Para Gabriel Erkoreka (Bilbao, 1969) la composición es una carrera de fondo, en la que se van superando diversos retos, encontrando soluciones musicales diferentes a cada una de las situaciones que se le han planteado. Lo cierto es que desde que terminó sus estudios de posgrado en composición en la Royal Academy of Music de Londres, Gabriel Erkoreka no ha parado de crear, tarea que compagina también con su profesión de docente en Musikene desde la apertura del Centro Superior de Música del País Vasco.

Las obras de Gabriel Erkoreka han sido interpretadas en la Biennale de Venecia, en la Musikverein de Viena, en el Wigmore Hall de Londres, en el Toru Takemitsu Festival en Tokio, en el Festival de Nuevas Músicas de Sydney o en el Festival Time of Music de Finlandia. También la BOS es una orquesta que forma parte de su vida, en la que ha estrenado muchas de sus obras. Hoy y mañana, bajo la batuta de Erik Nielsen, volverá a tocar en Euskalduna su última composición, un Concierto para piano para cerrar el centenario de la formación musical bilbaina.

“La composición es un concierto para piano y orquesta; se da la circunstancia de que el piano es mi instrumento y tenía ya desde hace años muchas ganas de hacer una obra de esas características, así que con este encargo surgió la posibilidad porque era libre, tenía la libertad de escoger el formato. Había compuesto varios conciertos para otros instrumentos, pero había llegado la ocasión para hacerlo”, explica el compositor bilbaino, ganador del Premio Nacional de Música en 2021.

Los títulos de las obras de Gabriel Erkoreka suelen ser muy descriptivos. “Tenía uno guardado para este concierto desde hace tiempo que era Piscis, mi signo del zodiaco. Siempre suelo utilizar títulos que sirven como de pequeñas guías para la escucha y esa imagen, la de dos peces que nadan contra corriente, me lleva a imaginar música planteada desde los extremos de todos los elementos que conforman la música, la dinámica, el registro, los timbres y sobre todo ese doble planteamiento que hago con la orquesta. Tenemos al individuo que se confronta con un colectivo, puede darse por un lado esa idea de integración, con lo cual el piano se acopla a la sonoridad de la orquesta, y en otras ocasiones, todo lo contrario, diferenciación. Como los peces, pueden nadar a favor de la corriente o en contra”.

Motivaciones

Más que de inspiración, Gabriel Erkoreka prefiere hablar de intereses o motivaciones a la hora de escribir música. Entre ellas, la naturaleza o, mejor dicho, el interés por preservarla, que aparece en algunas de sus obras como Nubes u Océano. También el folklore vasco y la música tradicional de diversa procedencia, que ha utilizado en varias ocasiones como pretexto para la experimentación con el concepto de sonoridad de un lugar. Y, finalmente, otra constante ha sido su interés por el funcionamiento de la mente humana, algo que empezó a plasmar de forma explícita a partir de su obra Trance para ensemble. A esta obra le siguieron otras como Ertzak (Aristas), o Ekaitza para violonchelo y orquesta, que estrenó Asier Polo con la OSE, y en la que explora estados tormentosos de la mente.

“En Piscis subyace una conexión con la naturaleza, con los sueños, la imaginación, la sensibilidad... Es una obra, en cierto modo, autorreferencial porque hago referencia a mi propia música, lo cual es un poco complejo porque soy yo la que la está creando, pero, por otro lado, realizo conexiones con otras composiciones que he compuesto, pero evidentemente haciéndolas mirar hacia el futuro”.

Al piano estará hoy el gasteiztarra Alfonso Gómez, quien acaba de grabar también la integral de la obra de Erkoreka para piano. “Me ha servido para realizar una mirada retrospectiva, para ver porqué caminos nuevos me lleva la música”.

Porque Erkoreka considera que la composición es una carrera de fondo. El camino es largo y cree que todavía le queda mucho por hacer. “Tengo unos intereses constantes, pero también puede haber algunos añadidos, como el paralelismo con otras artes. Estoy interesado en expandir los horizontes, que la música se integre con otras artes, con la electrónica, con el vídeo, incluso me interesa la música escénica. La grabación de la integral de mi obra ha supuesto un punto de inflexión”.

Considera también que la música tiene que salir de los auditorios. “Es interesante plantearse que no solo vive de las salas de conciertos, sino que tiene que salir de ellas. Un espacio que se presta mucho es un museo porque tiene unas características acústicas muy interesantes, como el Guggenheim, donde estrené Hamar por el décimo aniversario del museo. Todo este tipo de colaboraciones me interesa porque es otra forma de acercar la música a otros públicos”.

El compositor bilbaino acaba de recoger el premio nacional de Música, que le otorgaron en 2021 por “su brillante trayectoria como creador y por la riqueza de su lenguaje compositivo, en el que destaca la personal fusión de la sonoridad de instrumentos tradicionales vascos, así como por la proyección internacional de su música, programada en importantes temporadas y festivales europeos”. “Ha sido una gran alegría, es un espaldarazo que sirve de estímulo para seguir adelante”.

Gabriel Erkoreka sigue viviendo entre Bilbao, Madrid y Londres, donde ha pasado más de 17 años de su vida. En su agenda, se encuentran un gran número de proyectos para los próximos meses. “Tengo obras de cámara, estoy terminando un trío para oboe, tengo tres obras de solista de violonchelo y posibilidades de hacer una gran obra de ensemble con medios audiovisuales. Es una etapa muy interesante”, confiesa el músico bilbaino.