Su éxito le precede. En estos últimos años se ha convertido en uno de los reyes absolutos del thriller, ese con el que se ha coronado a través de novelas como El verano de los juguetes muertos o El oscuro adiós de Teresa Lanza. Ahora, realiza su regreso triunfal a las librerías con El último verdugo, donde nos presenta a un atípico asesino, un ajusticiador más que un justiciero, que no duda en aplicar a sus víctimas el garrote vil, aquel instrumento que usaban siglos atrás los verdugos para castigar a las personas. 

Todos tenemos un libro que nos ha marcado, que nos ha hecho arrancar en nuestra aventura lectora. ¿Recuerda el suyo?

Por lógica, tuvo que ser alguno de los de Enid Blyton, que eran los que se leía en aquel momento. Y había otros que me gustaban mucho, que era una especie de colección al estilo Alfred Hitchcock presenta (risas), que se llamaba Los tres investigadores. Ya de pequeñito iba por ahí (risas). 

Apuntaba maneras. 

Sí. Eran medio de terror, y luego todo se explicaba de manera racional. Pero sí, había un fantasma en un castillo y esas cosas. Con estos ya debería tener al menos diez años. Seguro que lo primero fue probablemente un cuento, pero no soy capaz de acordarme (risas).

¿Fueron ese tipo de lecturas las que lo encaminaron al thriller, a la parte más oscura de la literatura?

Pues igual sí. Porque en realidad lo que pasa es que el thriller tiene eso, que te engancha mucho, que te interesa descubrir la resolución del misterio, te plantea un misterio y lo quieres resolver. Y cuando empiezas a leer, que tampoco te paras a pensar si las frases son más bonitas o menos, o los personajes son muy poliédricos, funciona muy bien. 

¿Hay algún otro género con el que disfrute? 

Disfruto con todo, en realidad. He sido un lector toda la vida -ahora un poco menos porque tengo menos tiempo-, que ha leído muchísimo. Primero por gusto, luego por formación, por saber más, y también a nivel editorial. He sido y soy colaborador editorial, y leo muchísimo. No tengo manías. Leo un poco de todo.

“El thriller tiene eso, que te engancha mucho, que te interesa resolver el misterio”

Y todas estas experiencias le abrieron la puerta a la escritura, con la que no ha parado ni un momento.

Desde 2011 la verdad es que no (risas). La primera novela salió publicada en 2011, relativamente tarde. La gente empieza muy pronto a publicar. Pero de 2011 a 2023, esta es la séptima. No está mal (risas). 

Hay quien incluso lo considera el reinventor de la novela negra. ¿Cómo se siente con ese título? 

Reinventor es una frase que queda bonita, ¿no? 

Le ha dado una vuelta de tuerca al género.

Lo he explorado desde varios enfoques. Hice el policía más clásico con Salgado, que eran tres novelas. Luego me pasé a una intriga como gótica con Los ángeles de hielo. Hice una historia mucho más social, mucho más de barrio, con Tigres de cristal... Y esta última es como un thriller más puro. Entonces, creo que de lo que nadie me podrá acusar es de no ponerme retos a mí mismo. 

Además, en esta novela nos presenta a un asesino, o un ajusticiador, bastante atípico. ¿Cómo nace la idea para presentarnos a este verdugo de la era actual?

Yo quería abordar al psicópata como personaje. Quería tener al psicópata casi en primer plano, de protagonista o coprotagonista. Es una figura que ha sido tratada ampliamente, ya no solo por la literatura, sino por las series, el cine... Todo el mundo tiene una serie de referencias. Me fascinó la idea de que alguien en el siglo XXI en Barcelona fuera por el mundo con un garrote vil ajusticiando gente. Me pareció una escena como muy potente. 

“Quería tener al psicópata casi en un primer plano, de protagonista o coprotagonista”

Sin entrar en spoilers, la clave de estos asesinatos es que todas las víctimas aparecen con una extraña marca en la nuca, y una nota a su lado. Como psicólogo, ¿qué cree que convierte a alguien, no en un justiciero, sino en un ajusticiador?

La novela da varias vueltas a los personajes. Gira bastante. En este tipo de psicópatas, ya no en el de la novela, les lleva esa idea de “yo soy la justicia. Tengo una misión que es librar al mundo de personas indeseables”. Y funcionan con esa obsesión, con esa idea. Ese es el clásico. En la novela vemos que Tomás es un poco distinto, pero sin entrar ahí, creo que hay otra cosa, que es que en todos los asesinos en serie hay una psicopatía de base, y unas ganas de matar. Van a buscar otro argumento, pero lo que les mueve es esa pulsión de poder sobre la vida y la muerte. 

Hablemos de otro de los personajes, la doctora Lena Mayoral, cuya investigación le lleva a rozar la obsesión. Estos personajes, ¿son puramente ficticios o beben de la realidad?

Beben de la realidad en cuanto a que yo estoy en el mundo y miro a mi alrededor. Pero el personaje en sí mismo es un personaje ficticio al que yo voy trabajando mucho antes en realidad. Los voy perfilando mucho antes de ponerme a escribir, porque ya tienes la seguridad, o al menos crees que tienes la seguridad de cómo van a reaccionar. Yo los voy conociendo poco a poco antes de ponerme a escribir, pero son ficticios. 

¿Ya le están empezando a llegar feedbacks?

Las primeras sensaciones son buenas. Casi todo el mundo coincide en que es una novela que cuesta mucho dejar. 

Y retratar Barcelona, esos puntos tan característicos, de una forma tan oscura, ¿cómo ha sido?

Ha sido divertido. Me gusta mucho la ciudad, y me gusta mucho ver cómo ha ido cambiando. La última vez que me acerqué literariamente a Barcelona era 2014. Esta vez lo he cogido como gran escenario. Y he podido contar los cambios que se han producido en los últimos años. 

Y el futuro, ¿qué le depara?

Por primera vez en años, porque las últimas tres novelas eran autoconclusivas, en esta novela existe la posibilidad de seguir, pero tampoco existe la obligación. Si la gente lo desea, yo tengo ganas de abrir esa puerta.

Personal

Nacido el 18 de agosto de 1966 en Barcelona, escribir es la vida de este psicólogo. En los últimos años ha dado a luz a libros como El verano de los juguetes muertos, Los ángeles de hielo, Tigres de cristal, Los amantes de Hiroshima o El oscuro adiós de Teresa Lanza, entre otros.


‘El último verdugo’

En su última novela, El último verdugo, nos presenta a un asesino en serie que está ajusticiando a sus víctimas con un garrote vil, el mismo instrumento usado por los verdugos siglos atrás y considerado la máquina de matar más cruel jamás construida. “Mientras aumenta el número de cadáveres, y bajo una creciente presión mediática, la doctora Lena Mayoral, una prestigiosa criminalista con un pasado turbulento, se irá obsesionando con un asesino que, cada vez más, parece estar jugando con ella una partida a vida o muerte”, cuentan desde Penguin.