La versión en castellano de la novela Odolekoak se titula Vínculos. La ha publicado la editorial Consonni de Bilbao y la encargada de la traducción ha sido Bego Montorio.

Han pasado casi dos años desde que publicó ‘Odolekoak’.

Estoy muy satisfecha del camino que ha hecho la novela. Ha tenido una buena acogida, a pesar de que se publicó en un momento difícil: la Azoka de Durango que se celebró durante la pandemia. No tuve ocasión de promocionar el libro, de aprovechar la feria de Durango para darlo a conocer. Pero ha llegado a los lectores por otros medios: por el boca a boca y porque la prensa se ha portado muy bien. Este último año me han llamado desde varios clubes de lectura y he podido compartir la novela con otros lectores.

¿Cómo ha surgido la oportunidad de traducir la novela al castellano?

Siempre tuve en mente la posibilidad de traducirla, pero no di ningún paso. No la presenté a ninguna editorial ni agente. Todo fue muy rápido. Al poco de publicar el libro, la editorial Consonni se puso en contacto conmigo. Consonni es una editorial de Bilbao que estos últimos años ha traducido varias obras de mujeres que escriben en euskera. Un par de agentes literarios también se pusieron en contacto conmigo para traducir el libro, pero me apetecía publicarlo con una editorial de aquí.

¿Por qué?

Cuando se hace una traducción al castellano, en Madrid pasan a considerarte una escritora española. Y hablan de una novela española. Yo quería que se entendiese que es una novela hecha aquí. Cuando traduces un trabajo, está saltando a otra comunidad y otra cultura. Si la traducción la realizan allí, le dan su toque. Yo no quería que sucediese eso. Quería que se entendiese que es una novela vasca, traducida del euskera al castellano. Traducir es traspasar una frontera, pero yo quería que esa frontera estuviese presente. Que se notase que la novela la ha escrito una euskaldun y desde la comunidad euskaldun. Si llevas el libro a una gran editorial, todo eso se diluye. Entre otras cosas, porque toman las decisiones por ti. Para ellos sería una novela española. La persona que ha escrito el epílogo, María Basteros, en su primera versión, presentó mi novela como la novela española que todos necesitamos. Pero no es una novela española, es una novela vasca que se ha traducido al español. Es uno de los motivos por los que elegí la editorial Consonni: porque somos de la misma comunidad. Entienden muy bien lo que es traducir del euskera a cualquier otro idioma. Y lo cuidan mucho. Te presentan como una autora vasca y lo tienen en cuenta.

La traducción la ha realizado la bilbaina Bego Montorio Uribarren. ¿La conocía?

La conozco de los tiempos en los que trabajé en Ttarttalo y traducíamos obras del euskera al castellano. Había trabajado con ella como editora y ahora me ha tocado hacerlo como escritora. La labor de traducción ha sido muy bonita. Hay que decir a favor de Consonni que he contado con una traductora y dos correctoras. Eso es un lujo asiático. Hemos estado coordinadas en todo momento. La verdad es que la labor de traducción es muy dura. Llevar un universo creado en un idioma a otro idioma es un trabajo impresionante. Tengo que decir también que, al igual que en la novela en euskera, he contado con la ayuda de Aingeru Epaltza.

¿Qué labor ha desempeñado?

Él es de Pamplona y la historia está ambientada en Pamplona. Quería que la historia fuese creíble en Pamplona y para ello acudí a Aingeru. Han sido bastantes meses de trabajo: desde marzo hasta julio. Diferentes versiones, un montón de decisiones...

La novela se presentó en la librería Katakrak de Iruñea . En el acto participaron Epaltza y la cineasta Helena Taberna. ¿No estarán pensando en llevar la novela al cine?

Helena Taberna participó en la presentación porque en algunas de sus películas ha tratado el tema de la novela. En mi opinión, podría ser una buena historia para el cine. Es una historia muy cinematográfica. Daría incluso para una serie. Ojalá se lleve al cine o a la televisión. La gran pega que tiene es que se necesitaría muchísimo dinero. Tendría que ser casi una superproducción. La novela abarca diversas épocas, hay un montón de personajes y de escenarios... Hoy en día, en la mayoría de las películas cuentan historias íntimas. Además, un director me dijo que a la gente ya no le gustan las historias tristes. La gente quiere historias alegres. Es verdad que están reviviendo las historias de fantasía, magia... En Euskadi hemos tenido mucho realismo. Años y años escribiendo realismo. Y como nuestra realidad ha sido bastante negra y dura, están resurgiendo otro tipo de historias. La verdad es que a mí tampoco me apetece seguir escribiendo historias tristes.

¿Tiene previstas más presentaciones?

Voy a ir a Valencia. Consonni es una editorial que tiene los pies en Euskadi, pero con unas redes increíbles. Tienen librerías amigas y organizan presentaciones allí donde les parece que el tema del libro puede interesar. Así que por primera vez voy a cruzar el Ebro. También vamos a presentar la novela en Bilbao.

¿Está escribiendo ya su siguiente novela? Ha dicho que no le apetece seguir escribiendo historias tristes. Se puede deducir que está escribiendo algo alegre.

Odolekoak-Vínculos es una historia muy emocionante, pero con mucha carga. No me apetece volver a escribir de esa manera. La escritura de Odolekoak-Vínculos se acerca mucho a la escritura de la periodista que he sido, a pesar de que es literatura. Ahora estoy con otra historia y con otra manera de escribir. No me gusta repetirme y para mí no tiene demasiada gracia volver a escribir de la misma manera. Además, cada historia trae consigo su forma de escribir. Odolekoak-Vínculos había que escribirla de esa manera. Ahora estoy escribiendo una historia rara y la escritura tiene que estar en consonancia. Estoy escribiendo una historia que habla del proceso de escritura de un escritor: de dónde surgen las historias. Y como para mí el proceso de escritura es algo casi mágico... No es algo que surge de la cabeza, ni es un ejercicio analítico. Es algo que surge del cuerpo, de las conexiones que hace la mente... Quiero llevar al papel ese proceso de creación. Me he metido otra vez en un terreno difícil... Pero he descubierto una voz que no sabía que tenía y estoy disfrutando. Más que la historia, me atrae desde dónde la estoy escribiendo. Desde un sitio muy loco. Es un torbellino. Algo caótico. Todo lo que me viene a la cabeza, lo echo a la cazuela. La novela pretende narrar ese caos. La historia comienza en mi casa, en mi mesa, con una persona normal, pero luego esa persona se convierte en otra cosa.