Sin duda, fue una exposición diferente. Organizada con motivo del ochenta aniversario de la artista, el Guggenheim expuso en 2014 una retrospectiva de Yoko Ono, casi 200 obras distribuidas en varias secciones temáticas que incluían desde instalaciones, objetos, películas, dibujos, fotografías, texto, audio y documentación sobre performances realizadas en el pasado.

Bajo el nombre de Yoko Ono. Half-A-Wind Show - Retrospectiva, la cita dio la posibilidad de conocer la múltiple producción de esta artista pionera del arte conceptual y la performance. Las ideas, no los materiales, son el principal componente de su obra. Así, el punto de partida de muchas de las obras de Ono se encuentra en las instrucciones, directrices orales o escritas que da al público, al que ofrece diversas sugerencias y asigna un papel mucho más activo del habitual en el mundo del arte.

Su producción cinematográfica y musical estuvo presente. Oskar Martínez

Público asistente

Vista por 613.754 personas en los casi seis meses que permaneció la exposición, la muestra comenzaba con la presentación de algunas de las obras más significativas de la década de 1960, entre las que destacaron sus primeras performances, obras en papel y objetos. Durante esa época, Ono se convirtió en figura destacada de la vanguardia neoyorquina y mantuvo una estrecha relación con otros artistas, como el músico John Cage, con George Maciunas, fundador del movimiento Fluxus, y con el cineasta Jonas Mekas. Otras secciones estuvieron dedicadas a su producción cinematográfica y musical.

Algunas de estas obras, inspiradas en su colaboración con John Lennon, se expusieron junto a proyectos más recientes, como el álbum que Ono grabó con Thurston Moore y Kim Gordon en 2012. La exposición se completó con instalaciones y obras participativas, algunas de ellas ideadas especialmente para la retrospectiva del Guggenheim.

Nuevo espacio dedicado al videoarte

‘Film & Video’. Una de las novedades que acaparó la actualidad del Museo Guggenheim en 2014 fue que, en la primavera de ese año, el Museo Guggenheim Bilbao inauguró un nuevo espacio permanente dedicado al videoarte, a la videoinstalación y a la imagen en movimiento, que, con una programación continuada, tenía como propósito mostrar los trabajos de los creadores más importantes de este campo. Para la inauguración se elogió la obra The Clock, de Christian Marclay. Otras piezas que se han podido ver son The Krazyhouse, de Rineke Dijkstra y The Visitors, de Ragnar Kjartansson.