Tras su gira por las ciudades austríacas de Linz y Salzburgo, Euskadiko Orkestra ha retomado su temporada de conciertos en Euskadi con el estreno de la obra Chillida-Elogios, de Antonio Lauzurika, obra encargo compuesta en homenaje al centenario del nacimiento del artista vasco que podrá escucharse esta semana en Bilbao.

Dos sinfonías de Haydn y Rachmaninoff completan este programa, dirigido por Robert Treviño, que hoy interpretarán en Gasteiz, mañana en Iruñea y este miércoles en el Palacio Euskalduna, a las 19.30 horas.

Euskadiko Orkestra se ha sumado a la celebración del centenario del nacimiento de Chillida a través de la creación musical. Para ello ha encargado Chillida-Elogios a Antonio Lauzurika, uno de los autores más relevantes entre los surgidos de la escuela compositiva que fundó Carmelo Bernaola en Gasteiz. Lauzurika ha querido “establecer un diálogo entre dos mundos que parecen muy distintos, pero no lo son tanto”. “Conceptos como espacio, límite, masa, escala, gravedad, superficie, densidad y textura se encuentran en esta partitura”, ha expuesto. La obra se ha concebido en cuatro movimientos y cada uno de ellos se plantea a la manera de un elogio, “un término que aparece recurrentemente en la obra de Chillida y que a Lauzurika le da espacio para recrearse en algo concreto del arte del escultor”. Es el caso del tercer movimiento Elogio del hierro y del acero. Según Lauzurika, “el desarrollo de este movimiento está basado en gran medida en variaciones del sonido provocado por el golpe de la maza contra el hierro propio de una fundición”. Para llegar más lejos en esta exploración, algunos de los instrumentos que golpean los percusionistas son piezas de hierro provenientes de Chillida Lantoki de Legazpi, con las que trabajó el propio escultor.

Enmarcando este estreno, Robert Treviño dirigirá dos obras que “son como la noche y el día”. La primera lo es literalmente, ya que Joseph Haydn apodó La noche a su Octava Sinfonía, completando una trilogía junto a la Sexta (La mañana) y la Séptima (El mediodía), compuestas en 1761 y que “reflejan los estados de ánimo de los periodos del día”. Por su parte, la Sinfonía número 3 de Sergei Rachmaninoff “está considerada una de sus obras más optimistas, especialmente por un tercer movimiento que transpira alegría y humor y tiene todo lo que al público le gusta de Rachmaninoff, amplias melodías de las que sabe extraer toda su potencia expresiva”.