Surgido en la oleada punk estadounidense de los 70, Talking Heads siempre fue el artefacto sonoro más arty e inclasificable de su generación, junto a Television, aunque la historia ha sido más magnánima con compañeros como Ramones y Blondie. En el 40º aniversario de su concierto y disco Stop Making Sense, una de las mejores películas musicales de la historia, el cuarteto de David Byrne ha reeditado el filme, operación que ahora se amplía con el disco de versiones Everyone’s Getting Involved (A24), en el que se han implicado Lorde, The National, Miley Cyrus, Paramore, o Norah Jones, entre otros.

Vanguardia, arte, polirritmos, visión intelectual del pop, experimentación… Son todos epítetos ligados a los Heads, el grupo liderado por Byrne –completado por la bajista Tina Weymouth, el baterista Chris Frantz y el guitarrista Jerry Harrison– que hoy es visto como objeto de culto tras una corta pero intensa carrera que dejó ocho discos en 11 años de carrera y que fue visto por algunos como “el grupo de los 80 que imaginaron los modernos de los 60”.

Tras publicar Speaking in Tongues (1983), su disco más vendido, se involucraron en Stop Making Sense, una película rodada por Johnattan Demme (El silencio de los corderos, Philadelphia o Algo salvaje) en cuatro conciertos en el Teatro Pantages de Hollywood Boulevard. El cineasta y aficionado al rock, como demuestra su film Heart of Gold con Neil Young, quedó prendado del grupo en vivo y les propuso grabar el espectáculo de esa gira, con un gran componente teatral, magnífico uso de la luz y las sombras, y con el inolvidable traje enorme de un Byrne de bailes mutantes.

Si Stop Making Sense no es la mejor película musical de la historia, en feroz competencia con The Last Waltz de Scorsese, cerca le anda. En su 40º aniversario se ha restaurado la película y reeditado el álbum en una edición especial de doble vinilo con encarte de 28 páginas con fotografías y textos de los miembros del grupo. La operación originó el reencuentro del cuarteto tras 21 años de ausencia, para hablar del disco y la película con Spike Lee como moderador, pero no habrá conciertos ni nuevas canciones.

El círculo se cierra con Everyone’s Getting Involved: A Tribute to Talking Heads’ Stop Making Sense, álbum en el que casi una veintena de artistas –algunos de sus miembros podrían ser nietos de Byrne– se han involucrado para demostrar su pasión por el cancionero de los Heads. Si bien el álbum no resulta necesario, al contrario que la obra original, sí sirve para recontextualizar Stop Making Sense en la música y la cultura popular de la generación millenial.

Lo primero que sorprende de esta revisión es la selección de intérpretes, basada en la diversidad estilística, acorde a las influencias diversas de un grupo que hacía rock que se podía bailar y que gustaba de incorporar ritmos de varios continentes. El álbum oscila entre el respeto casi reverencial al original y las nuevas perspectivas ofrecidas, en algún caso tan atrevidas que resulta complejo distinguir los temas.

En el primer apartado están The National y ese mítico Heaven, que nos hace recordar aquel Cielo cantado por Esclarecidos y que suena sensual, elegante y minimal; Paramore y su Burning Down the House, casi mimética y que costaría distinguirla de la original sin la voz de Hayley Williams; el Making Flippy Floppy del rapero Teezo Touchdown, con un bajo tremendo, y el trío Chicano Batman, junto a Money Mark, que cierra el álbum. En el otro extremo aparecen Miley Cirus, que lleva el himno Psycho Killer al repertorio de Lady Gaga vía la electrónica; las revisiones rockeras alternativas de Blondshell y The Lindas Lindas; la curiosidad after punk y enigmática de oír Slippery People en castellano con los argentinos El Mató a un Policía Motorizado; el extravío jazz lounge Dj Tunez para Life During Wartime o la contribución de Jean Dawson en Swamp, en clave de folk orquestal.

Hay muchos sintetizadores, ritmos tribales africanos y mejores deseos que resultados óptimos. Uno de ellos es oír a Nora Jones cantar This Must Be The Place (Naive Melody) con BADBADNOTGOOD y a Lorde en su versión de la versión de Take Me to the River, de Al Green. La autora de Royals es un buen ejemplo de la veneración de las generaciones actuales por los Heads. Los descubrió en un vídeo con su madre. “Siento que se abre un portal entre la pantalla y yo. El humor, la lujuria, el ritmo y el ritual me atraviesan. No entendo lo que siento, pero sí que la banda del vídeo granulado vive con la misma extrañeza que yo. Me hormiguean las palmas de las manos, se me remueven las entrañas”. Así lo recuerda Lorde. Lo dicho, mejor indaga en la obra original.