La escritora navarra Estela Chocarro (Cárcar, 1973) acaba de publicar su nueva novela, La mala esposa, un relato intimista que pone al descubierto el lado mas oscuro de las relaciones de pareja. Una novela sobre las apariencias, la desconfianza, la mentira, el poder del dinero y las miserias de las parejas falsamente felices, para leer de tirón y en la que página a página perdura la sensación de que algo malo está a punto de pasar. La mala esposa fue reconocida con el premio García Pavón de novela policíaca 2023, un galardón que le ha servido para volver a editar después de unos años de parón con varios proyectos que no acababan de ver la luz. La autora de El próximo funeral será el tuyo, Nadie ha muerto en la catedral y Te daré un beso antes de morir se adentra ahora en las vidas de Gloria y Almudena, las dos mujeres protagonistas, cuyas vidas no son lo que aparentan y que se acaban cruzando a pesar de las distancias.

Seis años después de la publicación de su última novela, Estela Chocarro retoma su carrera literaria. Antes de hablar del nuevo libro me gustaría preguntarle cómo ha sido este tiempo de parón, con proyectos que no acababan de ver la luz.

—Es desilusionante ver que aquello en lo que has empleado tanto tiempo y energía, tanta ilusión, no encaja en el mercado editorial, pero ocurre cada día a cientos de escritores y hay que asumir que el negocio es como es.

Eso teniendo en cuenta que venía de publicar tres novelas relativamente seguidas y reconocidas.

—Cuando las cosas salen bien parecen fáciles, pero en el mundo editorial, hoy estás y mañana no o, al contrario. Lo sabemos todos, pero hasta que no lo vives, no te das cuenta de lo duro que es.

Quizás se publican demasiados libros o no se lee suficiente para dar salida a todo lo que se escribe? El caso es que encontrar hueco en el mercado editorial no resulta sencillo no?

—El editorial es un mercado como cualquier otro. Se mueve por modas, por tendencias. Si escribes algo muy alejado de lo que se vende mejor una temporada, te van a decir que no, pero si escribes lo mismo que está en las librerías, también te dirán que no porque es más de lo mismo. Encontrar el punto exacto entre algo que funcione a nivel comercial y tenga la dosis justa de novedad es el quid de la cuestión. Y todo esto sin mencionar siquiera la calidad literaria de lo que se publica.

Pero lo cierto es que de pronto las cosas cambian. Este verano se convirtió en la primera mujer ganadora del Premio de Novela Policíaca Francisco García Pavón con su novela La mala esposa. ¿Qué ha supuesto este premio aparte de la publicación de la novela?

—Que un grupo de personas con criterio literario como los que formaban el jurado del García Pavón considere que tu historia es la mejor de cuantas se han presentado al concurso es un espaldarazo. Para mí ha supuesto una recompensa a todos los niveles, pero sobre todo a nivel moral. El premio me ha devuelto la confianza en lo que hago.

Según reconoció el jurado la obra, que ya está en las librerías, La mala esposa “tiene todos los elementos de la novela policial clásica, el cuidado de los personajes y una trama que atrapa al lector/a desde el inicio”, sin embargo al leerla da la sensación de que no se está ante una novela negra al uso.

—Si tuviera que ponerle una etiqueta, sería la de Domestic Noir. Si tuviera que relacionarla con un estilo reconocible para el lector, diría que es muy Higsmith. Los personajes son personas corrientes que se ven abocadas a un final trágico casi sin darse cuenta. La policía, como es habitual, siempre llega tarde y solo la vemos en los últimos capítulos.

La novela está protagonizada por Gloria Garrido, un ama de casa con una vida bastante infeliz, maltratada casi a diario por su marido y por Almudena Catalá, su psicóloga, aparentemente una mujer acomodada en un matrimonio que parece feliz pero no lo es.

—Son las dos caras de la moneda. Dos mujeres con realidades completamente opuestas, en apariencia felices, pero a medida que vamos conociendo los detalles de su día a día vemos que las apariencias son solo eso, apariencias.

La vida de ambas mujeres se entrecruza en una red de mentiras, infidelidades y secretos, casi todos y todas tienen algo que ocultar. Esa vida que no se ve pero que es determinante.

—Sí. El libro refleja la realidad de las relaciones de puertas adentro, esa intimidad que nunca llega a mostrarse a amigos, conocidos o familiares y que, en el peor de los casos, puede ser despiadada e incluso peligrosa.

Las dos parecen atrapadas en sus vidas insatisfechas.

—Así es. Cada una, a su manera, siente que su vida no es como la había imaginado, que sus relaciones ya no les satisfacen como al principio, que se han transformado en algo que las hace infelices.

Gloria y Almudena son muy diferentes, pero tienen en común que sus parejas ejercen de distinta manera la violencia contra ellas esa violencia silenciosa que acaba minando la existencia.

—Creo que es algo muy común y de lo que se habla poco, seguramente porque somos pudorosos con nuestra intimidad y no nos gusta admitir que aquello por lo que apostamos con tanta ilusión se ha vuelto en nuestra contra. Lo vemos cada día en los noticiarios, pero a nadie le gusta admitir que tiene una relación tóxica.

Mujeres que aspiran a sentirse libres en definitiva y el matrimonio parece más esa cárcel que te priva de la libertad.

—Una aspira a ser libre cueste lo que cueste y la otra aspira a ser verdaderamente querida, pero teme la soledad que da la libertad. Creo que el poder de este libro está en mostrar nuestras muchas contradicciones y nuestros miedos más profundos.

Un libro de mujeres, con dos protagonistas que marcan la trama, pero al mismo tiempo un libro de hombres que en la sombra acaban dirigiendo casi sus vidas.

—Así es. La novela trata de hombres y mujeres porque habla sobre las relaciones, bien sean sentimentales o de amistad. Está contada desde el punto de vista de las dos mujeres protagonistas, pero el papel de los hombres es tan importante o más que el de ellas porque lo que hacen empuja a Gloria y Almudena a la tragedia inevitable.

Es una novela muy de personajes, de psicología, de tratar de entender qué hay detrás de las conductas, por muy equivocadas que sean.

—Es lo que más me interesa de la novela negra o criminal: la motivación de los personajes, la razón por la que hacen lo que hacen, qué pasa por su cabeza para llegar a cometer un crimen o permitir que otro lo haga, en el caso de la víctima que ya sospecha que está en peligro.

¿Cómo ha hecho para meterse en la piel de estas dos mujeres? ¿Hay mucho de la vida real en sus historias?

—Me ha resultado más fácil de lo que pensaba. Primero porque yo también soy mujer y mi propia vida me ha servido como ejemplo, relaciones cortas y largas, matrimonio, hijos, trabajo, una vida social más o menos activa en función de cada etapa. Tengo como referencia a amigos, padres, tíos, lo que vemos cada día en los noticiarios y lo que leemos en prensa.

Ha dicho ya que es la novela más intima que ha escrito, quizás en la que más se ha desnudado de alguna manera?

—Sin duda es así. Es la novela más adulta que he escrito; en la que me he desmelenado sin miedo a lo que nadie pueda pensar. Eso es madurar como escritor.

Esta es una novela sobre las apariencias, la desconfianza y las miserias de las parejas infelices que retrata.

—Mi objetivo era plasmar todo el drama que se puede fraguar en un hogar, en la vida cotidiana de cualquier persona, porque la convivencia es muy difícil y las relaciones personales son muy complejas. A veces, incluso peligrosas. No hay día que no muera una persona en este país a manos de su pareja o expareja.

¿Por que el título de La mala esposa? No serán ellos los malos esposos?

—Podía haberse titulado La Buena Esposa y le habría ido igual de bien a la historia. El título menciona a la esposa porque las protagonistas son mujeres y está contada desde su punto de vista, pero tanto ellas como ellos tienen luces y sombras, ninguno es un bueno o malo al cien por cien. Estoy convencida de que no existe eso del buen esposo o la buena esposa tal cual, porque nadie es perfecto y porque la convivencia acaba sacando a la superficie lo peor de cada uno.

En los últimos años ha habido un boom de la novela negra escrita por mujeres que se desató aquí con Dolores Redondo. ¿Se siente parte de ese movimiento?

—Las mujeres ya escribíamos novela negra antes del éxito de Dolores Redondo, de hecho, mi primer libro llevaba bastante tiempo escrito. Lo que sí fue un boom fue el interés de las editoriales por publicar novela negra escrita por mujeres. En general, creo que era inevitable, porque el mundo editorial ya era eminentemente femenino: las editoriales y agencias literarias tienen mayoría de empleadas mujeres. Ocurre lo mismo con booktubers, correctoras y, sobre todo, lectoras. El porcentaje de mujeres que leen es muy superior al de hombres y detrás de un escritor hay un buen lector. Y, con sinceridad, creo que estamos sobradamente preparadas para el crimen.

¿En qué proyecto está trabajando ahora?

—He hecho un parón a raíz de ganar el premio García Pavón de Novela Policiaca, porque ha ido todo muy rápido desde el fallo del jurado: la edición en tiempo récord, la publicación y ahora la promoción, pero tengo una novela bastante avanzada, que también es independiente y que vuelve a tener, como las tres primeras, un marcado acento rural.