Antes de la eclosión del pop y rock estatal de los años 80, la música popular contó con pioneros que, desde los años 50, introdujeron los nuevos sonidos en el Estado español. La gente no suele acordarse de esa etapa que ahora recuperan César Campoy y Juan Puchades en el libro Los 100 mejores discos del rock español de los 60 y 70 (Efe Eme), que rescata la obra imperecedera de Los Brincos, Fórmula V, Tequila, Miguel Ríos, El Dúo Dinámico, Veneno, Triana, Las Grecas, Los Bravos o Pekenikes, entre otros tantos tesoros de grupos relegados al olvido. En la clasificación se cuelan tres grupos vascos: Los Mitos, Itoiz y Orquesta Mondragón.

El objetivo del libro de ambos periodistas en “poner en valor” un centenar de discos del “periodo más ignorado de nuestra música popular”, según Puchades. Y el dúo lo hace fijándose en el rock “y sus aledaños”, con una visión amplia del mismo que va desde los orígenes, con algunos nombres destacados de los años 50, y viaja hasta 1980 en lo que Puchades considera “una aventura sonora apasionante” que saca del ostracismo y el desinterés popular a músicos “ortodoxos y heterodoxos”, con el nexo común del uso del castellano.

En el listado se cuelan tres formaciones vascas de distinta filiación y sonido. La primera, en el puesto 31 es Los Mitos, gracias a su álbum Es muy fácil (Hispavox, 1969). Con la cobertura de Rafael Trabuchelli y Waldo de los Ríos, dos nombres que aparecen con asiduidad en las páginas del libro, los vizcainos, formados en 1966 y con Carlos Zubiaga (Mocedades) y el magnífico cantante Tony Landa en sus filas, supieron alternar con eficacia versiones hispanizadas de The Dave Clark Five y The Turtles con un fresco repertorio propio, en el que destacaba Es muy fácil –con su inolvidable “pi pi pi pi pi pi”–, la vaporosa Cuando vuelvas, la negroide y funk Coge mi mano, la épica Aleluya o el baladón Este es mi llanto. Sus armonías vocales resisten el paso de las décadas.

Aunque se podría destacar también el papel de Iñaki Egaña al micrófono de Barrabás (puesto 49), el grupo de Fernando Arbex que logró el éxito internacional, el segundo grupo vasco de la clasificación es Itoiz, en el puesto 84, con un debut discográfico editado por Xoxoa en 1981 e inolvidable gracias a Lau teilatu, “un himno permanente”, además de “la sonata de amor más importante que ha visto nacer nunca la música vasca”, según ambos autores. Junto a ella, Juan Carlos Pérez, con ayuda del bajo de Foisis, supo armonizar sintetizadores con las flautas bucólicas de Joseba Erkiaga y pasajes folk con divagaciones sinfónicas, euskera y guiños psicodélicos en un álbum inolvidable.

Los Mitos supieron alternar versiones con un fresco repertorio propio.

Finalmente, Orquesta Mondragón se sitúan en el puesto 96 con su debut, Muñeca hinchable (EMI, 1979), un disco que les situó en lo más alto del rock estatal a finales de esa década y que añadió rupturismo, modernismo, astracanada, teatralidad, humor y provocación a la gris escena del momento con clásicos como Ponte la peluca, Porros de fresa y limón, El hombre de los caramelos, El hotel azul o Por favor, pon un muerto en tu motor.

La mágica portada de Iván Zulueta, el magnífico sonido logrado por el productor y periodista Julián Ruíz y las letras de Haro Ibars –prostitución, suicidio, drogas, exhibicionismo, pederastia...– contribuyeron a convertir en inolvidable un disco “mordaz, excesivo y esperpéntico”, según se lee en el libro. “Eran tiempos de cambio y conflictividad social en las calles. Recuerdo algún concierto con los Grises repartiendo antes de empezar”, explica Javier Gurruchaga a Grupo Noticias. “Era jugar, de manera ingenua y sin maldad, a hacer cosas que estaban prohibidas, y casi siempre con referencias al cine mudo. Le dábamos la vuelta a todo y recuerdo aquel traje de novia, que estaba encogidísimo de tantos lavados. Era todo muy surrealista, rozando lo políticamente incorrecto”, rememora el donostiarra.

Clásicos y desconocidos

Al frente de la lista del libro de Campoy y Puchades aparecen los cubanos Los Llopis, con su recopilatorio homónimo y sus tributos en castellano a los clásicos. Se puede decir que ellos inventaron el rock en castellano sin ser un grupo de rock’n’roll per se. Les siguen los vendedores e incombustibles El Dúo Dinámico, ambos proyectos de los años 50. Y ya de los 60 aparecen en lo más alto de la lista Los Sónor, Los Brincos –colocan dos discos entre los 10 mejores–, Micky y Los Tonys, Los Cheyenes, Los Sirex, Los Bravos y los olvidados Los Flecos.

El libro, que dedica un recuerdo final a La leyenda del tiempo, de Camarón, por avanzado a su tiempo y su apertura del flamenco a otros estilos, va más allá de los nombres conocidos –Fórmula V, Vainica Doble, Tequila, Moris, Módulos, Smash, Burning, Asfalto, Miguel Ríos, Juan Pardo, Las Grecas, Juan y Junior, Pekenikes, Los Salvajes, Cecilia, Ramoncín…–, cada uno con el análisis detallado correspondiente al disco elegido, y rescata de la memoria músicos y grupos olvidados o menospreciados en su momento, y responsables de discos que pueden ser considerados “tesoros de la música popular”, parte de ellos descatalogados y de difícil localización como Máquina!, Evolution, Tarantos’s, Los Impala, Los Gritos, Modificación… Un libro para leer, consultar y escuchar –sí, los rescates sonoros resultan obligados– con tanta avidez como detenimiento.