La toledana Ana Alcaide, referente internacional de la World Music y con más de 500 conciertos en cuatro continentes a sus espaldas, abre este miércoles Getxo Folk 2022 en Muxikabarri con el estreno en Euskadi de su sexto disco, Ritual, en el que sus cántigas, sonidos sefardíes y folías renacentistas se enriquecen con versos y sonidos persas inspirados en el sufismo. “Mi música es arriesgada y tan diferente como lo puede llegar a ser una pieza única de artesanía”, explica en esta entrevista Alcaide, para quien “la música es el vehículo para llegar a la belleza, el diálogo y el encuentro”. El concierto se iniciará a las 20.00 horas y las entradas cuestan 10 euros.
Ha tardado seis años en publicar el disco actual. Habrá pasado y vivido mucho desde entonces ¿no?
-La verdad es que ha sido un periodo de grandísimos cambios personales: el nacimiento de dos hijos, una nueva familia, la evolución de mi propuesta escénica… La música ya no se consume como antes y publicar un disco hoy en día es una locura que hay que saber medir. Ser una artista independiente me permite marcar mis propios tiempos y ritmos.
¿Es de las autoras que piensan que hay que vivir y procesar lo vivido para crear y tener realmente algo que contar y cantar?
-Totalmente, creo que el arte nace de la necesidad de compartir nuevas visiones, que van cambiando en la medida en que experimentamos la vida. Aunque también pienso que la inspiración nace de lo más cotidiano. Yo la encuentro en pequeñas cosas del día a día.
Defiende que ‘Ritual’ es un disco diferente a los anteriores. Y no solo en lo musical, al zambullirse en territorios persas. ¿A qué se refiere?
-Está inspirado en el sufismo y explora el trance con canciones que no tienen una estructura ni instrumentación convencional, con letras inventadas y algunos versos persas. Esta mezcla que para mí tiene sentido no deja de ser algo muy personal y arriesgado, diferente tal y como lo puede serlo una pieza única de artesanía.
¿Qué papel tiene el músico iraní Reza Shayesteh en la deriva actual de su música?
-Ha cantado conmigo en el disco y diría que es el sacerdote a quien invito a mi templo musical para ayudarme a profesar esta ceremonia.
¿Qué queda en la artista actual de las cántigas, sonidos sefardíes y folías de discos como ‘Leyenda’ o ‘La cántiga del fuego’?
-Todo forma parte de mis inicios y de épocas pasadas, y me siento orgullosa de regresar ahí se vez en cuando. Me considero versátil y necesito evolucionar, enriquecerme y ampliarme. Todo va sumando.
¿Se podría entender ‘Ritual’ como un puente entre su pasado y el presente? ¿Y como la necesidad de entendernos más allá de fronteras e idiomas?
-Tiene dos mensajes. El primero hace alusión al título, y es una invitación a recordar el poder personal que todos tenemos con cada pequeña acción o decisión cotidiana para cambiar el transcurso de nuestro día a día. También tiene un mensaje humanista: es una clara invitación a crear espacios de encuentro, a tender puentes entre culturas. En este caso, exploro la poesía y mística persa como punto de partida, ese el marco de inspiración. Como artista yo no siento fronteras, y en este mundo cada vez más dividido, me parece importante recordar que hay mucho más que nos une como humanos. La música es mi vehículo para transmitirlo.
Su música ha ganado en evocación y ensoñación. ¿Resulta complicado trasladar ese ambiente al escenario?
-Ese es precisamente uno de mis grandes retos: trasladar al escenario el universo musical que concibo en mis discos, la suma de muchas decisiones artísticas y técnicas.
¿Qué reacción busca en el público vasco, que disfrutará de ‘Ritual’ por vez primera?
-Cada uno puede recibir un mensaje diferente. Me gustaría abrir espacios nuevos dentro de cada uno, desdibujar fronteras y evocar toda la profundidad y riqueza que guardamos dentro de nosotros.
¿Con qué formación llega a Getxo Folk? ¿Estará Reza?
-Sí, la propuesta en escena es de cuatro músicos (dos iraníes, un americano y yo) con una bailarina, proyecciones visuales y una escenografía sencilla.
Parece un milagro que músicas como la suya, alejadas de lo comercial y espirituales, puedan acumular tantos conciertos. Algunos han llegado a Europa, Malmö incluido, casi la ciudad iniciática de este viaje. ¿Con qué resultados?
-Al igual que la comida rápida, lo comercial no siempre toca el alma. Me siento agradecida por divulgar estos mensajes, que para mí demuestran la necesidad de diversidad y alternativa al mainstream. Este verano ‘Ritual’ ha lucido en plazas y jardines con muy buena acogida, pero me alegra mucho volver al espacio para el que fue concebido: el teatro.
El disco se rodea de diversos productos y objetos: un libro, poemas, un diario, piezas decorativas, bolsos, marcapáginas, jabones… ¿Amplían o completan la comprensión general del proyecto?
-Efectivamente, los productos amplían la experiencia e invitan a la exploración de los rituales propios. Diría que especialmente el libro de inspiración, que incluye versos míos y de grandes poetas persas. Es la primera vez que hemos fabricado tantas cosas, incluso jabones. ¡Me he divertido mucho haciéndolos!
Por cierto, ¿cuáles son sus rituales diarios?
-Café a solas en silencio por las mañanas cuando todos duermen, aceites esenciales para relajarme, ejercicios de concentración y elevación antes de cada concierto.
¿Sigue tocando su ‘nyckelharpa’ en la calle de manera ocasional?
-Puntualmente me gusta volver a mis orígenes, siempre que me sienta inspirada y desde un sitio de diversión y generosidad.