la facilitaría?

Después llega el hit, el pop bailable de Afterlife, capaz de animar cualquier local cool con su melodía -con un sinte entre New Order y Depeche Mode- y un ambiente no exento de tensión. Y sigue lanzándonos preguntas: “¿te veré en el más allá?” Hecha para una fan conocida tras su muerte, abre el camino a un repertorio de tono oscuro y arreglos afterpunk aunque se disfrace de baladas sinuosas y sensuales como Trouble, en la que se refiere a esas ideas o partes de nosotros mismos que escondemos a quienes queremos porque “no queremos perderlos”. 

El tono oscuro, propio de los 80 y 90s y con una voz que a veces suena envolvente y otras más prístina, llega a una de sus cimas artísticas con Idiot Box, con su bajo afterpunk, un frío sintetizador y riff tenue de guitarra.

"La belleza inherente de la vida"

Algo similar sucede con esa mezcla de pospunk y nueva ola que es Indio, que aporta las guitarras más nítidas y aguerridas del disco, y en los momentos más rítmicos y bailables, en los casos de I Can’t Imagine (Why You Feel This Way), con reminiscencias de Siouxie, o Somethin’ Ain’t Right, que parece espoleada por el espíritu de Talking Heads y un riff de guitarra entre The Cure y, nuevamente, New Order. 

Casi al final, aparece la monocorde y ambiental Fading Beauty, en la que le canta a “la belleza inherente de la vida”, y nos regala en el cierre I Want You Here, con voz clara, sin filtros, una percusión que va cobrando protagonismo y una emoción en progresión en sus seis minutos de reivindicación del amor. “Te quiero aquí, incluso cuando duela”, canta Van Etten. Incluso cuando el mundo se derrumba. Es, quizás, cuando más necesitados estamos de él.