Este año ha vuelto a pasar que varias sesiones no contaban con entradas disponibles pero luego había butacas libres porque gente acreditada no había asistido. ¿Es algo que tienen en cuenta?
—Cuando una persona no va varias veces, se le advierte, y si no va muchas veces, se le quitan las siguientes entradas. El problema es cuando es un sponsor o alguien que no es un acreditado habitual. Esos huecos se quedan ahí. Por ejemplo, en Zabaltegi intentamos rellenar a última hora con la gente que está esperando, pero no es fácil al ser numerado. Siempre hemos sido un festival con una puntualidad británica, pero ahora no es raro que las películas empiecen tres o cinco minutos tarde. Si tienes un Kursaal con 1.600 personas y, como la gente tiene su asiento asegurado, 1.200 vienen en los últimos diez minutos es imposible empezar a la hora.
¿Hay alguna sección o sala que no termine de funcionar?
—Normalmente las retrospectivas tienen la entrada más baja, pero este año ha sido una locura con el poliziesco. La sección que menos gente lleva es Zabaltegi-Tabakalera, que es normal. Aún así, este año todo ha tenido mucha gente.
¿Ha sido su última edición sin que tenga un sucesor asignado?
—Voy a hacer dos más si mi consejo de administración quiere. Me gustaría retirarme haciendo la 73 y la 74. He anunciado que me voy porque creo que hay que hacer un relevo tranquilo y que el año que viene se elija al nuevo director o directora. Creo que es importante que acepten mi propuesta o hagan otras y se presente al sucesor en público para que en mi último año pueda ser mi sombra.
¿Le da pena pensar que le quedan dos ediciones o también tiene ganas de descansar?
—No me da ninguna pena (risas). Supongo que cuando llegue el momento será una sensación extraña, pero no soy nada mitómano. Esto es un trabajo, es muy bonito y me ha permitido conocer el mundo y a muchas personas, pero cada cosa tiene su momento en la vida. Cumpliré 65 años cuando deje el festival. Soy un señor mayor y quiero vivir más tranquilo. Hacer cosas sin estar en esta línea de fuego y con tanta presión. Me gustaría volver a escribir y hacer cosas que hacía antes como leer y ver las películas que me apetezcan, como clásicos que hace años que no tengo ni un minuto para ver. Volver a un tipo de vida más tranquila como un día tuve.