Cansado, pero contento tras una nueva edición, Rebordinos sigue fiel a su lucha contra la censura y contra la polarización política, al tiempo que valora la ovación a Nevenka Fernández, la visita de Johnny Depp al Hospital Donostia, la presencia de Pedro Sánchez y la situación del cine argentino.
La Concha de Oro a Albert Serra dice una vez más que no hay que juzgar las películas antes de tiempo.
-Gane o no gane la película, para mí es exactamente lo mismo. Entiendo la polémica sobre los toros, lo que no puedo entender es que alguien pida que se censure una película. La gente de Pacma ha sido muy educada a la hora de dirigirse a nosotros y se agradece, pero detrás de la polémica hay algo importante y es que nadie puede censurar. Es una manifestación artística que trata un tema complejo y muy polémico como son los toros, pero no se erige ni como defensora ni en lo contrario. La película ha ganado la Concha de Oro y ha sido seleccionada por un montón de festivales. Va a tener un recorrido muy fuerte porque como obra artística es muy poderosa.
Como obra artística sí pero, ¿como obra comercial?
-Albert Serra nunca ha hecho cine comercial, pero un festival tiene que ser una muestra donde haya todo tipo de cine. Serra ha ganado la Concha de Oro y hemos clausurado con Vivir el momento, que es una película llamada a hacer mucho dinero en taquilla. En un festival puede haber espacio para todo.
En su agradecimiento, Serra comentó que el Zinemaldia llevaba mucho tiempo detrás de la película.
-Sí. Sabíamos del proyecto y él pensaba que podía ser más para Donostia que para otro país porque creía que podía ser mejor entendida aquí. El Festival de Cannes estuvo interesada por ella, pero no llegó a tiempo porque tenía una postproducción de sonido muy fuerte. A nosotros nos gustó muchísimo y la cerramos. Ha llegado justita, lo hizo el viernes y la proyectábamos el lunes cuando las otras lo hicieron con quince días mínimo para revisarlas.
En el pase de la película se acercó a varias personas de Pacma para hablar con ellas.
-Había tenido antes una correspondencia de emails con una persona de Pacma. Con la polémica del año pasado con el documental de Josu Ternera la gente no fue muy respetuosa pero ellos, sí. El debate sobre los toros era interesante, pero hay una línea roja y es la de que alguien pida la censura de una película. Simplemente hablé con esta persona y le invité a ver la película. Le mandamos una entrada y supongo que habrá ido. Creo que es interesante debatir y puede haber un diálogo de puntos de vista diferentes. Un festival está también para crear esos debates. Tenemos un departamento que se llama Pensamiento y debate desde el que hemos organizado muchísimas conferencias, mesas redondas y encuentros para intercambiar opiniones.
Aún así, la polémica saltó en el último minuto, cuando la película ya llevaba un tiempo anunciada.
-Supongo que saltó cuando la gente de Pacma escuchó alguna de las declaraciones de Albert Serra, que ha confesado que le gusta la tauromaquia. Los que conocemos su obra sabemos que es un personaje al que le gusta la polémica y un gran cineasta. Desde Pacma me decían que el director había dicho que de alguna forma ponía en valor los toros. La película la discutimos dentro del equipo y decidimos seleccionarla, pero después de verla no sabíamos si era a favor o en contra de los toros. Nadie puede negar que es cruel picar a un animal y matarlo, pero también muestra ese otro mundo del torero, que otros encuentran artístico. Es una película muy honesta y cada uno podemos sacar nuestras conclusiones. A mí me costó verla porque no tolero la violencia contra los toros. Nunca he ido ni me interesan, pero hay gente que encuentra cosas y esa violencia no es suficiente como para acabar con el espectáculo. Vivimos en un momento en el que parece que todo el mundo tiene la razón absoluta. Yo no la tengo.
Más allá de la Concha de Oro, ¿qué valoración hace del palmarés?
-Hemos tenido una Sección Oficial muy potente. A veces lo pensamos, pero luego los críticos no estáis de acuerdo. No ha sido el caso. Hemos tenido grandes nombres del cine mundial y el palmarés ha tenido a la mayoría de las películas que más habían gustado. Se han quedado fuera Mike Leigh y Costa-Gavras, pero para eso está el jurado. Ha sido una selección muy especial y muy variada. El jurado ha tenido un trabajo bastante duro porque son películas muy difíciles de comparar. ¿Cómo comparas un musical postapocalíptico como es The End con la de Albert Serra?
Ha sido variado en cuanto a géneros, pero en muchas se ha repetido la temática de la muerte y de los últimos días de vida.
-Elegimos películas que nos gustan y luego vemos si hay temas recurrentes. Hay dos líneas que han atravesado la Sección Oficial: el cine de género, con un musical, una comedia, una de terror y una especie de thriller, y una vía más social con On Falling, que habla de los nuevos pobres, y la parte de los mayores y los cuidados paliativos. El cine no deja de ser un reflejo de la sociedad y no es casualidad que esos sean los dos grandes temas. En Europa hay un problema de pobreza y de gente que no llega a fin de mes teniendo un trabajo y luego que, como sociedad, estamos envejeciendo. Cada vez vivimos más, lo que hace que temas como la muerte y los cuidados nos preocupen más.
Este año había tres óperas primas y las tres han estado en el palmarés pero ¿cómo deciden que una película esté en la Sección Oficial y no en New Directors?
-Es muy complicado. Intentamos que las que elegimos de nuevos directores para la competición oficial sean las más poderosas de las que vemos. Este año estaban El llanto que, a pesar de ser una ópera prima, tenía hechuras de película grande y mainstream, ya que la distribuye Universal, pero también sus revueltas con el tema del maltrato a las mujeres, y On Falling, que nos encantaba. Me sorprendió que fuese una ópera prima.
Ha sido también un año con mucha estrella. ¿Ha sido fruto de la huelga de actores del pasado año?
-Es fruto del azar, de que estén disponibles, pero la huelga nos ha ayudado. Todo lo que nos perjudicó el año pasado ha hecho que un montón de películas hayan quedado para finales de este, por lo que hemos tenido más posibilidades de escoger películas con grandes nombres.
¿Los años con más estrellas se traducen en una mayor recaudación?
-No creo que la recaudación tenga que ver con las estrellas. Vamos a aumentar entre un 5 y un 10%, pero lo que creo que hacen las estrellas es que haya mucha más gente en la calle. La gente que va a las salas lo hace haya estrellas o no. Lo bonito de que vengan es que la ciudad y media Gipuzkoa esté en la calle y haya recibimientos como el de Almodóvar o Cate Blanchett.
Entiendo que el presupuesto está cubierto.
-Sí, vamos a acabar el año sin ningún problema. Sin déficit.
Más allá del cine, uno de los momentos especiales fue la presencia de Nevenka Fernández en el Kursaal.
-Fue espectacular porque no estaba previsto. Sabíamos que estaba aquí, pero la idea era que no hiciera la alfombra roja y que en la salida tampoco estuviese. Sin embargo, tras la película hubo un aplauso increíble que no se acababa e Iciar Bollaín la hizo subir para que también fuese aplaudida. En ese aplauso había una necesidad de reparar el daño causado a una persona que fue acosada, ganó el juicio y, a pesar de todo, se tuvo que ir de su país porque gran parte de los ciudadanos no lo aceptaron. Esa ovación tenía algo de reparación, pero también tiene que ver con el hartazgo de la sociedad contra las agresiones a las mujeres.
Otro momento que ha dado mucho que hablar fue la visita de Johnny Depp al Hospital Donostia.
-Fue una petición del hospital porque lo hace en otras ocasiones y la aceptó enseguida. Nosotros actuamos como coordinadores. Johnny Depp también se vistió de Jack Sparrow la anterior vez para un niño con parálisis cerebral. Lo que pasa es que en aquella ocasión nos pidieron que no lo hiciéramos público porque era el momento de la polémica y parecía que lo estaba haciendo para quedar bien. No era el caso porque siempre que se le pide algo para los niños lo hace.
¿Cómo valora que haya venido por primera vez un presidente del Gobierno español al festival?
-Han venido cuatro ministros, una vicepresidenta y un presidente de Gobierno. Es positivo porque significa un apoyo tácito al festival.
Ha costado, después de 72 ediciones…
-No sé si Franco vino, pero en la democracia no había venido ningún presidente. Vino Rajoy como ministro, pero no como presidente. Es un hecho histórico importante.
Este verano se ha hablado mucho de cómo se celebran los éxitos deportivos, pero premios como el de Almodóvar en Venecia pasan desapercibidos.
-Almodóvar fue felicitado por todo el mundo menos por el PP. Creo que es un error porque el premio es un hito para nuestro país y para su cultura. No se trata de si son de los míos o de los otros. Tenemos una polarización extrema y la política nos influye en todo. Aún así, es verdad que si España gana un Europeo de fútbol parece que se ha descubierto la cura contra el cáncer y una manifestación cultural como esta, que creo que es más importante, no tiene la misma repercusión. El gran hito cultural puede ocupar en la portada de un periódico un cachito pequeño y abajo en grande está el resultado del fútbol.
Sé de lo que habla porque llevamos dos años en los que la gala de clausura coincide con un partido de la Real.
-Ahí la Real no tiene ninguna culpa porque se enteran muy tarde de los horarios. Solemos estar coordinados con ellos, pero no pueden hacer nada.
Ya que hablamos de la Real, ¿se ha quejado alguien del club por el documental de los Williams?
-No, nuestra competencia con el Athletic es desde el humor. Entre mi equipo hay gente que me ha dicho que no me va a volver hablar más, pero es desde esa competencia de broma.
Ha hablado de cómo la política afecta al festival y este año se ha querido poner la mirada mucho en Argentina. ¿Saben cómo les afectará para la edición del próximo año?
-No. Intuimos que habrá mucho menos cine argentino porque se ha parado la producción. Solo producen las plataformas, que tienen dinero, y algunas coproducciones, pero hay películas que no se van a hacer. No parece que Milei vaya a cambiar de política.
Era importante hacerse notar y que el festival tomara parte a ese respecto.
-Sí, porque un festival de cine nunca tiene que ser partidista pero hay unas líneas rojas que toda manifestación cultural tiene que defender y son las de la libertad y la defensa de la cultura. Javier Milei es un señor que está justificando la dictadura argentina. A partir de ahí, todos los ciudadanos del mundo tenemos que estar contra él. Lo mismo pasa con Vox, que justifica el franquismo. No es un problema de ideología.