Empecinada en zafarse de las clases en el conservatorio en el que le habían inscrito sus padres, Inma Rubiales (Almendralejo, 2002) se colaba todos los días en una biblioteca aledaña al centro. Allí, con apenas nueve años, escribió su primera novela en un cuaderno de pentagramas. No ha dejado de tejer historias desde entonces. Este lunes recaló en Bilbao para presentar la última, Todos los lugares que mantuvimos en secreto, que narra la urgencia de dos jóvenes enamorados por vivir la vida al máximo antes de que se pare el contador. 

A través de Maeve y Connor, propone una historia de amor con la necesidad de mantener vivo el recuerdo de un ser querido. ¿Es esta una novela romántica, o por el contrario, una reflexión sobre el duelo? 

Es una novela romántica que incluye una reflexión sobre el duelo y sobre la vida en general. El romance es, por supuesto, la trama principal, pero también se habla mucho de la evolución de cada personaje. 

El libro también aborda las relaciones entre padres e hijos, el valor de la familia y de la amistad y la búsqueda de un lugar propio. ¿Cómo afectan todas estas cuestiones a los personajes?

De maneras muy diferentes. Maeve es una chica que se siente muy perdida. No termina de encajar en Estados Unidos y, por eso, vuelve a Finlandia, donde nació. Su pasado es una especie de puzzle incompleto, porque no recuerda nada de su madre. Nadie le ha hablado mucho de ella y eso hace que no se conozca mucho a sí misma. Por otro lado, Connor es demasiado bueno y complaciente. Con él quería explorar qué pasa con el típico personaje que hace reír a todo el mundo cuando lo está pasando mal. ¿Quién se encarga de este chico cuando es él quien tiene un problema? 

Entiendo, entonces, que esta es una novela muy analítica, que ahonda mucho en la psicología de los personajes 

Totalmente, es una novela de personajes. También lo es de escenario, porque Finlandia –donde transcurre la trama– actúa como un personaje más. 

"Cuando empiezo a escribir una novela parto de mis propias inquietudes"

Inma Rubiales - Escritora

¿Puede que algunas de las cuestiones que aborda en la historia, como la búsqueda de un lugar propio, afecten de manera especial a los jóvenes?

Creo que son temas universales, pero es cierto que la gente joven está en un momento en el que todavía tiene que definir su camino y, por eso, los vive de manera muy intensa. Se trata de una etapa llena de incertidumbre, que se puede enfocar desde la emoción por tener toda la vida por delante o puede generar mucho agobio, que es lo que le ocurre a Meave. 

¿Ha recurrido a la autoficción para trabajar estos temas? 

Sí, siempre lo hago. Cuando empiezo a escribir una novela parto de mis propias inquietudes que, en este caso, son la muerte y la urgencia por aprovechar la vida al máximo. Esta es la chispa que encendió la novela. Además, yo siempre digo que leo para silenciar mis pensamientos y escribo para comprenderlos. Y, al término de todos los libros, aprendo una lección, saco una moraleja. En esta ocasión, que hay que vivir la vida sin preocuparse tanto. 

La trama transcurre en Finlandia. ¿Por qué? ¿Cómo llega una escritora extremeña hasta la tierra de los fineses? 

El destino me llevó hasta allí. Enfoco todas mis novelas como un reto, porque quiero que cada sea totalmente diferente a lo anterior. En este caso, me interesaba trasladarme a un lugar que me obligara a documentarme mucho. Así, cuando una amiga que había estado en Finlandia me habló de su experiencia, comencé a indagar sobre el país. Entré en Google Maps por curiosidad, cogí el muñequito y lo solté en un punto aleatorio, un pueblo en el que hay cabañas y un lago y está rodeado por un bosque. Y ese lugar es donde se ambienta la novela. 

¿Y a qué lugares tuvo que acudir para documentarse sobre todos los elementos de la cultura de este país que impregnan la novela? 

Me he basado en las experiencias de personas que ha vivido allí. Contacté con todas ellas a través de redes sociales como Tik Tok, donde me topé con un chico de Málaga que hace vídeos sobre cómo es su vida en Finlandia. Como tengo mucha cara y poca vergüenza, le propuse una entrevista para que me contase todos los entresijos de su experiencia en el país y estuvimos hablando casi tres horas en las que me trasladó el más mínimo detalle de su vida cotidiana allí.

¿Qué le llevó a empezar a escribir historias y por qué sigue tejiendo tramas y personajes? 

Empecé a escribir por puro aburrimiento. Mis padres me apuntaron al conservatorio con siete u ocho años para forzarme a hacer amigos, porque era una niña muy tímida. A mí no me gustaba nada, así que fingía entrar al edificio y me iba a la biblioteca que estaba cerca. Allí escribí mi primera novela en una libreta de pentagramas que, por supuesto, no usé jamás para nada más. Se la di a la bibliotecaria y le dije: Quiero que ponga esto aquí para que la gente lo lea. Ese cuaderno nunca estuvo en ninguna de las estanterías, pero los siete libros que he escrito hasta ahora sí están allí.