A las piezas de arte desplegadas por toda la ciudad, algunas tan icónicas como Puppy o Mamá en las inmediaciones del Guggenheim, se suma ahora una nueva. Un nuevo proyecto artístico de carácter permanente del artista danés islandés- Olafur Eliasson, que se ha instalado en el tramo de la calle Iparraguirre que discurre entre la plaza San José y el Guggenheim, que recientemente ganó espacio peatonal.

Esta vía bilbaina ha quedado iluminada y convertida en obra de arte, ideada por Eliasson, y que cuenta con siete elementos romboidales de acero y vidrio situados directamente bajo el pavimento, que sorprenden a los bilbainos y bilbainas cuando caminan y miran hacia abajo.

“Cuando camino por una ciudad lo normal es que solo mire hacia abajo para no tropezar. No espero encontrar algo estimulante o desafiante en el suelo. Estas obras espejo están incrustadas en el pavimento, como si de gemas se trataran, para que las descubras. Quería que los bilbainos y bilbainas se encontraran con tesoros al caminar por esta calle que une la ciudad con el Museo Guggenheim”, ha explicado Olafur Eliasson esta mañana durante la inauguración oficial, que ha corrido a cargo del alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, y el director general del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, con la presencia también de Asier Abaunza, concejal de Obras y Planificación Urbana. 

Tal y como recordaron Aburto y Vidarte, esta obra es fruto del convenio de colaboración suscrito por el Ayuntamiento de Bilbao y la Fundación Guggenheim Bilbao en agosto de 2020 en virtud del cual ambas entidades “se comprometían a continuar fortaleciendo su alianza en el desarrollo y mejora de la ciudad, y especialmente en la presencia y visibilización del arte en su espacio público”.

Y en ese sentido, expresaban su compromiso de “trabajar de forma conjunta para integrar una propuesta de intervención artística lumínica en la urbanización de la calle Iparraguirre”, aprovechando la ganancia de espacio peatonal. Propuesta que “aumente el valor añadido del espacio público y actúe como hilo conductor del museo con la ciudad”.

Coincidían, además, en señalar a Olafur Eliasson –que en aquel momento exponía sus obras en el Museo Guggenheim en la muestra Olafur Eliasson: En la vida real– como el “candidato idóneo” para realizar la intervención. En la obra del artista dominan los juegos de luz y geometría. 

Minerales y rocas de Bizkaia

En esta nueva intervención artística, que lleva por título Beneath Bilbao, the curious planet, el artista danés-islandés invita al público a detenerse y a observar desde una perspectiva nueva. Según ha explicado Eliasson, que cuenta con obras públicas en muchas ciudades del mundo, “estas piezas realizadas con espejos están insertadas en el pavimento a modo de piedras preciosas que se deben de descubrir. A medida que recorres el trayecto entre una y otra, puedes notar que aminoras la velocidad. Desacelerar significa estar presente en el mundo, en conexión con la Tierra. Las cámaras subterráneas de espejos ofrecen un instante de reflexión en el que disfrutar de una visión caleidoscópica de materiales extraordinarios que solemos pasar por alto –materiales que constituyen los fundamentos elementales de la ciudad – y tomar conciencia de nuestra presencia en la Tierra, aquí y ahora”.

A lo largo de la calle, el transeúnte se encuentra con siete “vitrinas de la Tierra”, en las que se puede apreciar siete minerales y rocas de Bizkaia seleccionados por su importancia dentro de la historia de la industria y la minería de la región: concretamente se trata de calcita, limonita, goethita, siderita, baslato, arenisca y caliza. Bilbao ha sido un importante centro minero lo largo de los siglos y estas siete piedras proceden de una tierra cercana. Como explica el alcalde Aburto, la instalación de Olafur Eliasson, nos habla de pasado y de presente

Las formas son, en realidad, ilusiones generadas por los caleidoscopios construidos con espejos en forma de trapecio que confluyen en un punto. Cada uno es totalmente diferente y al caer la noche iluminan la calle desde abajo, generando una atmósfera singular y onírica.