Cuando Camila Läckberg soñaba con ser escritora, su máxima aspiración era lograr vivir de ello y “trabajar desde casa en pijama”. Hoy, convertida en reina superventas de la novela negra y empresaria polifacética, utiliza su voz en favor del empoderamiento femenino. “Las mujeres deberíamos estar un poco más enfadadas”, dijo ayer en rueda de prensa en Madrid, donde presentó Sueños de bronce, el cierre de su trilogía sobre Faye Adelheim, una mujer que apuesta por la venganza y se hace rica.

La autora, célebre por su serie sobre los crímenes de Fjällbacka –de la que habrá una decimosegunda entrega pronto–, ha vendido hasta ahora más de 39 millones de ejemplares en 70 países. También es guionista de series, ha escrito libros infantiles y de cocina, diseña joyas y tiene su propia marca de vino.

Läckberg (Fjällbacka, Suecia 1974) sostiene que las mujeres reciben “una presión enorme” para ser “las mejores madres, esposas o empresarias” y se enfrentan a “reglas invisibles” diferentes a los hombres. “Se espera de nosotras que además seamos amables, cariñosas, que cuidemos a todo el mundo y eso nos detiene en nuestro desarrollo como seres humano”, dijo, “creo que deberíamos ser más desagradables”.

La constatación de esas reglas diferentes la ha vivido en carne propia. Hace diez años, cuando tenía 40 y conoció al que es su tercer marido y “el amor de su vida”, trece años más joven, los tabloides y revistas en Suecia se pasaron dos o tres años escribiendo sobre ello y no paró de recibir comentarios en Instagram, algo que no sucede, señaló, cuando es a la inversa.

“Pasa algo curioso con los hombres de mi edad, aspiran a tener novias que parecen sacadas de Onlyfans, pero quieren que se comporten como sus madres, es un contraste perturbador” dijo la escritora, que ha recomendado a las mujeres que salgan con hombres más jóvenes.