“Hoy es el estreno en formato de bolsillo, y reviviré muchas emociones porque el último concierto oficial de Lete lo compartí con él en este teatro, hace 12 años. Fue una experiencia casi religiosa”, explica en esta entrevista Goikoetxea, que contará con la participación del violinista Xabier de Felipe, el coro Landarbaso Abesbatza, el tenor Beñat Egiarte y la soprano Klara Mendizabal.

Viene de realizar en Donostia un kantaldi en homenaje a Imanol…

—Ha sido, junto al documental realizado, para poner el foco en su figura en el 75 aniversario de su nacimiento. 18 años después de su muerte, cada vez más somos conscientes de la calidad de su legado artístico y su voz. Es algo que solo lo da el paso del tiempo. Xabier Amuriza se pregunta en el documental qué quedará de la música popular euskaldun en 50 años. Y nombra a Imanol, a quien recordé junto a Amaia Zubiría, Olatz Salvador, Txema Garcés o María Amolategi, entre otros.

… y ahora llega a Bilbao con otro tributo, en este caso a Lete.

—Sí, en la edición XII del ciclo Literatura eta Musika Euskaraz, que se realiza en el foyer del Arriaga. Ya he estado allí varias veces, en una con los sonetos de Shakespeare. Lo veo como un pequeño y exquisito oasis donde se juntan escritores y músicos, y que ha dado lugar a experiencias únicas como la más reciente entre Sarrionandia e Inés Osinaga. Ya en la primera edición, en 2010, estuve con Lete, en la que fue su última actuación oficial en público. Presentó su libro de poesía Egunsentiaren esku izoztuak, y yo le acompañé con el acordeón.

Y ahora regresa a ese lugar compartido. Será bonito y especial ¿verdad?

—Claro. Recuerdo aquel día… se veía ya en las actuaciones públicas anteriores que no iba a ver muchas más. La del Arriaga fue una experiencia casi religiosa y recuerdo unas fotos muy buenas de la jornada. Es un recuerdo muy intenso.

Va a revivir muchas emociones.

—¡Cómo no! Xabier murió ese mismo año y yo me hice la promesa de componer algo especial en agradecimiento. Y creé el oratorio sinfónico-coral Hesia urraturik, que se estrenó en gran formato con orquesta, solistas y gran coro, y que editamos en un disco-libro de lujo que sigue vendiéndose muy bien, lo que es un gran mérito.

Lo que evidencia la vigencia de Lete 12 años después de su muerte, ¿no cree?

—Nos falta él y la respuesta de la gente es que fue muy importante en su vida. Así me lo dicen, no que les gustara su música o que tenían discos suyos en casa. Hablaban de su vida, del acompañamiento que tuvo en ella su música y poesía. Él fue más allá de la simple figura de poeta y cantante, y mi objetivo con el oratorio fue realizar una síntesis de su espiritualidad. Fue muchas cosas a la vez, alguien poliédrico que supo plasmar como pocos sus inquietudes y dudas existencialistas: pasión, fe, desesperación, patria, nostalgia, amor, solidaridad, reconciliación, redención…

Y ahora llega a Bilbao con el estreno del oratorio en formato de cámara, más reducido, ¿no?

—Hice una pequeña presentación en un formato similar en Donostia, en el Convento Santa Teresa, cuando salió el disco, y esa adaptación circunstancial gustó mucho. Se pensó incluso mover ese formato, que era, además, más barato y como hacer del defecto la virtud, ya sabes (risas). Y ahora me han llamado y lo fácil era decir que sí. Podría decirse que es una edición de bolsillo del formato grande, su puesta en largo.

¿Cómo traslada el oratorio a este formato más minimal?

—Yo voy con acordeón y piano, y me acompañará Xabier de Felipe al violín, el hijo de Natxo, vocalista de Oskorri. Ya fue el concertino de la orquesta en el estreno del oratorio. Es un músico serio, competente y con mucha sensibilidad que se ha animado a acompañarme.

En un oratorio no faltará el coro.

—Sí, sí, aunque reducido, no será el de 60 miembros. Tendré la ayuda de Landarbaso Abesbatza, dirigido por Iñaki Tolaretxipi. Es una formación de contrastada trayectoria que ha sido clave para impulsar y materializar este proyecto. Además, estarán el bizkaitarra Beñat Egiarte y Klara Mendizabal, solistas tenor y soprano respectivamente. Estas voces son obligadas, tienen una parte importante ambos. Es que no cabemos más .

¿La reducción afecta solo al formato del oratorio o también a su contenido y duración?

—No, la duración es la misma, vamos con toda la obra. De perdidos al río (risas). Tiene una duración que oscila entre los 60 y 70 minutos. Medio en broma y en serio me parece que este formato de bolsillo, como sucede con las películas y los nuevos términos, es una precuela del oratorio original. Diría que suena a cómo lo imagina el músico, en este caso yo, al escribir una obra sinfónica en su piano o acordeón. Cómo ve la totalidad. Es verdad que ahora, con los ordenadores y las simulaciones que permiten, es más fácil verlo, pero el músico necesita interpretar y tocar de un modo reducido. Los que tenemos instrumentos polifónicos al menos. Quien vaya a vernos hoy al Teatro Arriaga podrá ver cómo imaginé la obra antes de escribir.