Éxitos de Sofía Ellar como Amor de anticuario, Libre o Bañarnos en vaqueros sonarán este viernes 18 de abril en la discoteca Holiday de Bilbao, en el concierto que ofrecerá la joven cantautora cántabra y que servirá también para presentar canciones más recientes como Cest la vie, Si nos pillan, Puro cuento o Vitamina D. “Pierdes algo de la pureza del inicio debido a las expectativas del público”, reconoce Ellar en esta entrevista.
¿Cómo está, recuperada de aquel ataque de estrés y ansiedad que sufrió?
-El último ataque de salud lo tuve el año pasado, estuve con una cistitis que se me hizo bola y sufrí en algún concierto. Al llegar al hospital me dijeron que si tardo un par de días más, igual no lo cuento (risas).
¿Tan grave fue?
-Pues sí, debo tener una tolerancia al dolor físico muy grande que me hace seguir tirando y tirando. Me dijeron que, a partir de ahora, solo con sentir cosquillas, tengo que ir al médico. Lo de la ansiedad es anterior… todos tenemos episodios y cuadros de estar flojos y no saber cómo cuestionar la montaña rusa y altibajos de la vida, pero consigues superarlos con la edad, terapia y el apoyo de los de siempre.
Vivir de la música no es fácil, va más allá de las dos horas de concierto ¿verdad?
-Hay que cuidarse, estar en forma, dormir, descansar, intentar estar guapa dentro de tus posibilidades… La gente se cree que esto es coser y cantar. Quien inventó la frase nunca ha cosido un botón, lo que tiene su aquel, y nunca se ha subido a un escenario (risas).
Empezó como un huracán, sin descansos, pero creo que ahora se lo toma con más calma.
-Digamos que estoy aprendiendo a integrar en mí esa palabra, que es la antítesis de lo que tengo dentro. Soy puro nervio, pero con los años vas estabilizando esas cosas y soltando ese hilo que lleva tanto tiempo tirante. Hay que aflojar para estar bien.
Fruto de esa calma es que después de su disco ‘Libre’, no ha editado otro. Eso sí, sin descansar y grabando y editando muchos singles en el último año.
-No los tengo controlados ni yo (risas). Sigo en el mood de escribir canciones aunque he tenido mi época de irme hasta el reggaetón, siempre dentro de mi esencia y mi estilo, lejos de los tacos y del lenguaje de la mayoría del género para no ser infiel a mis valores como persona y artista. Creo que nos podemos inventar fusiones de estilos, siempre siendo fiel a la esencia. Ahora estoy volviendo a mi canción de autor y a mis letras de siempre tras esa época de exploración. He salido para pegarme una putivuelta, como digo yo, para volver a casa.
“Voy caminando despacio, pero llegaré”, canta.
-Sí, es de Libre, esa canción que me auto compuse, la única. Es que compongo canciones a todo el mundo, incluso a mis exparejas, que se me quejan. Pues que hubieran salido con una costurera (risas). Eso sí, intento vestirlas a medida y hacerlo con elegancia, para que solo el receptor del mensaje sepa si pego un poco de cera. Si eres cantautor vas a tirar para casa y mezclarás sensaciones, sentimientos, historias propias y de otros… ahí está lo bonito del arte, y en dejar todo a la interpretación de quien recibe el mensaje y la canción.
Piqué también ha recibido lo suyo en las canciones de Shakira.
-Bueno… (duda). No voy a decir nada, solo que creo que el arte reside en poder vestir a medida una canción y que no sea tan explícita y fácil. Mejor imaginar y sugerir que mostrar.
Pues sus últimas canciones van todas de amor o desamor.
-Bueno, no te metas en esa parcela (risas). !Qué te voy a decir! Como siempre ¿no?No lo volveré a hacer.
En la más reciente, ‘Cest la vie’ dice: “salir ilesa es un arte”.
-Claro, me tengo muy estudiada y, además, en casa me han llamado siempre Doctora Quinn, como en la serie, porque salvaba a todo el mundo. Lo llevas a las parejas y siempre he ido a salvarles la vida, partiéndome el lomo y estando en la mierda. Luego les escribía la canción después de que volaran. Al final, el éxito de alguien no puede depender de que nos rompan el corazón o de que estemos predispuestos a que nos lo rompan para poder componer buenas canciones.
Ya con la música como profesión, ¿ha cambiado su sentido, es diferente a cuando cogía la guitarra para componer sus primeras canciones?
-(Duda). Sí y no, según la época, hay rachas. He tenido momentos de estar un poco frustrada. Como aparece en mi perfil de Instagram, estoy reconciliándome con mi guitarra. A veces no la puedo ni ver; y eso que era algo tan puro al principio, de la que salían temas como churros, sin límite. Hay algo que no se cuenta, que nadie te espera en tu primer disco, pero después, con el éxito, estás ya condicionada a hacer cosas desde otro prisma debido a las expectativas de la gente. Pierdes algo de pureza. Después de tres discos y muchos singles, deseo que no haya expectativas porque quiero volver a reconciliarme con mi guitarra y con el sentimiento más puro de por qué inicié este viaje. Y no fue por hacer dinero, algo que es muy difícil en la música, más si trabajas de manera independiente como yo. Quiero reconectar con aquella “niña cansada de oficinas” de mi canción Amor de anticuario.
¿Sigue comiéndose los escenarios?
-Por supuesto, haya una persona, dos o 3.000. Cuando son 200 en una sala más pequeña o de cercanía, tienes dos opciones: quejarte de no llenar y de que hay poco público o apostar por darles el mejor concierto de mi vida. Es así como el fan se queda para siempre. Esa es la actitud en el escenario, pero es válida también para la vida.
Hablábamos antes del eclecticismo de su música. En un tema habla de Antonio Vega y The Rolling Stones.
-Pero no los contrapongo, no digo que haya elegir entre uno u otro. He hecho una propuesta en Instragram sobre si hacer Segundas partes Entre suicidas o Amor de anticuario. Y me decían que si se pueden hacer ambas, ¿por qué elegir? Luego lo piensas y en la vida, cuando hay que elegir, tienes un coste de oportunidad en términos económicos. Rara vez hay una decisión que garantice el éxito al 200% y la otra sea una mierda. Eso es decidir, arriesgarse desde el no saber; eso es lo que nos hace valientes.
¿Qué veremos en Bilbao, ciudad que visita a menudo?
-Estaremos allí con banda completa aunque habrá de todo. El show está muy rodado y depende del ambiente que haya. Al tocar juntos desde hace años, tenemos la extrema confianza de mirarnos y decidir el timing del show, quitar canciones o hacer otras en acústico, a piano y voz. Eso diferencia un show de otro, pero todo depende de la complicidad, algo que también se trabaja.