Valeria Castro (La Palma. 1999) ha logrado una exposición pública increíble con sus primeras siete canciones. Ella, a sus 22 años, dice sentirse aún “chiquita”, como el título de su Ep, pero componiendo aquello que le sale del alma ha logrado contactar con el público, como se comprobará este domingo en el Teatro Campos de Bilbao, donde actuará en formato de trío, junto a Alberto Torres y Nacho Mur desde las 19.00 horas, antes del concierto que ofrecerá el dúo Mabü. “Soy hija de la canción de autor, el pop y el folk canario”, explica Castro en esta entrevista.

Hija de su tiempo, se dio a conocer con versiones en redes sociales.

Así se inició mi exposición pública, pero empecé desde muy pequeña, a los cuatro años, estudiando música en la escuela local de La Palma, en todos los ámbitos, sobre todo en piano y en un coro que me decidió a centrarme en la voz. La garganta es el instrumento al que más pasión se le puede poner. Pero sí, usé Instagram y YouTube, donde empecé a colgar versiones y la gente se fue acercando a mí; todavía no sé el porqué (risas).

¿Fue difícil elegir qué cantar? ¿Por qué se guió?

Siempre he cantado lo que me ha apetecido, excepto muy al principio en que pensaba qué querría oír la gente. Pronto me di cuenta de que pensando en mí misma cantaba ya para la gente, que debía optar por lo que a mí me conmovía y los autores que habían marcado mi infancia y juventud. Y ahora canto mis propias canciones, que es lo me sale directamente del alma.

Y Alejandro Sanz fue de los primeros en deshacerse en elogios.

Sí, Sanz y La Oreja de Van Gogh. Buscaba gustar a la gente, pero si encima te reconoce un valor gente de la profesión tan famosa… Fue sorprendente e ilusionante, y me dio un impulso extra en algún momentos de bajón.

¿Es hija de los cantautores clásicos, fueron su aprendizaje?

Eso es. Una se forma en escuelas, pero también fuera y con lo que oye, al principio en casa, en el día a día. Esa parte visceral me la dio mi familia con Sabina, Serrat o Paco Ibáñez. Marcaron mi infancia junto a Amaral, La Oreja… y Alejandro, que ya oí en la radio.

Y Los Sabandeños, también.

Claro, esa es la parte más local. Estuve en un coro y cantábamos mucho con grupos folclóricos, aunque nunca con Los Sabandeños. En mi casa se les oía mucho y estaban siempre a mi alrededor, por lo que su música la asumo como propia y como parte de mi cultura.

Esa raíz se aprecia todavía en su música. “Cuidando la raíz”, canta en su última canción publicada.

Sí, estoy muy contenta con ese single que habla de las raíces de las que venimos. No hago folclore canario al uso, pero sí está presente ese sentimiento y esos sonidos folclóricos que tiran mucho de las percusiones y las guitarras. Esa canción que dices habla de cuidar las raíces y de mirar hacia el interior, adonde hemos nacido.

¿Se ve representada en una espacio que aúna canción de autor, pop y raíces folk?

Absolutamente, soy hija de estas tres corrientes (risas). Me hace ilusión no ceñirme a una porque lo bonito de estos últimos tiempos es esa fusión, no ceñirte a un estilo concreto. Es mezcla que dices es lo que mejor me define aunque reniegue de las etiquetas.

Y es reivindicada últimamente por gente exitosa como Vetusta Morla y La M.O.D.A. ¿Sin raíces somos menos? Al menos, menos diferentes.

No sé si somos menos, pero sí que me alegro de estas reivindicaciones que estamos haciendo, ya que todo es válido y podemos mirar al futuro, al presente y al pasado para crear una música diferente. No podemos olvidar, ni perder esa reminiscencias a músicas antiguas. Al final, si estamos aquí es por ellas y por lo que hemos aprendido.

Apuesta por sonidos orgánicos, canta a pelo y tocando la guitarra -se oyen hasta los trastes-, y sin programaciones ni ‘vocoders’. Parafraseando una de sus canciones: ¿va a contracorriente de los sonidos actuales?

(Risas). Quiero creer que los sonidos actuales son amplios, no solo los urbanos que se llevan ahora. A mí me gusta la intimidad, llegar al corazón y poder sacar una lágrima, así que lo intento con esos sonidos orgánicos y con una guitarra y una voz cercanas, que parece que te estén cantando al lado. Al mismo tiempo, no te de digo que no vaya a usar un vocoder en mi vida, pero por ahora...

¿No le sorprende tanta repercusión con solo 7 canciones editadas?

Es un sueño, sí. A veces, ni me lo creo. Solo son 7 temas propios y al principio tenía cierto temor de que solo me quisieran por las versiones iniciales. Pero hay gente que se ha enamorado de lo que llevaba dentro y he escrito con el corazón. Es casi surrealista lo que me ha dado el Ep Chiquita y el nuevo tema, La raíz. A ver si me quito el miedo y puede convertirme en algo más grande (risas).

¿Tiene repertorio propio suficiente para los conciertos?

Sí, lo hay, pero estoy desvelándolo poco a poco, junto a alguna versión todavía. Compongo mucho y estamos preparando el nuevo disco, que está ya casi en su punto. Los estrenos llegan en los momentos más íntimos, como pinceladas de lo que estoy sintiendo en este momento, lo que mejor me refleja ahora. Así me quito las penas y muestro mi ilusión.

El Ep incluye dos canciones especiales, una sobre la inmigración, titulada ‘Ay, amor’, donde le canta a esa gente que “tiene hambre o prisa”.

Viene muy de dentro, ya que del corazón no solo viene el amor o el desamor sino todo lo que una siente, incluida la injusticia, el cariño, la ternura… Al ser de Canarias, aquí llegan muchas pateras. No consigo entender cómo nos falta tanto humanidad ante personas que solo buscan un futuro mejor. Combato esa injusticia con la forma más romántica y dulce para un tema tan serio, la de las canciones. Así, reclamo justicias sociales.

Y luego está ‘Guerreras’ o la sororidad femenina.

La compuse para mi madre y mi abuela. Me siento chiquita y siempre he tenido mujeres cerca que me guiaron en el camino. Ellas son las personas más importantes de mi vida. Es curioso, pero hay canciones especiales que regalan abrazos a la gente que se siente identificada al oírlas. En un mundo tan rápido, hay que cuidarse a uno mismo y a quienes tienes al lado y quieres. La música ayuda a recordarlo.

¿Sigue estudiando Biotecnología o lo ha dejado por esta pasión musical?

Evidentemente, la música es mi pasión y lo que quiero hacer el resto de mis días si la gente me deja, pero sigo estudiando. Me inculcaron en casa tener un plan b y, además, soy muy cabezota, pero reconozco me está costando mirar los apuntes y estudiar. Estoy sacando la carrera lentamente, ya que mi energía está en la música.

Hay gente que dice que ambos facetas, la científica y la artística son contrapuestas. Usted les quita la razón.

(Risas). Yo no las he fundido, no he encontrado analogías entre ambas, pero sí hay hueco para todo en la vida y se puede compaginar cosas muy diferentes. Jorge Drexler, otro referente, estudió medicina y ha hecho referencia a ella en sus canciones.

¿Qué le ha enseñado la música? ¿También aspectos de usted que desconocía?

Creo que sí, sobre todo desde que compongo. Escribía cosas sobre sentimientos que no conseguía identificar de otra manera. Me entiendo mejor ahora y cuando canto y veo a la gente repetir mis canciones... esa es la parte más bonita de esto. Cuando mi intimidad conecta con la del público y la hacen propia.

¿De mayor sueña con parecerse a Natalia Lafourcade, María José Llergo o Silvia Pérez Cruz?

Son mis referentes actuales por su música. Bebo y me inspiro mucho en ellas como mujeres que lideran sus proyectos. Busco parecerme a ellas para creer más en mí misma. ¡Ojalá pueda llegar a emocionar tanto al público como ellas a mí!