El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha presentado en depósito dos importantes pinturas de Cornelis van del Coort y Luis de la Cruz y Ríos que fueron incautadas al empresario vasco Ramón de la Sota y Llano (1857-1936) durante la guerra civil y han sido restituidas por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo a sus herederos. “Esto es un hito importante, una reparación moral”, ha acertado a decir Ramón de la Sota Chalbaud, tataranieto del citado empresario, durante el acto de presentación con el que ha concluido un largo proceso administrativo desde que una de las obras –que posteriormente permitió localizar a la otra– fue hallada en el Parador de Almagro en 2018. “Espero que con este hito otras familias se animen a recuperar el patrimonio que perdieron durante el expolio franquista”, ha deseado el representante de la familia De la Sota. 

Los cuadros en cuestión, Retrato de joven caballero (1623) y Retrato María Cristina de Borbón (1833), están en excelente estado de conservación por lo que solo se ha requerido su puesta a punto. Sin embargo, ambos han sido objeto de diversos estudios que han permitido determinar su autoría. De hecho, según ha apuntado Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes, los investigadores han concluido que, en el caso de Retrato de un joven caballero, no concuerda con la atribución anterior al pintor Frans Pourbous, fallecido en 1622. Así, han dictaminado que la autoría corresponde a Cornelis van der Voort, uno de los retratistas más aclamados del Siglo de Oro y una gran influencia para Rembrandt. Respecto al otro retrato, señalaron que la firma apócrifa de Vicente López no ha impedido concretar su verdadera autoría en el pintor canario Luis de la Cruz y Ríos. Tras el acta de devolución que tuvo lugar el 17 de junio, fecha a partir de la que se iniciaron estas investigaciones, está previsto que las obras queden expuestas en la pinacoteca bilbaina durante dos años.

UNA INJUSTICIA QUE HA PERDURADO 85 AÑOS

“Con este acto devolvemos unos cuadros que fueron incautados durante la guerra civil como represalia por su afinidad política. Reparamos una injusticia que ha perdurado 85 años”, ha expuesto durante la presentación la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, quien ha señalado que la administración que representa facilitó el proceso que la familia De la Sota inició a través de Ramón y Cajal Abogados. “Es un hecho importante que el Estado reconozca la legítima propiedad de estas obras, se produce en un momento muy concreto en el que las instituciones vascas y españolas están haciendo un esfuerzo por recuperar la memoria democrática”, ha indicado, por su parte, Bingen Zupiria, consejero de Cultura y Política Lingüística, antes de recordar los orígenes de la familia De la Sota. 

La presentación de los cuadros ha reunido a muchos de los agentes vinculados en la restitución. Oskar Martínez

Te puede interesar:

La estrecha relación de la familia vizcaina con la pinacoteca se remonta a 1919, cuando Ramón de la Sota y Llano donó el conocido Retrato de la condesa Mathieu de Noailles, de Ignacio Zuloaga. Ese mismo año, de hecho, inició su presidencia en la pinacoteca. Posteriormente, su hijo Patrick de la Sota fue presidente efectivo entre 1979 y 1987, durante un mandato en el que el museo cobró un notable impulso con la ampliación del edificio. Durante el último siglo, la generosidad de la familia ha propiciado que la colección se enriquezca con numerosas obras, como Campesinas vascas con frutas y hortalizas, de Aurelio Arteta.

“El Museo de Bellas Artes no se puede entender sin la impronta de la familia”, ha reconocido Zugaza, quien ha tildado de “extraordinario” dicho vínculo. Así lo ha considerado también Ramón de la Sota Chalbauld quien, en concreto, ha alabado la figura de su bisabuelo, Ramón de la Sota y Aburto, “un ejemplo de perseverancia”. A su juicio, “tuvo la gran generosidad de dejar un legado al museo que, de alguna forma, nos hace ver a la familia la gran humanidad que tenía, mucho más allá de su vida política o empresarial”. De hecho, fue quien en 1980 legó Retrato de Martín Zapater, de Francisco de Goya, y La piedad, de Luis de Morales, tras concluir la Guerra Civil y ser restituidas a la familia.