Para el empresario donostiarra Enrique Ordóñez y para su mujer, Isabel Falcón, la fotografía es el medio de expresión que mejor puede reflejar lo que ha sido el siglo XX y el nacimiento del XXI. Quizás por ello, en los años setenta se aventuraron a comenzar una colección que, con los años, se ha configurado como la mejor de fotografía del Estado y una de las más importantes de Europa.

La profesión de Enrique Ordóñez siempre estuvo relacionada con el mundo de la publicidad. Durante muchos años, por sus manos han pasado miles y miles de imágenes “pero, en un momento determinado, empecé a mirarlas no como una utilidad para un fin, por ejemplo, para una campaña de publicidad, sino como objetos en sí mismos; detrás de la imagen había un artista que tenía una propia individualidad. Mi mujer y yo empezamos con las colecciones de fotografía moderna y no coleccionando el siglo XIX. Al final, nos dimos cuenta de que había fotografías de 1870 que eran tan modernas como las actuales, muchas de las cuales son clásicas”, explica este apasionado de la imagen.

Recuerda que cuando era joven en su casa había fotografías que pertenecían a su padre. “En aquella época, no era un objeto que se podía considerar para mostrar, como podía ser la pintura o el dibujo, siempre eran educadoras, del entorno familiar, de paisajes, etcétera”.

Hasta la década de los 90 las galerías no consideraron la fotografía como una expresión artística. “Creían que cuando la gente compraba era fundamentalmente por el concepto de pieza única. Los coleccionistas que atesoraban piezas demandaban artistas y obras que pudiesen simbolizar su propio poder; colgar en una pared un Picasso implicaba un valor importante y el objeto que se estaba viendo era una pieza única, por lo tanto irrepetible. En la fotografía, ese tema no cambió hasta los años 90, cuando las galerías que habían estado vendiendo en todo el mundo arte contemporáneo, a través de la pintura, la escultura e inclusive el vídeo, empezaron a darse cuenta de que se podía invertir también en fotografías como piezas únicas. Lo mismo que tenías una pintura de cualquier artista importante, tener una fotografía se convirtió también en un objeto de deseo”, explica Enrique Ordóñez.

Premio Nacional de Coleccionismo, el matrimonio Ordóñez-Falcón ha reunido desde finales de los años 70 unas 2.000 obras de fotografía y vídeo. “A la hora de adquirirlas es cuestión de instinto. Como decía el galerista Leo Castelli: se compra con el corazón y se paga con la cabeza. Por lo tanto, ese impulso que se hace es importante”.

Podrían revisar la historia de la fotografía sin salir de su propia casa, pero hace ya tiempo que optaron por compartirla. “No nos hemos dedicado a acumular obras de arte para que nosotros podamos verlas, sino también para compartirlas con los demás. Inicias una colección por gusto, por placer, por curiosidad, por atracción... pero al cabo de un tiempo, como dice el poema de Machado, al volver la vista atrás, te das cuenta de que has ido haciendo una acumulación de imágenes que deseas compartir con los demás en espacios como este museo. Así surge una colección”, expone.

Exposición

Y eso ha hecho recientemente con el Bellas Artes de Bilbao. El archivo fotográfico del museo, creado en los años 80 de la mano de Leopoldo Zugaza, ha visto fortalecida su calidad gracias a la donación de 110 imágenes realizada el año pasado a la pinacoteca de esta prestigiosa colección. Ese legado, que representa los orígenes y la evolución del medio, es el que ahora se muestra en cinco salas, con obras que abarcan el periodo de 1850 a 2010, con una nómina de 63 autores y 14 anónimos, bajo el título Un mundo nuevo por ver.

La importancia de esta donación al museo, no solo tiene que ver con el centenar de imágenes legadas, sino con la vía de colaboración que se establece con Tenerife Espacio de las Artes (TEA), donde están más de un millar de piezas de las cerca de dos mil del matrimonio donostiarra. Un valioso fondo que configura un compendio de calidad de la historia de la fotografía y un catálogo de los más diversos temas, estilos y técnicas fotográficas.

El conjunto reúne algunos trabajos contemporáneos con otros que ilustran las primeras técnicas fotográficas de los siglos XIX y XX. Estos últimos permiten apreciar cómo miraban los pioneros de este arte y cómo era ese mundo que, ante sus cámaras, estaba desapareciendo y, al tiempo, naciendo. Un mundo, trastocado por la conciencia óptica que desvelaba la fotografía.

El origen de la actual donación al museo de Bilbao se sitúa, precisamente, en la relación que la colección mantiene con la institución desde 2007, año en que firmó un depósito de 61 fotografías que fueron dadas a conocer en 2008 en una exposición y en un libro. En 2009, un segundo depósito de 47 obras fue, asimismo, expuesto en el museo y recogido en otra publicación análoga. La exposición, que se inauguró el pasado 23 de noviembre, se puede ver hasta el próximo 11 de febrero.