The Beatles actuaron cinco noches consecutivas en 1966 en el Budokan de Tokio, un pabellón que ha albergado conciertos de algunos de los nombres claves del rock, de Kiss a Deep Purple, y que sirvió de escenario para discos en vivo inolvidables como los grabados por Cheap Trick y Bob Dylan. 45 años después, el autor de Blowin’ in the Wind acaba de publicar los históricos recitales que ofreció en 1978, en ediciones de lujo que incluyen el doble álbum original y hasta 36 inéditos. Denostado en su momento, supone un documento excepcional, ya que sus éxitos y otros temas menos populares suenan recargados en arreglos con una banda multitudinaria que incluye saxos y tres coristas.

En 1978, en tiempos de la oleada punk, Dylan era una estrella respetada que incluso tuvo relación con The Clash. Venía del éxito de Blood on the Tracks y de grabar Desire, el extraño disco que incluyó Hurricane, con el exótico violín de Scarlet Rivera y los coros de Emmylou Harris, y cuya composición compartió con el director teatral y letrista Jacques Levy. Su añorada gira anterior, la Rolling Thunder Revue, que inmortalizó en libro Sam Shepard, dejó paso ese año a sus primeros conciertos internacionales desde 1966.

La gira Bob Dylan World Tour 1978 fue un gran acontecimiento musical en el que Dylan ofreció 114 conciertos en Asia, Oceanía, Norteamérica y Europa, ante una audiencia de dos millones de fans que dejaron unos beneficios brutos de 20 millones de dólares. A esos buenos resultados económicos hay que oponer el difícil momento personal que atravesaba el músico, divorciado de su esposa Sara tras alguna pelea física y harta de las infidelidades del cantante. Ella, la inspiración de canciones como la propia Sara y Sad Eyed Lady of the Lowlands, le dejó sin la custodia de sus hijos y le hizo un buen agujero en su fortuna, que rondaba los 60 millones de euros.

Carátula del doble álbum original de Bob Dylan.

The Complete Budokan 1978 (Sony. Columbia) recopila ahora en varios formatos –en cuatro compactos, en dos con una selección con 16 temas inéditos y en una lujosa caja– los dos conciertos completos que Dylan grabó, de un total de ocho, en el arranque de la gira en el Nippon Budokan Hall de Tokio, remasterizados a partir de las cintas originales analógicas multipista de 24 canales. Los completistas encontrarán hasta 58 canciones, 36 de ellas inéditas, no incluidas en el doble vinilo original, publicado en 1978 solo en Japón en origen, y después en todo el mundo debido a la demanda de sus seguidores.

Lujo y grandes éxitos

Dylan compartió viajes con la extensa banda reunida para la gira, cuyos músicos se alojaron en hoteles de lujo y, al contrario que en tours previos, sí podían dirigirse y hablar con la estrella. El repertorio se basó en los grandes éxitos de Dylan. De hecho, los promotores japoneses le remitieron por telegrama las canciones que debía interpretar, según recoge Howard Sounes en su biografía sobre el músico.

Dylan rescató de la Rolling Thunder Revue al guitarrista David Mansfield y a Steven Soles, y reclutó al batería Ian Wallace (King Crimson), al guitarrista del musical Hair Billy Cross, a la percusionista de la Motown Bobbye Hall, el saxofonista de Phil Spector, Steve Douglas, y a tres coristas, entre ellas a Helena Springs, una joven “más elegida por su físico”, según el citado libro, que por su cualidades vocales, y que acabó enrollándose con el maestro. Y otra nota curiosa, los músicos aparecían trajeados, como los de Neil Diamond, con una vestimenta “chillona”, como “una pandilla de chulos”, según Sounes. La corista Dye Gibson llegó a decir que “me sentía estúpida cantando Blowin’ in the Wind con las tetas asomándose”.

Aquellos conciertos, vituperados por la crítica en 1978, son una anomalía en la discografía de Bob Dylan debido a la banda multitudinaria que le acompañaba en ese momento y a la exuberancia de los arreglos, algunos de tono kitsch, cercanos al musical y a un sonido convencional y mayoritario, con saxos omnipresentes, violines coloristas y coros femeninos de marcado tono negroide y soul que confieren una sonoridad curiosa, especial y única en su obra.

En las antípodas del sonido hosco, árido y rugoso del músico en este siglo, el lanzamiento actual reagrupa éxitos populares –Blowin’ in the Wind, Like a Rolling Stone, Forever Young, Mr. Tambourine Man...– lejos del sonido acústico, folk o blues original, llegando a mecerse hasta en aires reggae, junto a temas menos conocidos como I Threw It All Away, One of Us Must Know (Sooner or Later), To Ramona, Repossession Blues o el por entonces reciente One More Cup of Coffee, y rarezas como un instrumental de A Hard Rain’s A-Gonna Fall. Exótico y extraño, pero muy disfrutable.