La 60ª edición de la Bienal abrió ayer sus puertas al público. Los más de 300 los artistas que exhiben sus obras en el Pabellón Central (Giardini) y en el Arsenale muestran, éstas mediante, que “hay extranjeros en todas partes” en una cita atravesada por la guerra en Palestina, el arte decolonial y los creadores queer.

Así resume el pulso de la exposición internacional su comisario, Adriano Pedrosa, el primero de origen latinoamericano en dirigir el evento. Según el mismo, esta edición de la Bienal también presta especial atención al mundo textil, una muestra del interés por lo artesano de Pedrosa. 

Este ámbito adquiere protagonismo por haber sido considerado extraño en el universo de las bellas artes y, en ocasiones, se entremezcla con el grito indigenista y decolonial que retumba en los pabellones. En ese sentido, los tapices de arpilleristas chilenas –seleccionadas de la colección del Museo del Barrio de Nueva York– conviven con otras piezas tejidas en la patria alargada y chica por las bordadoras de Isla Negra, unas piezas confeccionadas entre 1967 y 1980 por un grupo de mujeres. 

Una pieza desaparecida en la dictadura de Pinochet

De calidad soberbia, una de ellas se produjo en exclusiva para la conferencia sobre comercio y desarrollo que la ONU organizó en 1972. La pieza, según informan fuentes de la Bienal, desapareció durante la dictadura de Pinochet, aunque se rescató en el año 2019. 

Por su lado, el país vecino, Argentina, apuesta por La Chola Poblete, una artista multidisciplinar que recupera conocimientos ancestrales de los indígenas con el imaginario queer como pretexto. Su obra denuncia la opresión ejercida contra las culturas precolombinas y los estereotipos que planean sobre las personas que las conforman. Al respecto, Adriano Pedrosa afirma que se siente “conectado a todas estas áreas”. “Yo soy queer, he sido un extranjero viviendo fuera de mi país y me siento privilegiado por ello”, reivindica el comisario. “Vengo de un país [Brasil] y de una cultura en la que los artistas populares y los indígenas tienen un papel importante”, añade. 

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La narrativa decolonial que éste propone para el 60º aniversario de la cita es evidente desde el inicio del recorrido. En este punto, el monumental mural del colectivo Mahku de Brasil da la bienvenida a los y las visitantes. La pintura, que cubre buena parte del pabellón central, narra el mito del paso entre América y Asia a través del Estrecho de Bering; la leyenda con la que se originó la separación entre diferentes personas y lugares. 

 Asimismo, la Bienal también pone el foco en otros puntos del Sur Global como Asia, África y Oriente Medio. Esta última región ha suscitado un especial interés entre el público por el conflicto que asola Palestina. Precisamente, esta situación de guerra ha llevado a que la delegada hebrea en la Bienal, la artista Ruth Partir, tome la decisión de no abrir el pabellón de Israel hasta que el ejecutivo de Netanyahu pacte un alto al fuego en Gaza y Hamás libere a todos los rehenes que aún retiene.