Como directora del Departamento de Innovación Tecnológica de la BBC, Laura Ellis reconoce que el uso de la inteligencia artificial ha llegado para quedarse a los medios de comunicación. De hecho, en el Reino Unido ya han comenzado a testearla si bien no la utilizan de cara a la audiencia. Por ello aboga por emplearla a favor del periodismo, sin dejar que incida en la credibilidad, y en legislar su uso cuanto antes. “Hay que usarla con mucho cuidado porque te pueden decir coas que no son ciertas. Mientras haya humanos vigilando, su uso puede resultar muy beneficioso”, afirmaba ayer, antes de participar en una charla dentro de las jornadas El autor en el nuevo mundo de la edición, organizadas por la Asociación de Escritores de Euskadi.
Según relató la periodista, durante la iniciativa que ha reunido a expertos de primera línea, actualmente el uso de la inteligencia artificial, a través de aplicaciones como ChatGPT, puede servir para ahorrar tiempo y esfuerzo. “Tenemos que tener en mente que el periodismo tiene que ver con la verdad. Es lo que está en juego. No podemos usar la inteligencia artificial de forma que la credibilidad quede en entredicho”, afirmó.
En ese sentido, Ellis puso varios ejemplos sobre los beneficios que puede aportar el uso de esta nueva tecnología a su labor diaria. “Como periodista le puedo pedir a una aplicación diez titulares sobre un árbol que ha caído sobre la ría de Bilbao. Lo importante es que el control lo tenga yo y pueda elegir qué titular quiero entre todos los propuestos”, ejemplificó. También mencionó su utilidad a la hora de investigar. “Si no sé nada sobre minas de diamantes puedo preguntarle a qué fuentes podría recurrir. Mientras pueda corroborrar toda la información que me aporte, estará bien. Es mejor que Google, puede aportar diferentes perspectivas y responder a preguntas”, explicó.
Sin embargo, entre sus perjuicios mencionó que la ingente cantidad de información de la que se alimentan estas aplicaciones también incluyen contenidos que pueden ser sexistas o racistas. Así, apostó por encontrar un equilibrio a la hora de fiarse de las herramientas de inteligencia artificial. Asimismo, reconoció la creciente preocupación en relación a la vulneración de los derechos de autor, ya que los sistemas que emplean la inteligencia artificial se nutren de contenidos creados por personas. “Medios como The Guardian ya se han opuesto a que ChatGPT u OpenIA utilicen sus textos”, reconoció en relación a una postura diametralmente opuesta a la de otro medio australiano –que prefirió no citar–, y que ya está generando contenido a través de la inteligencia artificial que ofrece directamente a sus usuarios, sin mediación humana.
Entre los motivos para organizar las jornadas, la escritora y periodista María Eugenia Salaverri, presidenta de la Asociación de Escritores de Euskadi, señaló que “los autores viven de los derechos de autor. Con la inteligencia artificial no se sabe de dónde salen las cosas, no se cita a nadie. Lo que nos gustaría es una regulación, porque esto va a una velocidad supersónica”. En esa línea, Ellis detalló que la mayor dificultad es que Internet es global, mientras que las leyes se legislan de forma local. En cualquier caso, Salaverri insistió en la opacidad en relación a la motivación que lleva al desarrollo de la inteligencia artificial: “Cualquier revolución se hace con vistas a algo: la imprenta de Gutenberg se hizo para propagar la Biblia. ¿Pero quién está detrás de todo esto y qué pretende?”.