Sole Giménez, la excantante de Presuntos Implicados, sigue festejando sus cuatro décadas de trayectoria musical junto a sus seguidores con su espectáculo Celebración, en el que agrupa un repertorio que va del pop al bolero, la bossa y el soul, con temas propios y de su anterior grupo, temas como Aguas de marzo, Alma de blues, Cómo hemos cambiado, Todas las flores, Ramito de violetas… Este sábado actuará en el Teatro Campos de Bilbao, a las 20.00 horas, con entradas a 32 euros.

Parece que fue ayer, pero han pasado ya 40 años desde que el trío Presuntos Implicados, con Sole al frente, se juntó para hacer sus primeras canciones, temas como Sed de amor y En la oscuridad, incluidos en su disco De sol a sol (1987). “!Y no nos hemos dado cuenta! Lo importante es que aquí seguimos, con salud y cumpliendo sueños, lo que es un privilegio”, explica la valenciana nacida en Francia.

“Siendo sincera, no esperaba tener una carrera tan larga. No pensaba dedicarme a la música siendo joven aunque me gustaba cantar y lo hago desde siempre, desde los 11 años, pero estudié Bellas Artes. Dedicarme a la música me parecía inalcanzable, no se me pasó por la cabeza”, confiesa la vocalista. “Una vez dentro de Presuntos y al ver que funcionaba, me dije que era mi pasión y que tenía mucha suerte”, apostilla.

Su exitosa carrera con el trío, que dejó himnos como Cómo hemos cambiado, Todas las flores, Mi pequeño tesoro o Mil mariposas, se truncó 23 años después. Ella tuvo que desenvolverse en un mundo de hombres, como le ha sucedido recientemente a Leire Martínez, la ya excantante de La Oreja de Van Gogh. Lo dejó y el grupo siguió adelante con otra vocalista. “Al final, había muchos desencuentros entre nosotros y aposté por ser más feliz y dejar de trabajar en algo tan exigente como un grupo que vivía un ambiente desagradable. La vida te da sorpresas, aquí sigo”, se jacta.

De celebración

Sole, devastada por la dana que ha asolado su tierra, lleva embarcada en la gira Celebración desde febrero del año pasado, cuando grabó un disco homónimo en el Palau de las Arts de Valencia. “Fue algo maravilloso que me recordó una conocida. Yo no caí que cumplía 40 años de trayectoria. Y lo celebramos porque soy mucho de celebrar”, indica la vocalista, que califica de “otro sueño” poder contar con la colaboración de varios artistas. “Fue una delicia tener a mi lado a Serrat, que acababa de dejar la música, y un gran regalo, como el de contar también con Miguel Poveda y Antonio José”, apostilla.

Ahora conozco mejor todo y a mí misma, pero la ilusión de hacer cosas nuevas y por cada concierto siguen ahí. Esto es un regalo, pero sé más cosas. Los años dan sabiduría”, explica a este diario Sole, que ha sido protagonista de un cambio de ciclo en el mundo de la industria musical.

“Nada que ver con cuando empecé, es otro mundo. Hay que comprender, entender y aceptar. Son universos diferentes, pero el origen de las canciones en lo íntimo, con la guitarra y la voz, sigue igual. Otra cosa es cómo llega a la gente y la interacción con ella. Hay más contacto con el público y sabes mejor lo que opina, lo que es muy chulo”, defiende.

“Eso sí, la música está patas arriba con los dichosos algoritmos, lo que lo distorsiona todo. Ellos deciden qué suena y qué no; son la antítesis de la emoción. Si la música no emociona más allá de entretener, pierde parte de su esencia”, justifica Sole, que, parafraseando una de sus canciones más conocidas, asegura que el público es su mejor tesoro. “La gente es el soporte del artista, por eso me suelo quedar a saludar a la gente tras los conciertos. Me gusta conocer su visión e historias. Sin ellos no estaría aquí, ellos dan sentido a todo nuestro trabajo”, concluye.