El milagro se repitió de nuevo anoche en el BEC, abarrotado por 11.000 personas que acudieron a vitorear, cantar, bailar y, en definitiva, vivir el repertorio de clásicos euskaldunes que les ofreció Ura Bere Bidean. Y la magia se volverá a reproducir esta noche con la unión de una veintena de músicos, entre ellos Izaro, Jorge Drexler, Zetak, Gatibu, Kalakan, ETS, Eñaut Elorrieta o Celtas Cortos, con la BOS y la Sociedad Coral de Bilbao, dirigida por Fernando Velázquez.
Sacamos del baúl de los recuerdos aquella joya –Los jueves, milagro– de Berlanga para titular el cuarto Ura Bere Bidean que ayer, otra vez, volvió a vivir el BEC. Unas 11.000 almas, seguramente diferentes pero unidas por la pulsión de su amor a la música y al euskera, coprotagonizaron, con lo participantes, otra velada repleta de aplausos y emociones incontenibles desatadas por unas canciones que no son ya de los músicos sino de todos, de quienes estaban allí y de quienes no consiguieron entrada.
Lo decía Tom, vocalista de Bulego, que anoche cantó Bueltan da y Zure begi horiek, que empezábamos a vivir como normal algo inusual que este proyecto colaborativo logra, que la unión en torno a la música euskaldun se traduzca en un espectáculo que nos unifica en lo importante a través de una cita que, por sonido, luminotecnia, pantallas, fuego y escenografía, incluidas esas pulseras a lo Coldplay que cobran vida propia, está a la altura de los artistas internacionales, trabajo de Iñaki Irastorza mediante.
Tras los adelantos ofrecidos como calentamiento por Olatz Salvador y Mikel Urdangarin de sus discos actuales, por separado y desde las 19.00 horas, el espectáculo, las luces y las pantallas cobraron vida con un video nuevo de Elektrizatea, de Zea Mays, que cumple 25 años, entre imágenes de agua corriendo libre en las pantallas y el primer envite de la orquesta y el coro con un grupo, Kalakan, cuyas voces y percusiones propulsaro Kantuz y Sagarra jo!, que dieron testigo a la dulce Esti y su aita, Mikel Markez.

Aquello siguió al nivel máximo con otro mix, este de folk y pop aunque orquestal, con los recuperados Sorotan Bele y su vocalista compartiendo pista con la gente, y dos de las nuevas voces femeninas euskaldunes, las de Olaia Inziarte y Salvador, compartiendo Behe klasekoa. Sin prejuicio alguno, la juventud le cedió el micrófono a Aiora Renteria para interpretar Kemena, como anticipo a colegas veinteañeras como la voz de Nøgen o Izaro, que compartió la dulce y humanista Errefuxiatuena con Urdangarin.
Por entonces ya se habían lucido Celtas Cortos, con Cifuentes al frente y camiseta pro Palestina, en su interpretación muy aplaudida del clásico de Oskorri Aita semeak. Desde Valladolid y sin complejos, con el mismo cariño que demostraron los rockeros Reincidentes al atacar con pasión Gure hizkuntza, en la que, metafóricamente, hincaron entre aplausos la rodilla ante Urko y Oskorri… y el pueblo vasco, como ya hiciera Rozalén el año pasado y anoche repitió Jorge Drexler, que tras interpretar Todo se transforma con estribillo en euskera, y ayudado por la voz de Idoia, tendió más tarde un puente idiomático y cariñoso con Oi ama Eskual Herri… y salió vivo del envite de cantar.
Con un público entregado a Eñaut Elorrieta y su Itsasoa gara, a un volador Francis (Doctor Deseo) con Aiora en Abrázame, al doblete electrónico de Zetak o al heavy metalero de Haika mutil de los Su Ta Gar, con la coral sobresaliente, llegó una segunda parte que, por entrega y alegría en el graderío y las sillas de pista, parecía, como avanzó Velázquez, como adelantar Olentzero y Reyes Magos, y sumarles vacaciones y un cumpleaños. La nobel Süne con triki y el debutante Janus Lester se alternaron con repetidores como ETS con Maren; los rockeros Gatibu, a quienes pidieron un bis; Huntza; Celtas Cortos de nuevo con el himno bilingüe 20 de septiembre o Iñigo Etxezarreta, quien entre el delirio, entregó Aukera berriak, cantado entre el público. La oportunidad quedó congelada en el BEC hasta la seguramente exitosa celebración de hoy.